miércoles, 27 de febrero de 2008

A dos de tres

Marisa Pineda

Y allá van, transpirando entusiasmo, con la sonrisa nerviosa de la emoción, provocando envidias, contándole a quien quisiera oirlas, y al que no también, la aventura que iban a vivir… y la vivieron.
Deje le platico la historia de tres amigas que ya se veían pintando el cielo de azul, volando entre nubes de tul, y terminaron con los pies bien puestos sobre la tierra.
Las cosas fueron más o menos así: “Va a haber globos, muchos globos y te puedes pasear” llegó contando con voz, ojos y manos una compañera de trabajo. El entusiasmo se contagió, todos brincamos de nuestros asientos porque en la última frase entendimos que se trataba de globos aerostáticos, y muy comodinamente dimos por sentado que “te puedes pasear” era sinónimo de gratis.
Ahí nos tiene a todos entusiasmados. Con lo que una vio en la televisión, con lo que otra escuchó sepa donde y con lo que alguien más leyó en un cartel, el grupo armó el rompecabezas informativo: Culiacán era sede de un festival internacional de globos aerostáticos, te podías pasear y había un teléfono celular donde se podía reservar el lugar. Ya me vi.
Primera caida y desde la tercera cuerda, para más dolor
El grupo nombró a una vocera e indicó “llama inmediatamente para apartar el viaje”. Y llamó, así se enteraron que el paseo por las nubes costaba 4 mil 500 pesos por tres personas o 6 mil pesos por una pareja, con derecho a un plato con botanas y una botella de champán. En ambos casos el viaje duraba una hora y media; 15 minutos para elevarse, 60 para pasearse y los otros 15 para descender. El precio provocó la primera depuración al padrón de aspirantes. La de la letra fue de a las que les cortaron las alas y resignadamente tuvo que decir “yo pa’rriba volteo muy poco”.
Segunda caída, empate.
Durante tres días el ánimo se mantuvo alicaído. Haga de cuenta cuando era niño, lo llevaban a la verbena y veía como otros plebes se paseaban en los juegos, mientras uno tenía que quedarse contemplándolos porque los papás ya no tenían para el boleto. Pero ya lo dice el dicho “que me importa el mar si perla soy” , y ahí tiene que el trío de tres se decide, rompe el cochinito y a volar se ha dicho.
A las 12:00 del mediodía, del viernes 15, llegó a la oficina un muchacho con carpeta en mano, traía el recibo, el pase que permitiría tocar el cielo, sentir esos aires de libertad que da el despegar los pies del suelo.
Desde ese viernes el trío de tres sabía que tenía que estar en el Autódromo Culiacán, el domingo 17 de febrero, a las 9:00 de la mañana, que tenía el número 15 en el turno al cielo y que llevarían cámara y espejitos. La cámara para captar el inolvidable momento, los espejos para restregarle a los de abajo que ellas sí que volaban alto. A una le había quedado claro que durante quince días viviría prácticamente del aire, la otra de la caridad familiar y la otra nada más sonreía, segura de que Dios proveería.
El sábado quedó diseñada la logística. Las escaleras del atrio de Catedral serían el punto de encuentro, a las 8:00 de la mañana, de ahí hacia arriba.
A volar, todos a volar, la aventura ha comenzado, no se sabe qué va a pasar...
Tercera caída, ¡ouch!.
Al autódromo llegaron puntualitas, con el ánimo muy en alto. De los 30 globos que les anunciaron sólo encontraron nueve. Vieron como uno a uno fueron elevándose y como uno a uno fueron cayendo metros delante… sin que regresaran. Un muchacho se aventó con su parapente, ni quien lo viera porque no lo anunciaron. La escaces de aplausos no lo amedrentó, agarró el megapapalote y allá va de nuevo, sin que, otra vez, nadie lo anunciara. A la entrada cobraban 50 pesos, con derecho a ver como minuto a minuto quedaba menos que ver. Algo no andaba bien.
La que llevaba el recibo hizo cabeza de grupo e indicó: yo sigo al de café, ustedes no pierdan de vista a los dos de negro.
El de café trató de catafixiarles el viaje “para mañana, para el miércoles o la próxima semana” o por un vuelo (de 15 minutos) en un ultraligero. ¡Niet!, ¡nada!, si ya la dueña y piloto de la única aeronave que logró regresar les había explicado que después de las 9:00 no había condiciones para volar, que nadie arriesgaría sus globos y que ya se iban todos a sus lugares de origen. ¡Abur!.
Por eso, antes de ver volar su dinero, se hilvanaron al de café hasta que, harto, cedió no sin antes advertirles: “esta bien, vengan acá, les voy a dar su dinero pero no hagan escándalo, no le digan a nadie”.
De la aventura les quedaron las fotos; con la tecnología del fotochop y el indiscutible talento de una de ellas para el diseño, en las imágenes parece que realmente surcan los aires, cuando en realidad no levantaron los pies del suelo.
La tercera caída estaba dada. Dinero en mano hicieron caso omiso a la petición del de café, salieron como al principio, contándole a todo el que quisiera oirlas y al que no también.
Saludos, recomendaciones, peticiones, mentadas y hasta felicitaciones, por favor hágalas llegar a la dirección adosdetres@hotmail.com
Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Que tenga excelente semana.

martes, 19 de febrero de 2008

A dos de tres

Marisa Pineda

¿Cómo le fue con el Día del Amor y la Amistad?. La de la letra no se puede quejar, tiene más amigos que los que quizás merece. A todos ellos muchas gracias por el ser y el estar.
La insana curiosidad que me queda es ¿que resultados daría el "Programa especial Día del Amor y la Amistad" que implementó la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco)?.
Deje le cuento: resulta que la Profeco implementó un operativo de verificación a florerías, restaurantes, bares, hoteles y moteles; con los tres primeros, para vigilar que se cumplieran los porcentajes de ofertas y descuentos anunciados, con hoteles y moteles para que no elevaran arbitrariamente sus tarifas y no condicionaran los tiempos de hospedaje. El último año, a decir de la Procuraduría, se repitieron las denuncias contra moteles que a la par de aumentar considerablemente sus tarifas, redujeron los tiempos de estancia de sus huéspedes a cuatro horas. Un abuso que se repite el Día de la Secretaria, fecha que junto con el 14 de febrero es cuando más quejas contra los moteles recibe la Profeco. Los comentarios van por cuenta del lector.
Y ahora que pasó el Día de San Valentín ¿que sigue?. Pues la Semana Santa.
Estamos a menos de un mes de la Semana Mayor, tiempo de reflexión, días de guardar; sin embargo, para muchos de nosotros la reflexión se limita a ver "El martir del calvario" o “Rey de reyes” en la televisión.
Ahora la aglomeración será en los gimnasios, con todos aquellos que, en un mes, buscan tonificar los músculos que han estado en reposo por once meses del año.
Desde este lunes, la asistencia también se incrementa en cuanto consultorio de nutriólogo, acupunturista, naturista, similar y conexo ofrezca tumbarle a uno, a la voz de ¡ya!, los kilos que separan al orgullo del complejo de dejarse ver en público en traje de baño.
Desde ahora empezamos a prestar oído a las experiencias de cuanto conocido nos diga "yo fui con fulanito y bajé cinco kilos en un mes", "yo tomé el Quiensabeque Nutrichión (porque todo tiene que incluir la palabra nutrition, invariablemente en inglés) y en una semana bajé tres kilos".
Y allá vamos, rumbo al consultorio de quien nos ofrezca tumbarnos más kilos en menos tiempo, y por menos tiempo entiéndase no más de dos semanas.
Llegamos al lugar en cuestión y en la antesala le echamos un vistazo a la concurrencia, comparándonos con los demás aspirantes a delgados, hasta dar con quien este más gordo que uno.
Ya que entramos al privado del adelgazador viene lo bueno: el pesaje. ¿Cuaaantoo?, es que traigo pantalón de mezclilla y botas, explica uno en lo que separa tramposamente un pie de la báscula. El tipo de la bata (a quien inmediatamente le otorgaremos el título de “doctor”) hará como que no vio el pie levantado, nos dirigirá una sonrisa comprensiva, así como unas palabras que nos darán certeza y ánimo de que lo lograremos.
De ahí sigue alguna, o todas, de las siguientes opciones: las agujas, los licuados y/o la dieta con "estas pastillitas que no son anfetaminas, se las doy en la cantidad justa que necesita para una semana". ¿Las venden en la farmacia doctor, cómo se llaman?. "Van incluidas en la consulta. Se las voy a poner en esta bolsita".
Y en lo que uno guarda la bolsita de las pastillas (cuyo nombre jamás sabremos y la composición, mejor ahí la dejamos), enfilamos rumbo a un diván. "Acuéstese aqui, le voy a poner unas agujitas que no le van a molestar para nada. Estas agujitas las va a girar despacito, en movimientos hacia la derecha, quince minutos antes de que vaya a comer, eh?".
Que distinta es esta paciente de aquella que cuando va a sacar la licencia de manejo arma un escándalo para que no le pinchen un dedo para determinar su tipo sanguíneo. Que distinta es esta que quietecita cierra los ojos para imaginarse luciendo la silueta deseada, de aquella que a gritos replica "le digo que soy o positivo, por qué me va a volver a picar el dedo, ni que me hubiera cambiado el tipo sanguíneo de lo que saqué la otra licencia a ahora".
"Es un piquetito de nada". ¡Aaay!. "Eso fue todo, le voy a poner un pedacito de cinta color piel para que nadie se las note". Nooo, ni quien se fije en las discretas rueditas de cinta, menos aún cuando se empiezan a despegar y se ven como costras levantadas.
Pero el asunto no termina ahí; no, no tuviera tanta suerte. Antes de salir del consultorio el tipo de la bata extenderá una hoja con la dieta. En este renglón hay dos opciones: una es vivir una semana a base de lechuga y agua de jamaica sin azúcar; la otra es desayunar y cenar un licuado mezclando agua y un polvo que el sabor a chocolate, vainilla o fresa sólo lo tiene en la etiqueta. En esta opción la comida fuerte es... ajá...una ensalada de lechuga con más lechuga. Si le va bien, pueque incluya un tomate "pero sin nada de sal, ¿eh?". "Para que no se le haga pesado, entre comidas esta permitido tomar café o te sin azúcar o con azúcar de dieta".
¡Eso es todo!. Salimos del consultorio con una sonrisa y el autoconvencimiento de que ahora sí nos desharemos de los kilos de sobra en lo que se dice cuaz. Ya después vendrán las mentadas contra "el fulano" (ya no será más “el doctor”) que nos puso una hambreada y nos tumbó apenas un kilo, quesque porque movimos las agujitas mal. Ya luego renegaremos de que el #$% licuado sabe a harina y no tiene nada de dulce, que las pastillitas nos traían tontos y que a la siguiente semana de haber dejado la dieta, el kilo que habíamos perdido regresó con intereses leoninos.
Pero en vía de mientras, a prepararse para las vacaciones de Semana Santa.
Cambiando abruptamente de tema. ¿Usted ve telenovelas? yo si, lo confieso. Veo "Fuego en la sangre", ¿la vio el viernes?, ¿vió a los tres bichis?. Pues ahi tiene que en ese capítulo los tres galanes se avientan una escena tal como Dios los trajo al mundo. Haga de cuenta aquella parte de "La tercera palabra" con Pedro Infante bañándose en un lago y Marga López descubriéndolo totalmente desnudo.
En la novela ahí tiene a los tres chicos guapos de la historia bañándose bichis en un manantial, con la naturalidad que un baño amerita, y a una de las galanas espiándolos. La escena parece ser un parteaguas en las telenovelas, ¿o acaso usted recuerda alguna otra con tres desnudos totales, de varones?. Habrá que esperar los comentarios en las secciones de espectáculos.
Pasamos a las recomendaciones. Sandra Robles, pintora, incansable promotora cultural y amiga, ya abrió su Café Paloma. Sirve desayunos de 9:00 de la mañana a 1:00 de la tarde. La buena cocina es característica de Sandra, sus mermeladas elaboradas artesanalmente merecen mención aparte. El Café Paloma se encuentra en la colonia Las Quintas, por la calle Presa Santa Rosa. Para reservar puede llamar al 72 10 07 38.
Antes de irnos, permitanos, por favor, un paréntesis muy personal. Esta semana se nos adelantó en el camino Carlos Espinoza, fotógrafo, amigo de muchos años. Para toda su familia el abrazo solidario.
Comentarios, sugerencias, invitaciones, aclaraciones y mentadas al correo adosdetres@hotmail.com
Muchas gracias por el favor de su atención y con ello hacer que esto valga la pena. Que tenga una excelente semana.

martes, 12 de febrero de 2008

A dos de tres

Marisa Pïneda

Hola, hola. Muchas gracias a quienes han tenido el estupendo detalle de escribirnos. N'ombre, si ya los de "Bisnes end money" y los de "Le politiq", que presumen de ser de las columnas más leídas, están asustados, y eso que apenas llevamos un mes. ¿Un mes ya?, que rápido se va el tiempo cuando uno esta agusto.
Para quienes es la primera vez que leen A dos de tres, los pongo al tanto: resulta que a la de la letra le encanta la lucha libre, de ahí el nombre de la columna. Bueno, pues como muchos saben y los que no, ahora lo sabrán, el 5 de febrero se cumplieron 24 años de la muerte de El Santo, nombre que sintetiza la quintaescencia de la lucha libre mexicana. Para este renglón, le apuesto a que ya sabe de que se tratará A dos de tres hoy. Si dijo "de el Santo", le atinó.
A lo mejor a usted la lucha libre no le llama la atención nadita, o quizás hasta la considere de nacos pero créame, el saber no ocupa lugar y saber algo de el Santo no sobra, por el contrario, a veces ayuda en las conversaciones, pasa como cultura general.
Rodolfo Guzmán Huerta nació el 23 de septiembre de 1917, en Tulancingo, Hidalgo. El propio luchador diría en entrevista con Noé Cubas Colmenares (la cual aparece en el libro Santo el enmascarado de plata y Casanova) "Cuándo nació el Santo? No lo sé... He nacido muchas veces; para mi, el calendario, el tiempo, no ha contado".
En su adolescencia incursionó en la pintura y la escultura, estudió en la Academia de San Carlos. Desde entonces mostró, además de sus cualidades artísticas, sus indiscutibles aptitudes para los deportes.
Hay documentos que indican que el 28 de junio de 1934 Rodolfo Guzmán Huerta debutó en la arena Peralvillo Cozumel, con el nombre de Rudy; sin embargo, de acuerdo a los registros de la Empresa Mexicana de Lucha Libre, el debut oficial se marca en 1935, en la arena Islas de la colonia Guerrero, como Rudy Guzmán. En 1936 se convierte en enmascarado y toma el nombre de el Hombre Rojo. En la década de los 40 se transforma en el Murciélago II, pero la Comisión de Box y Lucha lo obliga a cambiar de nombre luego de perder la demanda que le entabló el Murciélago Velázquez. Sobre este episodio el Santo le confesaría a Cubas Colmenares, en una de sus tantas entrevistas, "fue la peor etapa de luchador. Francamente llegué a considerar la posibilidad del retiro".
Fue justo en esa época, en que la suerte le aplicaba a Guzmán Huerta la quebradora, cuando el empresario Jesús Lomelí le propuso cambiar de nombre, planteándole tres opciones: El Ángel, El Demonio o El Santo. La elección es de sobra conocida.
Ataviado con su máscara plateada, confeccionada en piel de cerdo, el Santo subió al ring el domingo 26 de julio de 1942, enfrentándose al Ciclón Veloz.
De su debut oficial en 1935, a los 17 años de edad, a su retiró el 12 de septiembre de 1982, el Santo tuvo más de 15 mil peleas y ganó aproximadamente el 75 por ciento de ellas. Ha sido el luchador que más tiempo mantuvo su anonimato, y el que más cabelleras, capuchas y trofeos logró. Su primer sueldo fue de 1 peso con 50 centavos, ya con la fama del personaje llegó a cobrar 5 mil pesos por lucha, según comenta Rafael Olivera Figueroa, en "Memorias de la lucha libre". (¿Se nota mucho que el tema me gusta?).
En 1950 el Santo hizo una gira por Estados Unidos, de la cual destacan las presentaciones que hizo sin máscara, en Houston, Texas.
El miércoles 3 de septiembre de 1952 apareció la historieta Santo El Enmascarado de Plata, de José G. Cruz, constaba de 32 páginas y costaba 50 centavos. Inicialmente salía a la venta los miércoles, pero como el éxito fue tal llegó a publicarse tres veces por semana, alcanzando un tiraje de un millón y medio de ejemplares. Los cincuentas fue la época en que historieta se convirtió en el caldo de cultivo para la ciencia ficción mexicana, cuando germinó la mitología de los paladines mexicanos, como el Santo que, para colmo, era real.
El 13 de octubre de 1952 comenzó el rodaje de la película El Enmascarado de Plata, con argumento de José G. Cruz, y dirección de René Cardona. La cinta se exhibió hasta 1954. El resto es historia. El cine de luchadores se convirtió en un género, que hasta el día de hoy es objeto de análisis y tesis.
Quién no recuerda al Santo peleando contra las mujeres vampiro, contra los monstruos, contra el Cerebro del Mal, hasta con las Momias de Guanajuato y que decir contra los extraterrestres. El Santo tuvo para todos los villanos; para los que llegaron provenientes de las leyendas mexicanas, para los que venían del más allá y hasta para los desembarcados del espacio sideral. A todos los despachó para tranquilidad del mundo, pero sobre todo de México.
Diálogos como "Santo llamando a Blue Demon, Santo llamando a Blue Demon, contesta Demon" se encuentran ahora en ringtones de celulares. Veinte pesos más iva y su celular sonará así: "Santo se escapan las momias, Santo se escapan las momias".
Rodolfo Guzmán Huerta murió el 5 de febrero de 1984, unos diez días después de haber mostrado buena parte de su rostro en el programa Contrapunto, de Jacobo Zabludovsky. Dos años antes, en una entrevista que cita José Buil en el artículo "El Santo, máscara y músculo", Guzmán Huerta había expresado: "Mi historia la hice yo mismo. Tal vez haga historia cuando me muera, tal vez me olviden. Tú sabes que un personaje surge y muere. El personaje de Santo quizá lo haga después uno de mis hijos, a lo mejor así el Santo llega a ser una leyenda".
Y se convirtió en leyenda, en ícono de la cultura popular mexicana.
Como dice la canción de Botellita de Jerez: "Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay hombres que luchan un año y son mejores, hay hombres que luchan muchos años y son muy buenos, pero hay quienes luchan todos los domingos, esos son los chidos".
Antes de irnos, vamos a la sección de comerciales. El 14 de febrero es inminente. Si usted quiere festejar el Día del Amor y la Amistad con algo más que chocolates, peluches, flores, globos y sushi, puede acudir al kiosco de la Plazuela Obregón. Ahí estará, a eso de las 11:00 de la mañana, el amigo Raúl Quiroz, promotor del programa Sinaloa un estado de lectores, hablando sobre el amor en la literatura y obsequiando libros. Si anda por el centro, valdrá la pena hacer un alto en el kiosco de la plazuela. La charla y los libros serán gratis, y ¿que hay más barato que gratis?.
Ahora si, ya nos vamos. No sin antes agradecerle el favor de su atención y con ello hacer que esto valga la pena.
Recuerde: comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones puede hacerlas llegar en adosdetres@hotmail.com
Que tenga una excelente semana.

miércoles, 6 de febrero de 2008

A dos de tres

Marisa Pineda

(Y-es-que-te-quiero-o-o, beibi te quie-ro-o-o, desde que-te-he-co-no-ci-do-yo-vi-vo-tan-fé-liz)
Si, vengo cantando contra mi voluntad. Tardé, prácticamente, todo enero en desprenderme del sonsonete ese que escuché en diciembre, pero parece que lo eligieron el fondo musical oficial para este 14 de febrero. ¡Ah! pues ahí tienen, que de nuevo pesqué la cancioncita y no logro deshacerme de ella. ¿Les ha pasado?.
A propósito de ¿les ha pasado?. Es común que uno se refiera a "los cuatro lectores", "los cuatro radioescuchas", "los cuatro televidentes", pero aquí si que podemos presumir de cuatro lectores y un cachito más, tomando en cuenta el número de correos que recibió adosdetres@hotmail.com, así como los comentarios que, por otras vías, nos compartieron sobre las revisiones en los aeropuertos.
Para quienes nos preguntaron si era cierto que el señor aquel llevaba un hoyo en el calcetín: sí, es totalmente cierto que el hombre quedó con su dedito bichi, expuesto frente a toda la bola de mirones. También es cierto que la de la letra formaba parte de los morbosos que estaba en el bando de los que querían, infructuosamente, parecer discretos.
Gracias a quienes nos compartieron sus experiencias en las revisiones en aeropuertos. Desde quien nos anticipa "ya te contaré una que me pasó en ese sentido" (que conste, pendiente) hasta quien reconoce que la petición de quitarse los zapatos le molestó tanto,que, ya enojado, contestó "y no quiere que también me baje los pantalones" uniendo la acción a la palabra.
Ahora dejen les cuento lo que me pasó en ese mismo esculque donde estaba el señor del hoyo en el calcetín. Ahí tienen que la Marisa pone en la cajita de plástico toda la herrería (aretes, pulseras, collares) y le dicen "también el cinto", ¡ah! caray, -dice- no me habían pedido que me quitara el cinto... va también el cinto. Coloca en la banda su bolsa de mano, la bolsa con regalos y compras, el abrigo, cruza por el arco detector de metales y piiiiit. ¿Y ora? piensa la Marisa, para cuando se acerca el guardia, la de la letra ya tiene la respuesta al pitido chismoso: son las hebillas de las botas, ¿quiere que me las quite?. El guardia acerca el detector portátil, lo coloca en dichas hebillas y piiiiit. Efectivamente, eso era. "No, pásele" dijo el oficial. Ya una vez sentada en el avión, la Marisa recuerda que tiene la costumbre de ponerle talco hasta a los huaraches, de forma tal que sus pies queden más blancos que una cucaracha de panadería. Sólo hasta entonces cae en cuenta que si le hubieran dicho "sí, quíteselos" ahí estuviera todavía esperando a que los perros dejaran de oler sus pies y los guardias terminaran de analizar sus botas.
Y-es-que-te-quie-ro-uo-o-. Dale con el sonsonete, va para largo, todavía falta para el 14. Entró febrero y los aparadores se plagaron de corazones rojos, de peluches y en las bocinas de los negocios Nigga es el rey con la cancioncita de marras, que supongo se llama "Y es que te quiero", no puede ser de otra forma, si no dice nada más.
No cabe duda que el amor vende. Eso del Día del Amor y la Amistad es un jit. Si hiciéramos un conteo de los cinco objetos más comerciales para el 14 de Febrero, ¿que estaría en primer lugar?. Se me hace que los chocolates.
A lo mejor me gana el vicio que tengo en ellos, pero creo que el número uno serían sin duda los chocolates. El 14 de febrero el chocolate se viste de rojo y se convierte en paleta en forma de corazón. Si viene en caja o dentro de tazas (con corazones dibujados, ¡por supuesto!) puede que conserve su tradicional forma cuadrada o de casi esfera, así como su original color. El elegir el momento más pobre de la quincena para festejar el Amor y la Amistad ha convertido a las paletas de chocolate en una salida airosa para quedar bien ese día. Entregar la paleta con la mejor sonrisa, una mirada brillante y decir "es un detallito" es un clásico.
En segundo lugar propongo los peluches, casi siempre en figura de oso, preferentemente blanco o café claro. Estos animalitos suelen presentarse sentados, con un moño rojo al cuello y/o un corazón entre las patas delanteras. El corazón es invariablemente rojo con el letrero I love you impreso. Si no sabe inglés no importa, por mera deducción uno sospecha que dice algo bonito. A diferencia de los chocolates, que tienen una especie de tamaño estandar, los osos van desde las miniaturas tipo llavero a los que ocupan media banqueta. El tamaño del oso no necesariamente es igual al tamaño del aprecio, pero si del precio y de las ganas de apantallar. Un consejo: antes de comprarle al objeto de su amor un oso de esos, tome en cuenta en dónde lo va a poner, de ello dependerá que tan bien recibido sea por el resto de la familia. Aqui, el tamaño sí importa.
En el número tres estarían los globos, los metálicos, "de gas" como decimos los de mi generación. En este rubro las opciones son tantas que lo pueden llevar a uno a dudar. Están esos chiquititos que vienen adheridos a un palito de plástico. Los que compran estos globos tienen menos de donde elegir porque casi todos son redondos con un I love you impreso, el I love you en letra pegada, si el objeto del afecto no sabe leer letra pegada va a tener que poner a trabajar la intuición para no tener que preguntar "que dice".
Luego están los globos medianos, grandes y los muy grandes. Aire embolsado en forma de corazones, animales y personajes de moda conviviendo armoniosamente de la mano del vendedor. El tamaño y la cantidad dependerán del poder adquisitivo que se tenga para el 14 de febrero. Para los asalariados quincenales no es el momento de mayor solvencia, que se diga.
En el cuarto lugar estarían las flores. Cuando la de la letra estaba plebe las flores eran naturales. Para los menos pudientes, pero que no querían ser menos, estaban los arreglos a base de claveles, pompones y dos que tres crisantemos. Le seguían los que tenían no más de tres rosas colocadas estratégicamente entre claveles y pompones; de ahí los que eran de puras rosas. N'ombre, en mi barrio la que recibía un adorno de puras rosas, luego luego lo ponía justo en la ventana, como no queriendo la cosa, para presumir. Un arreglo de esos subía el reiting como no se imagina.
Ahora las flores han cambiado, para el 14 de febrero las rosas artificiales dan una dura pelea a las naturales. ¿Le ha tocado ver unas que traen hasta luz y musiquita?. Son unas rosas de seda cien por ciento sintética, las aplasta y prende una luz color marquesina teibolera, a la vez que se escucha un pitido que mal asemeja el sonido de un piano. Menos mal que Beethoven murió sordo, estaría revolcándose en su tumba de oir Para Elisa en versión rosa de seda.
El quinto lugar podrían competirlo los perfumes, la ropa interior sexy, una cena romántica, una tarde motelera o una ida al cine, pero no; en el quinto lugar esta: el sushi. Ese platillo que los culichis hemos adoptado incorporándole chilorio, aguachile y tres variedades de queso.
El 14 de febrero no hay en toda la ciudad un establecimiento de sushi donde encuentre una mesa disponible sin tener que hacer cola u olvidar que es el Día del Amor y la Amistad, al pelearse con alguna (casi siempre somos las mujeres) que le quiere agandallar la mesa.
De este Top Cinco, esta su amiga se queda con los chocolates, los globos metálicos y las flores naturales, existe en ellos tres una conexión directa y permanente con mi ánimo. Lo confieso: los chocolates, los globos de gas y las flores naturales me hacen muy feliz.
Usted ¿con cuales se queda?.
Ahora va la sección de recomendaciones. ¿Le gusta el fútbol? El amigo Poeta tiene un blog sobre ese deporte. Los que dicen que saben aseguran que el blog es muy bueno. Los que no sabemos decimos que es ameno y didáctico, la dirección es http://lapelotaelcorazondelaire.blogspot.com
Comentarios, avisos, mentadas, invitaciones y demás por favor al correo adosdetres@hotmail.com
Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Que tenga una excelente semana.
A DOS DE TRES

Marisa Pineda

El hombre llegó a la sala de revisión, tomó su lugar en la fila y colocó en un pequeño contenedor sus objetos personales. De las bolsas del pantalón salieron: un teléfono celular, unas llaves, una cartera, papeles y un paquete, ya abierto, de chicles. Se quitó el cinturón, el reloj, unas esclavas, un reloj y una cadena que fueron a dar con las demás pertenencias. En lo que la cajita de plástico con sus cosas circulaba frente a la máquina de rayos equis, el señor aquel cruzó por el arco detector de metales, que ni ruido hizo. De pronto, un oficial con un detector portátil se acercó, muy educada y amablemente le pidió “por favor quítese los zapatos”. La cara del hombre cambió, en sus labios se dibujó una mueca que quería parecer sonrisa, con trabajo logró articular “qué…có-có…mo”. Sí, quítese los zapatos, le respondió el oficial con menos amabilidad y en tono de orden. Ahí, empezó todo.
A nadie de los formados en la cola se le escapó la acción. Miradas, elucubraciones y cuchicheos empezaron sincronizados. El hombre, nervioso, sorprendido preguntaba ¿quiere que me quite los zapatos? ¿por que?, ¿por que sólo yo? La amabilidad del guardia empezaba a ceder y categórico reiteraba “si señor, quítese los zapatos”. Pero por qué, replicaba el señor, ahora en tono de franco reclamo. “Porque es parte de la revisión”, ya para entonces no era uno, sino dos oficiales con radio en mano, además de un soldado quien, callado y a corta distancia, seguía el episodio.
Momentos antes, el hombre aquel, como todos los pasajeros que transitaban por el aeropuerto, habían tenido que abrir valijas y bolsas para que fueran espulgadas. Maletas hechas de manera minuciosa y otras al ahí se va eran tratadas por igual por aquellas manos enguantadas, que las auscultaban como si les estuvieran practicando un Papanicolau. Sin piedad, calzones, brasieres, camisetas, calcetines, zapatos y enseres personales quedaban a la vista de los vecinos de revisión.
Ahora, esos pasajeros veían como uno de ellos era separado del resto conminándolo a que se quitara los zapatos. Sólo el, nada más el, tan igual que parecía. Pantalón de mezclilla, camisa oscura, chamarra de piel, sin ninguna alhaja ostentosa, al menos no a la vista, botas de piel...¡ahaha! Botas de piel.. mhmm... capaz que anda en bajo perfil.
Para entonces el comportamiento de los de la fila había cambiado. La indiferencia había cedido, formándose dos grandes bandos; el de los que queriendo parecer discretos, revisaban sus pertenencias una y otra vez, siempre volteando para donde estaba el hombre aquel, y el de los que, en franco descaro, se habían detenido a esperar el desenlace.
Ya no había prisas. Pareciera que todos los de la cola hubieran sido avisados que sus vuelos saldrían hasta que se enteraran del final de la historia.
Una señora, muy cargada de prudencia y de instinto, con una mano agarraba su saco y sus bolsas de la banda de revisión, y con la otra prácticamente arrastraba al niñito que la acompañaba, “apúrate, camínale, no vaya a ser un narco” le advertía al chiquillo que no despegaba los ojos del hombre aquel.
“Qué traerá, por qué lo separaron de la fila”, preguntaba una muchacha a otra ¡Ay no!, tu crees, que impresión”, le contestaba.
Otros guardaban silencio, pero en sus miradas había un cierto reproche. Un señor, ya entrado en años, fue más allá al asentar “estos narcos ya nada respetan”, vio al hombre con desprecio y siguió adelante, renegando.
En tanto, el hombre aquel veía su negación llegada a su fin con la aproximación de dos uniformados más. Sus reclamos cesaron, guardó silencio y con parsimonia se agachó y bajó los cierres de las botas. Sacó un pié y fue como si empezara un striptease para el morbo. El último ápice de discreción cedió y las miradas se clavaron en los pies del tipo. El otro pie salió del calzado, los oficiales tomaron las botas, los soldados se acercaron, las vieron, bajaron la voz, cruzaron palabras que sólo ellos oyeron. Se acercaron al hombre. Callados, lo vieron, le devolvieron las botas y con un ademán le indicaron que siguiera su camino. Al resto de la fila y a los mirones les soltaron un imperativo: “avancen”.
Todos avanzaron. En el aire se escuchaba el concenso “Es que ya no se sabe”. También se oían las risas mal disimuladas al recordar la piel desnuda del hombre expuesta ante todos, asomándose pudorosa, por el hoyo del calcetín.
Moraleja: si va a viajar por avión póngale talco a los zapatos y use calcetines nuevos o, mínimo, sin hoyos.
Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas por favor envíelas al correo adosdetres@hotmail.com
Gracias por su atención y con ello hacer que esto valga la pena. Que tenga una buena semana.
A DOS DE TRES

Marisa Pineda

Nobleza obliga. Este espacio inicia con agradecimientos: a Jorge Luis Téllez por la amistad y la hospitalidad en las páginas que dirige. A Jesús Sarabia por la confianza, el ánimo, la complicidad y la amistad que crece. A usted, que tiene la amabilidad de leer estas líneas y con ello hace que esto valga la pena.
"Niña, dile a los señores como te llamas", ordenaba mi abuela -hace ya un buen de ayeres- con un tono suave, que contrastaba con su mirada de "¡ay! de ti que no te presentes porque en cuando se vayan te tundo". Mi abuela se fue a rendirle cuentas al Creador desde endenantes, pero en este momento se me figura que esta viéndome con aquellos ojos que les platico. Así que permítanme me presento, no vaya a ser que en la noche me jale los pies.
Me llamo Marisa Pineda, soy del mero Sinaloa. Adicta a los chocolates. Fanática de la lucha libre. Con un marcado gusto por el café, la comida chatarra (la sana también), el vino blanco, las flores, leer, la música y los viernes. También por ver televisión. En la cartelera cinematográfica la simpatía se inclina por las películas con final feliz. Creo en el poder de la fe y soy peligrosamente despistada.
Como notó, la afición por la lucha libre inspira el nombre a este espacio. A dos de tres caídas se disputan la mayoría de las luchas. A dos de tres caídas, sin límite de tiempo. A dos de tres caídas sin empate y sin indulto. A dos de tres caídas, como muchas luchas en esta vida.
"A dos de tres" es un espacio especializado en generalidades, en intrascendencias y asuntos que a nadie le importan, pero que ¡ah! como sirven para romper los silencios incómodos que se incrustan en las pláticas. Como luego dicen: el saber no ocupa lugar.
Quien les escribe pertenece a una generación privilegiada. Nos tocó ver el cambio de siglo y, por si ello fuera poco, del milenio. De la era de los pedales y las palancas pasamos a la del botonazo. Del teléfono de disco al fax y de ahí al internet. Los amigos por correspondencia se convirtieron en amigos por correspondencia electrónica y asi una interminable cadena de asuntos.
Como no son horas de ponernos nostálgicos vamos a dejar el recuento estacionado en los 80 (¡Ay moda! cuantos desfiguros cometimos en tu nombre). Década cuando el cine nos entregó a la máxima heroína que la cultura popular ha engendrado hasta hoy en este país: Lola la trailera.
Para quienes no conocen la historia, es así: Hija de un trailero, Lola tiene que hacerse cargo del negocio cuando su padre es acribillado, tras descubrir que desleales empleados usan sus camiones para transportar droga. En lo que la huérfana recorre los caminos en su trailer blanco, aprovecha para investigar y dar con los responsables de la muerte del papá. Aclaramos; Lola no quiere venganza, quiere justicia. En eso, conoce a un honrado agente policiaco que la apoya para encontrar y castigar a los asesinos. Se enamoran, se hacen novios y juntos protagonizan, a partir de ahí, “Vuelve Lola la trailera” y “Lola la trailera contra el trailer negro”. La trilogía convierte a Rosa Gloria Chagoyán, quien encarna al personaje, en heroína de la cultura popular.
Las películas de la trailera pueden ser más malas que un licuado de leche con sandía, pero si a alguien se le ocurriera hacer su Liga de la Justicia con heroes mexicanos, junto a El Santo y El Pantera, la única mujer con méritos suficientes para alternar con ellos es Lola la trailera.
Con los 90's llegó también el entonces llamado "Nuevo cine mexicano", los temas de las películas cambiaron drásticamente. Las nuevas propuestas cinematográficas, aunadas a un problema de salud de la protagonista, llevaron a Lola a estacionar su trailer en el garage de la historia.
Pero como en la industria del entretenimiento todo se recicla, Lola la trailera regresa.
Si. La Chagoyán ya mandó a enchular la máquina para protagonizar “Vuelve Lola la trailera”. Ahora no va al cine, sino a la pantalla chica, en un serial de televisión que iniciará en abril, en la televisión americana.
Manejando su trailer (¿volverá a ser blanco? ojalá lo pinten de rosita con plateado) Lola luchará ahora por los derechos de los latinos en la Unión Americana, defenderá a los paisanos subempleados en labores que los gringos no quieren realizar y estará presta a auxiliar a los indocumentados acechados por la border patrol.
Así como El Pantera resurgió de entre las revistas de viejo, Lola sale de entre las latas de cinta. Volveremos a escuchar el estribillo aquel “Lola, Lola la trailera, la reyna de los hombres y de la carretera…Lola, Lola la trailera, bella flor de carretera”. (¿De quien era la música incidental de la película?... ¿Era del maestro…..! ¡Naaaah!. Vamos a corroborarlo antes de decir nada, no vaya a ser que la memoria nos juegue una mala pasada).
¿Cómo la ve?.
Antes de irnos, van los comerciales. Como toda columna que se precie de ser seria, aquí también hacemos recomendaciones y ahí le va: ¿ya visitó El Miradero?, ¡Uy! no sabe de lo que se ha perdido.
En la dirección adosdetres@hotmail.com se reciben comentarios, sugerencias, preguntas, felicitaciones, mentadas, invitaciones, etcétera.
Muchas gracias por su atención y con ello hacer que esto valga la pena. Que tenga una excelente semana.