sábado, 28 de septiembre de 2013

El poder de la máscara

Marisa Pineda

Mientras mucha gente lamenta, reprueba y reprocha los pobres resultados de la selección nacional de fútbol, que nos tiene al filo de ir al Mundial de Fútbol de Brasil en calidad de colados, representados por un equipo que en este momento se antoja difícil llegue más allá de los primeros cuatro partidos mundialistas; otros nos contábamos las horas para la realización de una función lucha libre de esas que hacen historia, pues en ella caería una máscara.


Los del Departamento de Vida y Estilo de A dos de tres se muestran preocupados, cuchichean entre sí: de continuar escribiendo de lucha libre los cuatro lectores se nos van a ir y nos van a enviar directo y sin escalas a las páginas deportivas. Sin embargo, los del Departamento de Ciencias Sociales (quienes aclaran que no son jipies tardíos sino hipsters anticipados) señalan con tono doctoral: Así como hay quienes se rinden ante la magia del balón y trasladan la emoción del gol a otros aspectos de la vida social (¿qué dijo?), así igual la caída de una máscara es algo lleno de simbolismos. ¿Han visto cómo se transforma una persona cuando se pone una máscara de luchador? Como de inmediato cambian sus movimientos, sus poses y su actitud. ¿Recuerdan como en los tiempos del unipartidismo al posible candidato oficial solía llamársele “el tapado”?.

Ya una vez con el uso de la voz, los de Ciencias Sociales continúan: el luchador que adopta una máscara tiene la oportunidad de reinventarse al amparo del anonimato. La máscara le permitirá ser en el cuadrilátero todo lo rudo o lo técnico que quiera. La máscara le dará el poder que cualquier logro en la vida cotidiana no igualará.

Sin embargo, así como la máscara da la máscara quita. El luchador que admite una tapa debe estar dispuesto a renunciar a su personalidad. Aceptará de antemano que los éxitos que alcance jamás llevarán su nombre propio, sino los del personaje. Al adoptar una máscara, sabe que a partir de ese instante escribirá una historia que irá más allá de la muerte, pues en aras de proteger la identidad no son pocos quienes han sido velados y sepultados con la tapa puesta.

El origen de la máscara se pierde en el tiempo. En las más antiguas civilizaciones se asociaba con prácticas religiosas. En la lucha libre, tan llena de significados, si bien la cabellera es la fuerza, la máscara es el todo por el todo. El gladiador que pierde la cabellera pierde la fuerza, su calva es el reconocimiento de la superioridad del rival; pero el luchador que pierde la cabellera puede perderlo todo. Hay luchadores cuya personalidad se ha impuesto a la pérdida de la tapa logrando trayectorias más brillantes que cuando eran enmascarados, sin embargo pueden considerarse casos de excepción, pues son más las carreras que caen al caer la máscara.

La lucha libre ha logrado ser parte de la identidad mexicana. La patente de la máscara la tiene Deportes Martínez, negocio que inició don Antonio Martínez, zapatero guanajuatense, quien confeccionó la careta para el norteamericano Ciclón McKey, considerada la primera máscara en la lucha libre.

Este viernes 13, en el marco del 80 aniversario del Consejo Mundial de Lucha Libre, en la Arena México, la catedral de la lucha libre en nuestro país, diez gladiadores lucharon por salvar su máscara en una lucha final a una caída sin límite de tiempo. Al final, el rostro del Volador Jr se hizo público al mundo.

Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda Y mientras cae una máscara, anímese a leer un libro ¿Qué tal uno de lucha libre? Que tenga una semana de positivas transformaciones y de triunfos.