viernes, 2 de agosto de 2013

De silencio e indiferencia

Marisa Pineda

Hay momentos así, en que uno se entera de hechos que en teoría no deben significarnos más nada, pues a los protagonistas no los conocimos ni personalmente ni por referencia además de que sucedieron allá, lejos, en un punto distante al entorno inmediato que son la familia y el círculo de amigos más cercanos. Sin embargo, son sucesos que, al menos a los de A dos de tres, nos replantean la realidad que nos rodea y hacia dónde vamos como sociedad.

Las páginas de los diarios nos trajeron la semana pasada la noticia de que en un predio habían sido descubiertos los cuerpos semienterrados de una señora y sus dos hijos menores, quienes estaban reportados como desaparecidos. Fueron asesinados a balazos. La familia era vecina de la sindicatura de Costa Rica, perteneciente a esta capital. El presunto responsable, ya detenido, resultó ser un hombre allegado a la familia. Días después los mismos diarios dieron a conocer otro suceso, este en Mazatlán. Una señora y su hija tenían una semana de haber sido reportadas como desaparecidas cuando fueron localizadas muertas en su propio domicilio. Tras asesinarlas, los cuerpos fueron arrojados al aljibe de la casa. A los tres días de haber sido descubiertos los cadáveres, se aprendió al hijo de la señora. Al informar de la detención, los diarios destacaron que el chamaco, de 16 años, se atribuyó el doble asesinato sin mostrar signos de arrepentimiento.

No fueron de esos crímenes en que se emplearon cientos de balas, o de aquellos asesinatos en que los nombres de las víctimas figuran en las listas de los más buscados por la ley. En el caso de la señora de Costa Rica los diarios no precisan su ocupación, sus hijos tenían 15 y 12 años. En el de Mazatlán, se trató de una maestra de escuela y de su hija invidente.

En A dos de tres nos llama la atención el silencio en torno a esos sucesos. Ningún representante de la sociedad, ni siquiera uno de los tantos autoproclamados luchadores sociales, que suelen opinar de todo, alzó la voz para, mínimamente, clamar por el esclarecimiento de tales casos y, principalmente, para plantear la necesidad de analizar a fondo y en serio qué nos esta ocurriendo como sociedad que cada vez son menos los sucesos que nos conmueven. Pareciera que la capacidad de asombro estuviera llegando a fronteras lejanas, en las cuales las buenas acciones son cada vez menos dignas de mención y la tragedia debe alcanzar niveles más y más sangrientos para poder conmovernos.

Alguna vez le advertimos que habría ocasiones en que A dos de tres se preocuparía por algo más que divisar un nubarrón habiendo dejado la ropa tendida y las ventanas abiertas. Esta es una de esas ocasiones. Quizás Usted como yo no conoció a ninguna de las víctimas, pero quizás Usted como yo considera que las circunstancias que rodearon los hechos nos deben llevar a estudiar rigurosamente qué nos está pasando como sociedad, hasta cuando pararemos y hacia dónde llegaremos en esta insensibilidad a la tragedia ajena y en el creciente menosprecio a la vida y a la muerte.


Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, mentadas, invitaciones y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. ¡Anímese a leer un libro! Y mientras que tenga una semana en que el dolor no le sea indiferente.