lunes, 22 de agosto de 2011

A dos de tres


Marisa Pineda

En medio de la calle está un señor, atropellado, recibiendo auxilio médico, a pocos metros un automovilista que ve la escena hace sonar el claxon exigiendo a los socorristas que se apuren,  a bocinazos hace saber que él lleva prisa y la ambulancia obstruye su camino. Frente a Catedral va un grupo numeroso de peatones, el semáforo indica que tienen 30 segundos para cruzar la calle, un conductor hace zigzag entre los vehículos detenidos y los de a pie, los esquiva hecho la raya en lo que los peatones ven pasar su vida en un instante. Son ejemplos que figuran en la Guía de la Rudeza Innecesaria del Día con Día.


Excepto por los del Departamento de Vida y Estilo, en A dos de tres no nos distinguimos por comer tacos levantando el dedo chiquito (“se llama meñique”, ilustran los referidos con un mohín entre disgusto y resignación). Confesamos ser proclives a la rudeza y a ciertos malos modales; sin embargo no aguantamos a aquellos más intolerantes y más maleducados que nosotros. Por ello es que convocamos a los cinco lectores de A dos de tres para elaborar la Guía de la Rudeza Innecesaria en el Día con Día. El llamado tuvo pronta y nutrida respuesta, aquí va una parte de ella:

Rudeza innecesaria con los servicios de emergencias: Al capítulo de los socorristas al principio descrito súmele el siguiente; de un edificio sale una densa y oscura columna de humo, los bomberos se aplican a contenerlo y al final todo queda en un connato de incendio, en medio de esa lucha una señora, con medio cuerpo fuera de su auto, protesta a gritos y pitidos porque el carro de bomberos está en doble fila. Renglón seguido están las llamadas de los barbajanes, que no encuentran mejor forma de calmar su enfado que ocupar las líneas de emergencia para reportar accidentes o siniestros inexistentes. Pura civilidad.

Rudeza innecesaria en el supermercado. Llega con su lista del mandado, le dedica cuarenta minutos de su vida a elegir las mejores frutas y verduras, a seleccionar las mejores carnes frías, a encontrar los mejores precios gramo por gramo, de pronto se distrae y ¡puf! el carrito con sus mercancías no está. Lo busca por los pasillos aledaños y nada. Es oficial: se lo robaron. Algún comodino vio su mandado, le convino, y al primer pestañeo se lo apropió para ahorrarse la búsqueda. Esto tiene una vertiente: el robo selectivo, cuando a su carrito le sacan ciertos productos, casi siempre aquellos que tienen que ver con hacer fila, (carnes frías, panadería) y de cuya ausencia se percata al llegar a la caja. El robo de tiempo y la alevosía del hecho los hacen entrar a esta lista.

Rudeza innecesaria a la hora de hacer fila. El tiempo no se detiene, el tiempo es dinero, quizás por ello esta rudeza es la que más solidaridad despierta. Ahí está en la ventanilla de algún servicio público o privado, formado, viendo como los minutos avanzan lentamente y la fila apenas se mueve, se entretiene regañando mentalmente al niño castroso que impunemente fastidia a todos y analizando (latin vulgaris, “vivoreando”) el atuendo de los demás. Cuando sólo dos personas le separan de la ventanilla prometida ve como una desconocida (con la pena, casi siempre son mujeres) pasa contoneándose y con voz melosa le dice al chamaco tipo office boy que está a mero adelante “Aay! me das chanza”.

En lo que el plebe reacciona, las demás mujeres de la fila, cual abejas africanas, se le han echado encima a la buenota para ponerla en su lugar. Al ataque terminan sumándose algunas voces masculinas que sin despegar los ojos de la chamaca pronuncian “a la cola, a la cola”. La arribista con enojo toma su verdadero sitio maldiciendo a todos. Esta ruda tiene una versión: la comadre. Misma historia pero esta vez la trepadora es una señora que llega buscando algún conocido, descubre a su comadre y se cuelga de ella con el pretexto de saludarla y colarse con ella hasta la ventanilla.

Rudeza innecesaria en la vía pública: El ring se crece, abandona su natural espacio de seis por seis  para extenderse a lo largo y ancho convirtiéndose en el mayor escenario de la rudeza innecesaria; tanta que al no caber en el espacio que le resta a esta A dos de tres amenaza con presentarse en la siguiente (o siguientes).

Así pues: Continuará…

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com

Que tenga una semana libre de rudezas.

(PD: Don Autoridad ¿Cuántos inocentes han caído esta semana a manos del crimen organizado? ¿Hubo ya justicia para ellos? Más allá de la Justicia Divina. Si apuesta a que el olvido termine de sepultarlos, error: no se nos olvida.)