lunes, 24 de noviembre de 2008

Esta semana ha estado movida en el aspecto noticioso: la detención del ex titular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada por sus presuntos nexos con el narcotráfico; el penoso papel de nuestra Selección Nacional de Futbol y, por encima de todo ello, una noticia que sacudió las páginas en periódicos de los cinco continentes: la supermodelo Karolina Kurkova ¡no tiene ombligo!
La crisis ya es cliente fiel en los espacios noticiosos, tanto que se ha vuelto familiar; ver a Gloria Trevi diciendo que no va a pasar nada ya no asusta. Los malos y buenos augurios empiezan a leerse con la resignación de quien lee un horóscopo y se prepara para tener una semana de turbulencias amorosas, ante la humana imposibilidad de realinear a Saturno y a Marte en conjunción con Mercurio.
Algo similar ocurre con la muerte, cliente frecuente en las noticias. La cifra de asesinatos relacionados con el crimen organizado pareciera tener vida propia y pese a todo, y a todos, crece día a día. Triste caso este, en que la Muerte ha perdido su papel trascendente para convertirse en mero número.
Luego vino la derrota de la Selección Mexicana de Futbol. No le aunque, dijeron, de panzazo pero nos colamos. No me quiero imaginar con qué cara cualquier miembro de la Selección le va a exigir a su hijo buenas calificaciones, con qué cara le va a reclamar que haya pasado de año de panzazo. Peor aún, ¿en verdad creemos que jugando así nos alcanza para estar en un Mundial?
(A propósito, la de la letra se permite hacerle una recomendación: visite el sitio http://lapelotaelcorazondelaire.blogspot.com/ es de mi amigo El Poeta, maestro de futbol, tanto que aún quienes somos analfabetas futboleros le entendemos.)
Luego vino el caso de los de la estación espacial Endeavour, a quienes les ha llovido sobre mojado. Que si le salieron hongos a la nave (malo), que si se les escapó una araña (muy malo), que si tienen un problema en un panel solar (más malo), que si al querer repararlo se les cayó la caja de herramienta (mucho más malo), que si no pueden reciclar la orina (muchísimo más malo). Con que regresen y la araña no se vuelva un ser mutante, como en las películas de ciencia ficción de bajo presupuesto, todo quedará como anécdota.
Pero qué la crisis y qué las arañas. Hubo algo que conmocionó las páginas de los diarios y sitios de internet en los cinco continentes: Karolina Kurkova ¡no tiene ombligo!. ¡Ooohh!
Ahí tiene a la beldad checa en la pasarela de la marca de lencería Victoria’s Secret, con su metro 80 de estatura; su largo pelo rubio, labios carnosos, ojos verdes; sus 84 centímetros de busto, 57 de cintura y 87 de cadera. Demostrando a sus 24 años porque ha sido la Modelo del Año en repetidas ocasiones, desde que inició su carrera a la temprana edad de 14 años. Confirmándose como una de las modelos mejor pagadas en el mundo, con ganancias anuales promedio de tres millones de dólares, según la revista Forbes. La Kurkova sin ombligo, vivo ejemplo del dicho: qué me importa el mar si perla soy.
Ante el aspaviento mundial que armó la ausencia de ombligo en la supermodelo, su agente se limitó a decir “no es una alienígena”. Ella puntualizó que no hablaría sobre el tema; sin embargo, poniéndonos a especular, no lo dude que esto sea el inicio de una nueva moda y más de una pegue carrera a que le quiten el ombligo. De hecho, en Japón hay una cirugía, llamada hesodashi, para darle al ombligo forma de almendra, cuesta en promedio mil dólares, según las publicaciones que le han dedicado espacio.
Los del Departamento de Etimologías de A dos de tres señalan que la palabra ombligo proviene del latín umbilicus, que significa centro o punto medio. Los griegos le llamaban omphalos, centro, y tenían una diosa dedicada a él, la diosa Ónfale. Para los griegos el ombligo era el centro de la vida, del universo. En culturas como la hindú o la maorí de Nueva Zelanda, ese hoyito tiene significados que van del erótico al mágico. Para no ir más lejos tenemos a México, palabra que, según la mayoría de las hipótesis, proviene del náhuatl Metztli, luna, xictli, centro u ombligo, y co, sufijo de lugar, es decir el centro de la Luna o el ombligo de la Luna.
Hasta hace no mucho tiempo el ombligo servía para acumular mugre y para perforarlo y adornarlo con un arete. Luego sirvió para procedimientos quirúrgicos como la laparoscopía y más recientemente para guardarlo por si se necesitan células madre para trasplantar y tratar enfermedades como la leucemia.
Sobre el ombligo hay tantas tradiciones como culturas. En el barrio en que se crió la de la letra, por generaciones las madres y abuelas tuvieron la grandísima responsabilidad de rescatar y guardar el ombligo del plebe, en cuanto se caía. Lo envolvían en un pañuelito y lo ponían en un sitio seguro (donde no se lo fueran a comer los gatos o algún otro animal), ahí lo tenían años y años. Las abnegadas cabecitas blancas hacían ese ritual con el noble propósito de que el vástago no se fuera a ir de su protección. Pese a la salvaguarda de la tripa seca, no faltaba el hijito, de ya casi 40 años, que se aferraba a emprender el vuelo en contra de la voluntad materna. Ello obligaba a convocar a junta urgente de comadres, quienes, tras considerar los hechos, sentenciaban: entiérrale el ombligo (en la creencia que así no abandonaría la tierra). Lo más seguro es que de ahí surgiera el dicho “aquí me enterraron el ombligo”, para referirse al lugar del cual uno no quiere alejarse o al cual desea regresar para quedarse.
Pero ese no era el único ritual de las matriarcas de antes. En cuanto el plebe salía al mundo, las más sabias revisaban la tripa centímetro a centímetro para predecir el carácter que tendría el recién nacido. Aquellas manos tenían el don de anticipar si el chamaco sería inteligente, obediente, o bien si le iba a dar muchos dolores de cabeza a la madre, ya porque resultara tapado para el estudio o muy voluntarioso.
Había también otra labor igual de importante: estar bien pendientes de que la comadrona o el médico hicieran el corte y el nudo preciso para que el escuincle no quedara ombligón. Tras el nudo, se fajaba bien al recién nacido. En las tiendas se vendían fajeros, aunque había quienes preferían la firmeza de un paliacate o una venda ancha. Algunos médicos sugerían dejar el ombligo al aire para prevenir infecciones, las madres decían que sí, pero en cuanto el galeno se daba la vuelta corrían a ponerles el fajero, porque “será muy el doctor, pero si el niño llora mucho y no trae faja se hace ombligón y se puede herniar”.
Al llegar la moda de enseñar el ombligo, se supo quien era quien. Hubo fuertes reclamos por tener ombligo saltón, como botón forrado. Reproches por estar condenada a no usar pantalones a la cadera con blusas cortitas o amarradas a la cintura, mucho menos bikini. Las ombligonas tenían que poner su carota al recibir el cuestionamiento ¿no te puso faja tu mamá cuando eras chiquita?
Así fue hasta esta semana, en que la Kurkova salió a la pasarela cambiando la historia de la estética, pero, sobre todo, refrescando el panorama noticioso mundial.
Gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, mentadas y hasta felicitaciones, por favor en adosdetres@hotmail.com Que tenga una semana en la que Usted sea el ombligo del mundo.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

A dos de tres
Marisa Pineda
¿Le ha tocado ver el anuncio del pedigrí? Ese donde sale un perro atrapado en una perrera y se escucha: “sé dar la patita, me gusta jugar con la pelota, no sé cómo vine a dar aquí, quiero irme a casa”. A esta su amiga ese comercial la pone triste, porque le recuerda a las mascotas que ha tenido. Sin embargo, tiempos traen tiempos y ahora las mascotas son virtuales. Los primeros fueron los tamagochis, luego llegaron los neopets, lo de hoy es el pet society ¿lo conoce?
En los más remotos recuerdos de quien esto escribe se encuentra La Borola; una perra que parecía estopa de mecánico, cuya mayor gracia era robarse juguetes, o artefacto que a ella se le figurara lo era, y obsequiárselos a su dueña, que era yo.
Tras la Borola llegó la Marimba, pastor alemán gris de alcurnia bien perrona. Fue a dar conmigo por obsequio y se convirtió en mi guarura. Duró un buen de años hasta que se dejó morir. Un día, La Matriarca enfermó y tuvo una prolongada estadía hospitalaria, la Marimba se metió bajo el catre de La Matriarca y ahí se echó, se negó a comer y a volver a salir, hasta morir.
Los años llevaron a casa otros tantos canes; algunos de fina estirpe, otros el vivo ejemplo de la suma de razas. Hubo uno que llegó bien guapito, con moño y en canasta, quien lo llevó presumía la casta de aquel husky. La casta se la llevó el agua, cuando en la primera bañada las orejas del cachorro se despegaron, develando a un perro chancualillo al que el ingenio de los vendedores, y un poco de pegamento, lo habían convertido a un husky ciento por ciento pirata.
El tiempo llevó también a casa un pez, un gato, un conejo, unos pollos y unos gansos. El pez arribó directo de la presa Sanalona, era como una tilapia (los conocedores decían que sí lo era) chiquitita que había sobrevivido a una tarde de pesca. Vivió en un balde, de ahí se mudó a una pecera ganada jugando canicas en la verbena. El pez adoptó la mala costumbre de saltar, varias madrugadas, luego de escuchar “tras”, la de la letra tenía que ir presta a regresar al pez a su medio. Un día brincó cuando la casa estaba sola, al llegar y ver al pez boqueando fue un llanto el mío. Me apresuré a enterrarlo antes de que La Matriarca lo echara al sartén.
El gato llegó bien chiquito, todo cochino, lo bañé temiendo que se fuera a morir en ese instante, pues la conseja popular advertía: a los gatos no se les debe bañar porque se mueren. Ahí me tiene enjabonándolo en lo que bajaba toda la corte del cielo, corroboré que puede que el agua no les guste, pero no se mueren si los baña. Al tiempo también comprobé que uno no adopta a un gato, el gato lo adopta a uno.
El conejo fue sobreviviente de la clase de biología en la secundaria. Era blanco, blanco. El maestro nos había hecho integrarnos en equipos y pidió lleváramos una rana o un conejo para un experimento de disección, el encargado de la materia prima no encontró rana y llevó al conejo. No recuerdo por qué causa sobrevivió a la científica curiosidad secundariana, terminando en una de las bolsas del uniforme de esta su amiga. Así llegó a casa, donde se dedicó a comer, engordar, crecer y ganarse a pulso su expulsión del hogar. Un día de esos de calor, en que lo único fresco es un petate en el piso, La Matriarca hizo lo propio. A ella fue a dar el conejo y, aprovechando el sueño pesado de la doña, le mordisqueó el pelo hasta dejarle una calvicie como de monje dominico. Al despertar, La Matriarca se abalanzó contra el conejo, que la recibió clavándole sus dos dientotes. Tras ese hecho, el lepórido fue a dar con una vecina (era eso o echarlo a la cazuela), ahí le llevaron una compañera y se dedicó a reproducirse como conejo que era.
De los pollos no hay mucho que decir, fueron lindos mientras estuvieron chiquitos y mantenían su hermoso color verde, rosa o azul. Sí, porque era común que en las ferias y kermeses los expositores regalaran a los niños una bolsa de papel con hoyitos y dentro de ella un pollo pintado con alguno de esos colores. Eran hermosos en tanto no se les cayera el color y crecieran.
Los gansos no se los recomiendo como mascotas, son muy bravos, dan miedo. Nada que ver con los patos, que pese a su mal carácter no son tan agresivos.
Pero el tiempo trajo a casa también otras mascotas: las virtuales. El primero fue el tamagochi, cuyo nombre dio lugar a apodos y albures al por mayor. Se creó a mediadios de los años 90 y es, quizás, la primera mascota virtual. Los del Departamento de Etimología de A dos de tres dicen que el nombre proviene de la palabra japonesa tamago, que significa huevo, y chí, que representa afecto. El juguete, en efecto, tenía forma de huevo, venía en colores brillantes y los de la marca Bandai eran los más caros, por ser los originales.
El tamagochi traía una cadenita, de tal forma que podía traerse como llavero o dije, para poder estar al pendiente del animalito que aparecía en la pantalla. A ese ser virtual había que darle de comer, bañarlo, jugar con él y darle su medicina en caso de que se enfermara. Hiciera lo que hiciera, irremediablemente se moría en no más de 30 días o mutaba hasta “hacerse malo”, lo cual equivalía a que el monito sonriente y lindo se había puesto feo.
En menos de lo que se dice ¡cuaz! llegaron al mercado los tamagochis pirata. Los juguetes se convirtieron en una plaga, no había cuadra donde no encontrara uno a la venta, cada vez más baratos, por cierto. Así como llegaron se fueron. De un día para otro, cual dinosaurios, los tamagochis se extinguieron. Como toda moda, no han de tardar en volverse a popularizar.
El creciente acceso a las computadoras y al servicio de internet trajo consigo los sitios de mascotas virtuales: interactive cyber pets, mikballo, dinopar, miconejo, moutonking y neopets son ejemplo de ellos. Los neopets, uno de los más populares, a diferencia de sus antecesores tamagochis, por más que los desatienda no se morirán. Puede dejarlos sin comer, sin atención, sin medicina, sin nada, ellos se las ingeniarán para sobrevivir. Pareciera que quien diseñó los neopets es el mismo que diseña los virus para las computadoras.
Pero las llamadas redes sociales virtuales, como Hi 5 y Facebook, están ofreciendo a sus usuarios algo más que la posibilidad de encontrar y contactar a sus amigos, o a personas con gustos y aficiones afines. Ahora Facebook tiene dentro de sus utilidades una aplicación llamada Pet Society, que es la moda. Es un juego en el cual adopta una mascota, a la cual podrá vestir, transformar sus características físicas, y alimentarla; el bicho en cuestión viene con una casa que podrá amueblar y adornar, todo ello previo pago. Para pagar tendrá que hacerse de dinero, y para hacerse de dinero deberá competir, apostar o de plano extender la mano para que la caridad virtual le obsequie lo mismo algo de comer, que muebles o ropa.
Tener una mascota en el Pet Society es lo de hoy. ¿Qué seguirá?.
Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, mentadas, invitaciones y hasta felicitaciones por favor en la dirección adosdetres@hotmail.com ¡Ah! Y sí, la de la letra tiene una mascota virtual en el Pet Society, se llama Aboliere. En la vida real tiene a Galileo, el perro que le ladra a la Luna, y a Jovita, la tortuga malencachadita. Que tenga una semana de muchas sonrisas, como de tamagochi contento.

lunes, 10 de noviembre de 2008

A dos de tres
Marisa Pineda
Yo que sólo canté de la exquisita /partitura del íntimo decoro, /alzo hoy la voz a la mitad del foro/ a la manera del tenor que imita/la gutural modulación del bajo, /para cortar a la epopeya un gajo.
Así empieza La Suave Patria, poema de Ramón López Velarde, que era indispensable en todas las ceremonias escolares para conmemorar la Revolución Mexicana. El 20 de Noviembre esta a la vuelta de la esquina, en lenguaje de padre de familia eso significa: uniforme nuevo y/o caracterización del retoño para el desfile y/o homenaje.
Cuando la de la letra iba en la primaria por estos días empezaban las audiciones para los bailables. Dada la naturaleza del festejo el repertorio era exclusivamente de folclor mexicano; el Jarabe Tapatío era de rigor, al igual que los corridos revolucionarios, “La Adelita”, “La rielera” y “La cucaracha”, a la cual todavía no le censuraban el por qué no podía caminar.
Una vez elegido el cuerpo de baile, el resto del grupo pagaba tener dos pies izquierdos siendo lanzado a la declamación. La Suave Patria invariablemente era coral.
Mención aparte merecen la escolta y la banda de guerra, esa era la crema y nata escolar. No faltaba quien cuestionara los méritos de Fulano o Sutano, justificando su inclusión en el selecto grupo con la envidiosa explicación: “es que le cae bien al profe”.
La banda de guerra se integraba por alumnos de cuarto a sexto grado, a quienes desde temprana edad les había hecho justicia la Revolución. A cambio de ver al resto del plantel por debajo del hombro, no importaba cargar con los tambores o la corneta como apéndice; día tras día, de ida y de vuelta a la casa “para practicar”.
Plebe que llegaba con tambor o corneta a su casa, madre que se paraba de pestañas porque sabía que ello significaba invertir en guapear la pieza con un paño con galones; así como en el uniforme de gala del chamaco, sin contar la caminata en busca de las borlas para las mangas de la camisa, la boina y los guantes blancos. Todo para contemplar al cachorro destrozar el compás de los tambores, o ver como se iba poniendo morado porque el aire no le daba para terminar la parte de la trompeta, por más que hinchara los cachetes.
En las casas de quienes les había tocado bailable la estampa era similar. ¿Qué vas a salir de qué? ¿Y para cuando tenemos que mandar el dinero? Exclamaban los paterfamilias cuando uno entregaba el papelito mimeografiado enviado por la maestra, donde anunciaba que la criatura participaría en el Festival para Conmemorar la Revolución Mexicana, por lo cual solicitaba el anticipo para los trajes de los bailables. No fueron pocos aquellos padres que, tras hacer cuentas, reclamaran “¿por qué mejor no te escogieron para la recitación?”.
Tenían razón, los de la declamación salían prácticamente ilesos en cuanto a vestuario se refería. A cambio de ese ahorro, debían ejercitar la memoria y aprenderse en tiempo record los versos de La Suave Patria, del poeta zacatecano Ramón López Velarde, considerado como el poeta nacionalista de la Revolución Mexicana. “Suave Patria permite que te envuelva en la más honda música de selva, conque me modelaste todo entero al golpe cadencioso de las hachas y pájaros de oficio carpintero”.
Esa estrofa la declamaba un grupo de uniformados relucientes que decía al unísono: “Suave Patria”. El solista en turno daba un paso al frente, ponía cara de circunstancia, la mirada fija en el infinito (“que nada te distraiga” recomendaba la maestra) y con voz engolada recitaba el resto, mientras el brazo derecho y el izquierdo subían y bajaban alternadamente, como en cámara lenta, para rematar con ambos brazos al frente a la altura de la cabeza. Al final, tras bambalinas salían los reclamos: “el Fulanito no más abrió la boca y el perenganito iba por su lado”. Sí, porque sincronizar las palabras Suave Patria era casi tan difícil como sincronizar los semáforos peatonales de la Obregón (en los que por cierto se ven pasar los ocho segundos más rápidos de la existencia, cuando del 19 se brinca al once. La vida es un suspiro).
Pero el asunto no terminaba ahí, no, estaba otro grupo: el de los que desfilaban caracterizados. A quienes les tocaba ser Emiliano Zapata tenían fácil la encomienda: el pantalón no era problema, la camisa tampoco, se reciclaba el sombrerote que había quedado de la noche del grito, dejando el Viva México y tapando con pintura Vinci el cab... Un pedazo de peluche negro, pegado con cinta adhesiva, resolvía el bigotazo.
Para los que les había tocado ser Francisco Villa, Venustiano Carranza o Álvaro Obregón el panorama era más complicado. El traje se resolvía con un pantalón y una camisa marca Gacela (las más baratas por entonces) color caqui; unos botones dorados hacían las veces de estrellas, dando lugar a que en aquellos desfiles hubiera generales hasta de media docena de estrellas. Un tubo de cartulina negra en cada pierna convertía inmediatamente a los choclos escolares en botas; en tanto que un sombrero de cartoncillo gris, con mucha imaginación quedaba igual al del general Villa. Quien iba así sabía bien, en su interior, que por más esfuerzos de la madre, la caracterización había quedado bien lejos del Pancho Villa de las estampitas, o de las películas de Pedro Armendáriz. El espejo decía que se asemejaba más a Agallón Mafafas, el personaje del dueto cómico Los Polivoces. Pese a lo que dijeran las bondadosas progenitoras, el plebero se encargaría de confirmar esa última semejanza.
Quien sabe por qué razón a los desfiles se les añadían bastoneras. Nada que ver, pero allá va el grupo de animadoras post-revolucionarias. Falda corta con mucho vuelo, botas altas y un sombrero como de domador de circo eran el uniforme de este grupo. El cartoncillo de nuevo llegaba a salvar la situación haciendo las veces de bota y sombrero, con el añadido de que había que recubrirlo con papel lustre para que pareciera charol. ¡Pura opulencia!
Al pasar a la secundaria, el asunto se repetía, con la salvedad de que al llegar a la pubertad el sentido del ridículo se hace tan presente como los barros en la cara. La almidonada interpretación de la Suave Patria se volvía motivo de crueles parodias. Salir en el bailable dejaba de ser premio para convertirse en castigo a la gracia y el donaire. Pertenecer a la banda de guerra era un suplicio porque los ensayos eran más frecuentes y las distancias a recorrer más largas. Ser bastonera era una imborrable oportunidad para escuchar las más asquerosas obscenidades y descubrir que para ese papel no se requería talento, sino estómago.
A estas alturas del partido, aquel cuya madre le decía que llevaría botas de cartón prefería tragarse un triángulo de Magsokon, para provocarse una incontenible diarrea, antes de enfrentar el escarnio de toda una escuela. Preferible perder un punto, o que lo reprobaran en Civismo, que desfilar con una caracterización tan chafa.
Suave Patria: tu casa todavía /es tan grande, que el tren va por la vía /como aguinaldo de juguetería. Ya viene el 20 de Noviembre, si tiene hijo en edad de desfilar, ¡por piedad!, no permita que estrene zapatos ese día. Cómprelos antes para que los horme. Recuerde como quedaba uno con los pies ampollados, sangrantes, tras desfilar con zapatos nuevos. Acuérdese.
Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com. Muchas gracias a Alejandra Arano por la calaverita que tuvo a bien obsequiar a este espacio y a la de la letra. Gracias por hacer que esto valga la pena. Que tenga una semana sin ampollas en el ánimo.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

A dos de tres
Marisa Pineda
La vida de los muertos está en la memoria de los vivos.
Feliz Día de Muertos. ¡Toing! Así de grandes se abrieron los ojos de la de la letra cuando vio la frase impresa en una tela para mantel, en popular tienda frente a Catedral.
Es verdad que México se distingue del resto del mundo por su celebración del Día de Muertos. Sitios como la isla de Janitzio, en Michoacán, son punto de concentración para visitantes de los cinco continentes, extasiados por el misticismo que envuelve este día al panteón del lugar. La luz de las velas, los colores de las flores, sus olores, el sonido de cánticos y letanías que no cesan día y noche crean una atmósfera única, que sólo puede darse el día en que, según la tradición, los que ya hicieron el viaje sin retorno tienen permiso para venir a comprobar que la vida de los muertos está en la memoria de los vivos.
Y sin importar que de limpios y tragones están llenos los panteones, aquí a la Muerte se le come dulce y salada: en pan, en calaveras de azúcar, en caldos y en cocteles levantamuertos. Aquí la Muerte nos pela los dientes, y se le canta y se le hacen rimas jocosas. A la Muerte le hablamos de tú y le ponemos apodos, “la huesuda”, “la catrina”. Sólo aquí petatearse, entregar el equipo y estirar la pata son sinónimos del verbo morir, porque para morir nacimos.
En todo ello de acuerdísimo, pero de eso a Feliz Día de Muertos… hay una vida de diferencia.
A propósito de la efeméride, el Instituto Nacional de Geografía e Historia (INEGI) emitió un comunicado especial, en el cual informa: “en México, a principio de los años treinta se esperaba que un recién nacido viviera en promedio 33.9 años; al 2008, la esperanza de vida al nacer es de 75 años. Las mujeres viven en promedio casi 5 años más que los hombres. Para este 2008, la tasa bruta de mortalidad es del 4.9 defunciones por cada mil habitantes. En el 2007 –refiere- se registraron 514 mil 420 defunciones; 124 muertes masculinas por cada 100 femeninas. Las principales causas de muerte son: la diabetes mellitus, tumores malignos, enfermedades isquémicas del corazón, enfermedades del hígado, enfermedades cerebrovasculares, enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores y los accidentes de transporte en conjunto, que fueron causa de 56.2% de las defunciones, ocurridas en 2007”.
La de la letra estaba a punto de hincarle el diente al pan de muerto cuando los del Departamento de Estadísticas de A dos de tres (fanáticos de los números) confirmaron: “sin ánimo de espantar con el petate del muerto, según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social la diabetes es primera causa de muerte en México, el año pasado registró 21 mil 388 fallecimientos”. Veneno que no mata engorda.
El Sector Salud establece que cada año mueren casi 60 mil personas (niños, jóvenes y adultos) por algún tipo de cáncer, primera causa de muerte en el mundo. Ya lo dice el refrán, “en mal de muerte no hay médico que acierte”, añaden los del Departamento de Culturas Populares de A dos de tres. Cuando la de la letra era niña (cinco o seis años) tenía la idea de que la gente moría en orden cronológico. Un día cualquiera mi mejor amiga, uno o dos años mayor, enfermó de leucemia (la palabra se me hacía tan bonita) y murió. Su partida me enseñó la primera gran lección sobre la vida: la Muerte tiene su propio orden.
Siguiendo con los números: el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva de la Secretaría de Salud indica que cada 30 minutos muere una persona por lesiones provocadas en accidentes de tránsito, principal causa de muerte en hombres jóvenes.
Hay otras cifras, las de 4 mil 313 muertos, del 1° de diciembre del 2006 al 1° de octubre del 2008. Con ellos la Muerte ha tenido que librar una lucha constante, pues si un día el asesinato de cuatro personas asombra, mañana la proporción tiene que duplicarse para lograr conmover, ya ocho, ya once, ya veintidós, todos en un día a día que no da tiempo para asimilar el hecho de morir. En esos números La Muerte pareciera haber visto como le arrebatan tanto su papel protagónico, como parte de su poder y sus designios.
En las primeras escenas de la película El Padrino, el señor Buonasera acude con don Vito Corleone para pedirle se haga justicia, su hija fue ultrajada y el responsable anda libre por las calles. Don Vito le asegura que “se hará justicia”, anticipándole que quizás un día le pedirá un favor y deberá cumplirlo. Ese día llega cuando a Corleone le asesinan a su hijo Sonny, en una emboscada. Don Corleone entra a la funeraria del señor Buonasera y clama su ayuda. Haz algo por él, mira cómo dejaron a mi hijo, no se lo puedo llevar así a su madre, su madre no lo puede ver así, suplica El Padrino.
Al ver las noticias, son muchas las veces que esta su amiga ha recordado esa escena y se ha preguntado cómo obrará el talento de los empleados de las casas funerarias para rescatar aquellos cuerpos para sus familias. Los caídos en esa carrera, donde las cifras compiten con la forma de morir. Donde a las ejecuciones con armas de fuego con calibres capaces de derrumbar paredes de concreto, le responden las incineraciones, las decapitaciones, los descuartizamientos; los cadáveres con mensajes escritos con todas sus letras o encriptados en billetes o serpientes envueltas al cuerpo, en un código al cual la Muerte misma –de nuevo- parece ajena.
Esos 4 mil 785 asesinados por grupos vinculados al crimen organizado, según las cifras de la Policía Federal Preventiva. Cifras, tan heladas como la muerte misma, que detallan, con la democracia que sólo la Muerte tiene: 4 mil 313 asesinatos fueron de civiles y 472 de elementos de corporaciones policiacas o militares. Fue Séneca quien dijo: “La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo y para muchos un favor”.
La Federación Latinoamericana de Periodistas reporta que del 1° de diciembre del 2006 al 1° de octubre del 2008, en México hubo un periodista asesinado por mes, en promedio; al mes de abril había también cuatro desparecidos. Cuatro que no mueren ni reposan, como dice la canción de Víctor Manuel.
Feliz Día de Muertos dice la tela que la de la letra vio, enseguida le vinieron a la mente los tiempos en que desde la víspera del Día de Muertos estaba estrictamente prohibido jugar a la ouija, a la lotería o a la baraja “no provoques a los espíritus” era la contundente explicación. A cambio, La Llorona, la Mujer de Blanco, la Mujer de Negro, la Mano Peluda y todo el catálogo de espíritus para aterrorizar a chicos y grandes (miedosos de closet) hacían una tregua. En las casas no debía faltar la cruz de velas con el vaso de agua para dar luz a los difuntos. Una vez terminado el rosario que acompañaba la instalación de la cruz de luces, la velación se convertía en una fiesta aderezada con las anécdotas que dejaron los finados. De esos momentos la de la letra recuerda a La Matriarca, puntualizando solemne: “hablo de su vida, no de su muerte”.
Ya sabe: comentarios, sugerencias, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com. Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Que tenga una semana de vivencias plenas.

sábado, 1 de noviembre de 2008

A dos de tres
Marisa Pineda
“Es una ocasión singular la de que el dólar esté de-va-lu-a-do…”
La de la letra llegó canturreando “No hay marcha en Nueva York”, éxito del grupo español Mecano, que en 1998 fue el primer sencillo del disco Descanso Dominical. Quién diría en ese entonces que la primera oración de la canción tendría alcances proféticos.
El 50 por ciento de los lectores de A dos de tres (dos lectores para ser precisos) se dirigió a este espacio para preguntar si esta su amiga ya estaba enterada del Amero; ese rumor, noticia, broma de humor negro, vaticinio o como se le guste llamar, que se refiere a lo que sería una nueva moneda común para Canadá, Estados Unidos y México. Algo así como un euro versión región cuatro, de ahí, incluso el nombre de Amero, por América.
Parece que la socialización del Amero partió de un video de Hal Turner en el canal de internet You Tube. Hal Turner es un locutor norteamericano que tiene un blog (una bitácora, pues) con aspiraciones por demás serias. El blog se llama Hal Turner Show y toma el nombre del programa que tuvo Turner en radio y que terminó el 30 de julio de este 2008. De ahí, el locutor pasó el programa a su sitio de internet el cual cerró también, el 18 de agosto. Luego mudó su show al espacio gratuito de blogspot http://halturner.blogspot.com donde seguía, al menos hasta el día de ayer. ¿Qué llevó al cierre de los anteriores espacios de Hal Turner? Su racismo extremista, su declarada proclividad al movimiento antiinmigrante y a la homofobia. Como ejemplo de ello, están estas dos perlas, cortesía del Departamento de Traducciones de A dos de tres:
“Por segunda vez en una semana, se ha encontrado muertos a tiros a varios mexicanos en la frontera de los Estados Unidos ¡Abogo por matar a más de ellos! Durante años he estado defendiendo públicamente en mi radio y en esta página web, que los mexicanos sean muertos a tiros cuando cruzan ilegalmente la frontera con los Estados Unidos! 11 de octubre del 2005.
“Si desea el cambio social en este país. Si quiere que los homosexuales regresen al closet. Si quiere las fronteras con México selladas. Si quiere que los ilegales sean atrapados en redadas y deportados. Si quiere que terminen las violaciones, los robos a la gente blanca por parte de los negros, es hora de la violencia. Esa es la realidad: es hora de la violencia”. Julio del 2005.
El 19 de octubre de este 2008 Hal Turner publicó en su blog un artículo donde ratifica su vaticinio del colapso financiero de los Estados Unidos antes del verano del 2009, y recuerda que él anticipó la debacle económica en su programa de radio del 5 de septiembre del 2007. Turner rememora que en ese mismo programa reveló el plan secreto del gobierno de su país para implementar el Amero, una moneda común con Canadá y México; así como una nueva nación común llamada Unión Norte América. De nuevo, la versión región cuatro de la Eurozona.
Sin embargo, cabe aclarar que el vaticinio de la debacle económica no es autoría de Turner. No, no, no, para su nota, él se basó, o más bien transcribió, lo que aparece en el Lettre Confidentielle de LEAP/E2020, que no es otra cosa que el Boletín Confidencial del Laboratorio Europeo de Anticipación Política. El referido boletín pierde su confidencialidad a cambio de una suscripción por mugrosos 200 euros por un año.
Ahora que si no quiere suscribirse al LEAP, puede destinar esos 200 euros en suscribirse al GEAB. ¡Oquelá! Dice uno de los cuatro lectores, y ahora, ¿qué es eso del GEAB? Es el Boletín de Anticipación Europa Global, responden prestos los del Departamento de Estudios Económicos de A dos de 3 (DEE/A2D3 para que se vea y se escuche reteapantalladora la versión doméstica del LEAP y el GEAB) y abundan: es lo mismo que el LEAP pero con otros investigadores.
Vamos, decodifican los del DEE/A2D3, en ambos casos se trata de revistas por internet especializadas en temas económicos, que autoproclaman: “A partir de febrero de 2006, el equipo LEAP/E2020 fue el primero en lanzar una alerta mundial sobre una inminente crisis sistémica global. Desde entonces, cada mes, anticipó con precisión las diferentes fases del desarrollo de esta crisis”. En latin vulgaris eso se sintetiza en la frase “se los dije”.
Pues fue en esos artículos donde apareció lo de “un nuevo dólar”. Reproducimos tal cual el texto: “La conmoción brutal que generará la cesación pago de los Estados Unidos en el verano de 2009 es en parte una consecuencia del desacoplamiento de la toma de decisiones de las grandes economías del mundo con relación a los Estados Unidos. Es previsible y puede ser amortiguada si todos los actores empiezan ahora a anticiparla. Este es uno de los temas desarrollados en este GEAB Nº 28. El LEAP/E2020 sólo espera de que el colapso de septiembre de 2008 habrá « enseñado » a los responsables políticos, económicos y financieros del planeta a comprender que se actúa mejor por anticipado que en la emergencia. Sería una lástima si la Eurozona, Asia y los países productores de petróleo, al igual que los ciudadanos de EEUU, de repente descubrieran en el verano de 2009, luego de un largo fin de semana o un cierre administrativo de las entidades de crédito y bolsas en los EE.UU, por varios días, que sus Bonos del Tesoro y sus USD sólo conservan el 10% de su valor ya que se instauró un « nuevo Dólar ».
En general los contenidos de las revistas son un reto a los felizólogos, quienes, sin duda, algo han de haber sabido en su momento porque el monje se apuró a vender su Ferrari y el otro a robarse el queso.
Ahora bien, los del DEE/A2D3 observan: eso del Amero tiene alcances que ni el LEAP, ni el GEAB, ni Turner con todo su desprecio a las razas inferiores mencionan. Uno de esos alcances es que si hay una moneda común ¿qué caso tiene ya irse a trabajar al gabacho? El que los dólares valgan lo mismo allá que aquí como que no paga ni la correteada de la migra, ni la nadada del Río Grande, muchos menos el sofocamiento en el doble fondo del trailer o el furgón. Cuentan que por aquello del “se los dije” los polleros ya se suscribieron al LEAP y al GEAB para saber el rumbo que tomarán las economías y cambiar de giro en cuanto el contrabandear humanos deje de ser negocio.
La de la letra dice a los cuatro lectores de A dos de tres: servidos. Así surgió eso del Amero, de dos revistas electrónicas con un mismo contenido, socializado por un locutor, que seguro tiene suscripción desde endenantes. Acto seguido la de la letra procede a ratificar su suscripción gratuita a un servicio de horóscopos, porque al menos esos vaticinios permiten elegir: “si me gusta lo que dice creo en los horóscopos, si no no”.
Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias (ya vio que sí se atienden), invitaciones, mentadas (también se les hace caso) y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com
La de la letra se va canturreando la rola de Polo Urías y su Máquina Norteña: “como el peso devaluado te quedaste, así de menos a mi alma tu le hacías, como el peso devaluado vas cayendo, cómo me pagas si empeñaste hasta mi vida”. Octubre…