lunes, 13 de febrero de 2012

Los reyes de las librerías


Marisa Pineda

No son los presidenciables, ni los que dan reglas infalibles para ser feliz o hacerse rico, no, en Culiacán los reyes de librerías y puestos de revistas son los narcos.

Hará cosa de nada los de A dos de tres hicimos excursión por el centro comercial más popular de la ciudad. Al visitar el departamento de libros y revistas de la tienda del buhíto corroboramos lo que ya habíamos visto en otros rumbos: cantidad de libros sobre El Cartel de Aquí, El Cartel de Allá, La Verdad del Cartel de Este Lado, La Historia Secreta del Cartel de Enfrente y un buen de títulos por el estilo. Al voltear hacia las revistas la historia era igual, una amplia colección de portadas con el mismo tema.

Y si creíamos que los quehaceres del narcotráfico eran asunto de morbo nacional, equivocación. Pasar la vista de las mesetas a los anaqueles fue sólo para descubrir que la cuestión era también portada de conocidas revistas de de circulación internacional. Menos mal que los narcotraficantes no cobran regalías por uso de imagen, fue lo único que atinamos a decir.

Días atrás, por rumbos de otras librerías (que no hay ni muchas) nos habíamos percatado de que los temas de hoy son los barones de la droga y los presidenciables, en ese orden de popularidad. El que una banda de plebes armados traiga en vilo a toda una colonia, a comercios y rutas de camiones; que hay grupos de secuestradores que destruyen familias enteras con sus fechorías; que un par de chamacos asaltó 400 minisupers, no, ellos no van a las hojas de los libros, esas son para los narcotraficantes, los demás se quedan en las páginas policiacas.

En los puestos de revistas del centro, buscando sopas de letras y crucigramas (las recomiendan para prevenir el Alzheimer) ya habíamos visto que las revistas de viejas bichis (escondidas en su bolsa de plástico transparente, cual marca el reglamento) cedieron amablemente su sitio en el exhibidor a prestigiadas publicaciones nacionales, otrora distinguidas por tocar temas políticos, y hoy más dedicadas a presentar sesudas investigaciones sobre el crimen organizado. Como son publicaciones serias no ofrecen imágenes sangrientas en sus portadas, ni siquiera en la de sus ediciones especiales sobre el tema, a cambio viene una foto, tipo pasaporte, del personaje en cuestión. Ver la nueva distribución en el revistero, hizo que los del Departamento de Circulación y Suscripciones de A dos de tres exclamaran: cuando la sangre desplaza al placer, algo no está bien.

Hojeando los libros sobre el narcotráfico encuentra que al igual que con los llamados “narcocorridos”, a los cuales tanto fuchi les hace uno, estos también tienen su fórmula: hace una compilación de los hechos delictivos documentados de tal o cual personaje. Les da un tratamiento intelectualoide para quitarles el tono original de nota roja. Añade un par de entrevistas a ciudadanos de a pie, dos entrevistas más a estudiosos de las ciencias sociales (de los autoproclamados especialistas en el tema), otras dos a creadores artísticos e igual número a artistas populares, se sugiere sea alguno que, obvio, cante alguno de los corridos del personaje en cuestión y ¡listo!

Para enriquecer su obra puede colocar la letra de algún corrido a manera de prólogo, así como hartas fotografías, esas sí bien sangrientas y explícitas, al cabo van en el interior y son para que no decaiga el interés del lector.

El título del libro es muy importante, las recetas más probadas son aquellas que ofrecen al lector un pase exclusivo para conocer la verdad absoluta, lo no revelado. Lo secreto vende, de ahí que se sugiere que el título incluya expresiones como “La verdad de…”, “Los archivos secretos de...” Igual puede ponerse minimalista y dejar como título el nombre del personaje o su apodo, ya en el subtítulo puede ir el gancho en la línea tradicional “Fulano de tal. Su historia”  o, de nuevo, el lado misteriosón, “Fulano de tal. La historia no contada”, por poner un ejemplo.

No incluya en su libro entrevistas a los familiares de aquellos que sin deberla ni temerla murieron al quedar atrapados en medio de algún enfrentamiento. Ellos, a quienes se les ha llamado “daños colaterales” en la guerra contra el narcotráfico, van al final, en un anexo de cifras, de datos duros. Sin nombres, sin rostros, sin lugar para las lágrimas, sólo un número más a la estadística.

Es pertinente añadir al libro fotografías, muchas fotografías, de los excesos del personaje en cuestión; de sus mansiones, sus ranchos, sus autos, sus alhajas, sus armas de última generación bien enjoyadas, sus mujeres, todo eso que provoque el morbo y ¿Por qué no? Un momentáneo dejo de envidia en el lector, quien páginas más delante, ante las crónicas e imágenes de las masacres, quedará convencido que ninguno de esos bienes materiales paga la tranquilidad suya y de su familia. O bien opta por la popular máxima de “más vale cinco años como rey que cincuenta como buey”.  Al final, el libro, como todo libro, dejará tantas moralejas como número de lectores. Total, así son los trabajos de investigación.

Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com y en Twitter estamos en @MarisaPineda le da click en seguir y enseguida Usted y nosotros puede que no compongamos el mundo, pero nos vamos a divertir intentándolo.

Que tenga una semana bien bonita, como de crónica de sociales.

(PD: Muchas gracias al Instituto de Cultura de Culiacán por su atenta invitación a la inauguración del Modular Inés Arredondo. Felicidades.)

(PD bis: Don Autoridad, cuántos inocentes murieron esta semana a manos de la delincuencia organizada. Hubo ya justicia para al menos uno de ellos, más allá de la Justicia Divina. Si cree que el olvido terminará de sepultarlos, error: no se nos olvida).