martes, 19 de febrero de 2008

A dos de tres

Marisa Pineda

¿Cómo le fue con el Día del Amor y la Amistad?. La de la letra no se puede quejar, tiene más amigos que los que quizás merece. A todos ellos muchas gracias por el ser y el estar.
La insana curiosidad que me queda es ¿que resultados daría el "Programa especial Día del Amor y la Amistad" que implementó la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco)?.
Deje le cuento: resulta que la Profeco implementó un operativo de verificación a florerías, restaurantes, bares, hoteles y moteles; con los tres primeros, para vigilar que se cumplieran los porcentajes de ofertas y descuentos anunciados, con hoteles y moteles para que no elevaran arbitrariamente sus tarifas y no condicionaran los tiempos de hospedaje. El último año, a decir de la Procuraduría, se repitieron las denuncias contra moteles que a la par de aumentar considerablemente sus tarifas, redujeron los tiempos de estancia de sus huéspedes a cuatro horas. Un abuso que se repite el Día de la Secretaria, fecha que junto con el 14 de febrero es cuando más quejas contra los moteles recibe la Profeco. Los comentarios van por cuenta del lector.
Y ahora que pasó el Día de San Valentín ¿que sigue?. Pues la Semana Santa.
Estamos a menos de un mes de la Semana Mayor, tiempo de reflexión, días de guardar; sin embargo, para muchos de nosotros la reflexión se limita a ver "El martir del calvario" o “Rey de reyes” en la televisión.
Ahora la aglomeración será en los gimnasios, con todos aquellos que, en un mes, buscan tonificar los músculos que han estado en reposo por once meses del año.
Desde este lunes, la asistencia también se incrementa en cuanto consultorio de nutriólogo, acupunturista, naturista, similar y conexo ofrezca tumbarle a uno, a la voz de ¡ya!, los kilos que separan al orgullo del complejo de dejarse ver en público en traje de baño.
Desde ahora empezamos a prestar oído a las experiencias de cuanto conocido nos diga "yo fui con fulanito y bajé cinco kilos en un mes", "yo tomé el Quiensabeque Nutrichión (porque todo tiene que incluir la palabra nutrition, invariablemente en inglés) y en una semana bajé tres kilos".
Y allá vamos, rumbo al consultorio de quien nos ofrezca tumbarnos más kilos en menos tiempo, y por menos tiempo entiéndase no más de dos semanas.
Llegamos al lugar en cuestión y en la antesala le echamos un vistazo a la concurrencia, comparándonos con los demás aspirantes a delgados, hasta dar con quien este más gordo que uno.
Ya que entramos al privado del adelgazador viene lo bueno: el pesaje. ¿Cuaaantoo?, es que traigo pantalón de mezclilla y botas, explica uno en lo que separa tramposamente un pie de la báscula. El tipo de la bata (a quien inmediatamente le otorgaremos el título de “doctor”) hará como que no vio el pie levantado, nos dirigirá una sonrisa comprensiva, así como unas palabras que nos darán certeza y ánimo de que lo lograremos.
De ahí sigue alguna, o todas, de las siguientes opciones: las agujas, los licuados y/o la dieta con "estas pastillitas que no son anfetaminas, se las doy en la cantidad justa que necesita para una semana". ¿Las venden en la farmacia doctor, cómo se llaman?. "Van incluidas en la consulta. Se las voy a poner en esta bolsita".
Y en lo que uno guarda la bolsita de las pastillas (cuyo nombre jamás sabremos y la composición, mejor ahí la dejamos), enfilamos rumbo a un diván. "Acuéstese aqui, le voy a poner unas agujitas que no le van a molestar para nada. Estas agujitas las va a girar despacito, en movimientos hacia la derecha, quince minutos antes de que vaya a comer, eh?".
Que distinta es esta paciente de aquella que cuando va a sacar la licencia de manejo arma un escándalo para que no le pinchen un dedo para determinar su tipo sanguíneo. Que distinta es esta que quietecita cierra los ojos para imaginarse luciendo la silueta deseada, de aquella que a gritos replica "le digo que soy o positivo, por qué me va a volver a picar el dedo, ni que me hubiera cambiado el tipo sanguíneo de lo que saqué la otra licencia a ahora".
"Es un piquetito de nada". ¡Aaay!. "Eso fue todo, le voy a poner un pedacito de cinta color piel para que nadie se las note". Nooo, ni quien se fije en las discretas rueditas de cinta, menos aún cuando se empiezan a despegar y se ven como costras levantadas.
Pero el asunto no termina ahí; no, no tuviera tanta suerte. Antes de salir del consultorio el tipo de la bata extenderá una hoja con la dieta. En este renglón hay dos opciones: una es vivir una semana a base de lechuga y agua de jamaica sin azúcar; la otra es desayunar y cenar un licuado mezclando agua y un polvo que el sabor a chocolate, vainilla o fresa sólo lo tiene en la etiqueta. En esta opción la comida fuerte es... ajá...una ensalada de lechuga con más lechuga. Si le va bien, pueque incluya un tomate "pero sin nada de sal, ¿eh?". "Para que no se le haga pesado, entre comidas esta permitido tomar café o te sin azúcar o con azúcar de dieta".
¡Eso es todo!. Salimos del consultorio con una sonrisa y el autoconvencimiento de que ahora sí nos desharemos de los kilos de sobra en lo que se dice cuaz. Ya después vendrán las mentadas contra "el fulano" (ya no será más “el doctor”) que nos puso una hambreada y nos tumbó apenas un kilo, quesque porque movimos las agujitas mal. Ya luego renegaremos de que el #$% licuado sabe a harina y no tiene nada de dulce, que las pastillitas nos traían tontos y que a la siguiente semana de haber dejado la dieta, el kilo que habíamos perdido regresó con intereses leoninos.
Pero en vía de mientras, a prepararse para las vacaciones de Semana Santa.
Cambiando abruptamente de tema. ¿Usted ve telenovelas? yo si, lo confieso. Veo "Fuego en la sangre", ¿la vio el viernes?, ¿vió a los tres bichis?. Pues ahi tiene que en ese capítulo los tres galanes se avientan una escena tal como Dios los trajo al mundo. Haga de cuenta aquella parte de "La tercera palabra" con Pedro Infante bañándose en un lago y Marga López descubriéndolo totalmente desnudo.
En la novela ahí tiene a los tres chicos guapos de la historia bañándose bichis en un manantial, con la naturalidad que un baño amerita, y a una de las galanas espiándolos. La escena parece ser un parteaguas en las telenovelas, ¿o acaso usted recuerda alguna otra con tres desnudos totales, de varones?. Habrá que esperar los comentarios en las secciones de espectáculos.
Pasamos a las recomendaciones. Sandra Robles, pintora, incansable promotora cultural y amiga, ya abrió su Café Paloma. Sirve desayunos de 9:00 de la mañana a 1:00 de la tarde. La buena cocina es característica de Sandra, sus mermeladas elaboradas artesanalmente merecen mención aparte. El Café Paloma se encuentra en la colonia Las Quintas, por la calle Presa Santa Rosa. Para reservar puede llamar al 72 10 07 38.
Antes de irnos, permitanos, por favor, un paréntesis muy personal. Esta semana se nos adelantó en el camino Carlos Espinoza, fotógrafo, amigo de muchos años. Para toda su familia el abrazo solidario.
Comentarios, sugerencias, invitaciones, aclaraciones y mentadas al correo adosdetres@hotmail.com
Muchas gracias por el favor de su atención y con ello hacer que esto valga la pena. Que tenga una excelente semana.