viernes, 10 de mayo de 2013

Guía del buen viajero en transporte colectivo, capítulo 2


Marisa Pineda

Luego de un paréntesis retomamos el adelanto de la Guía del Buen Viajero en Transporte Colectivo, nombre tentativo que han dado los de Vida y Estilo al borrador del manual de cómo comportarse cuando uno va en camión urbano, medio al cual ellos insisten en llamarle transporte colectivo pues, explican, además de ser correcta la expresión es también de más “caché”.

Entre los tantos puntos de su guía figuran:

Alimentos. Es francamente angustiante ir en el camión y ver como la ropita peligra a causa de que alguien, sin la menor consideración por los trapos ajenos, va abriéndose paso con una endeble bolsa de tostiesquite; una paleta, nieve, raspado que escurren sin piedad o una chimichanga que se tambalea amenazante. Aquello se convierte en algo aterrador cuando el propietario del alimento es un niño que no entiende razones y lo que quiere es hincarle el diente a lo que lleva en la mano, sin importar los daños colaterales que provoque. En estos casos la guía sugiere: Si planea abordar el colectivo con alimentos, elija el envase adecuado al producto para evitar accidentes que arruinen sus prendas y las ajenas y, sobre todo, eviten recordatorios soeces a su línea materna.

Mochilas. Por alguna razón de unos años a la fecha las mochilas se asemejan cada vez más a un bulto de central de abastos. Allá van los pobres plebes encorvados con unas mochilas que parecen caparazón de tortuga ninja. Ahora imagínese en “horas pico” a ese plebero acomodado en un pasillo de no más de un metro de ancho por el cual Usted debe abrirse paso. Se siente uno como hámster en laberinto. Decir “con permiso” no sirve de nada, lo más que logrará es que el aplicado estudiante levante la barbilla, como si con eso la mochila se elevara hasta dejar libre el camino. La guía indica, en estos casos, colocar la mochila sobre el piso, a un costado del propietario, para permitir el tránsito dentro del camión y evitar que alguien, más desconsiderado aún, empuje al chamaco con todo y mochila sobre los asientos hasta sacarle el aire y, sobre todo, le evite recordatorios soeces a su línea materna.

Música. La música en el camión es un albur, lo mismo puede tocarle un chofer que se siente conduciendo un camión con blindaje mayor (el que le aguanta hasta granadas de mano) y lleva una selección musical con corridos dedicados al “top ten” de los barones de la droga, que uno atrapado en los 80’s. Igual puede tocarle el romántico empedernido que escucha “Herida de amor” lo mismo con Nazareth que con el grupo Yndio; o el que lleva los éxitos de ayer y hoy mezclados por “Di yei Yoni, Yoni, Yoni, Yoni” quien es algo así como el DJ oficial del transporte urbano culichi. No hay chofer de urbano que se precie de serlo que no tenga en su unidad una mezcla de “Di yei Yoni, Yoni, Yoni”. En este punto la guía recomienda disfrutar el momento, ya sea para revivir gratos recuerdos o para conocer esa otra música que si no fuera porque va de público cautivo ni siquiera supiera que existe.

La guía contiene otros tantos apartados que van desde qué billetes evitar a la hora de pagar el pasaje, hasta las ofertas que puede encontrar con los vendedores que suben al camión. Por lo pronto este fue un adelanto de la Guía del Buen Viajero en Transporte Colectivo, aún en borrador, elaborada por los del Departamento de Vida y Estilo de A dos de tres, que generosamente accedieron a compartir en primicia con los lectores de este espacio.

Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. Antes de irnos permítanos decirle que vaya reservando el domingo 26 de mayo, para que no se pierda el estreno de “Los del medio” un espectáculo que reunirá a los más populares locutores de Culiacán. Si cada uno tiene arrastre, ¡imagínelos juntos! Y en lo que llega el día del estreno de “Los del medio”, anímese a leer un libro. Que tenga una semana en la que no le falte una buena guía.