lunes, 4 de abril de 2011

A dos de tres

Marisa Pineda

¿Y ahora?

Si es de los que, como yo, estaba entusiasmado en darle una ayudadita a la disminución de peso tomando alcachofa, te chino de follaje verde o tumba gras; o bien en limpiar su intestino con la linaza canadiense, olvídelo. La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) acaba de sacar del ring a cerca de 250 productos milagrosos porque no cuentan con sustento científico que avale las propiedades terapéuticas, preventivas y/o rehabilitatorias que les atribuyen los fabricantes. Si está molesto porque tiene media alacena llena de alcachofa, ni recurra a la pasiflorina reforzada, ni al nervo tiamin para calmar el coraje porque esos también están descalificados.

Para no ir muy lejos en lo que a milagro se refiere, el diccionario lo define como “Acto del poder divino, superior al orden natural y a las fuerzas humanas. Cualquier suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa”. Para el caso de los productos en cuestión aplica la segunda parte de la definición, pues con todo y que al Chardon de Marie se le atribuye un origen milagroso (al ser perseguidos por los matones de Herodes, María se hirió con unas espinas y su leche cayó sobre las hojas de un cardo. Jesús no logró tomar el sagrado alimento pero gracias a este surgió una planta prodigiosa, el Cardo Mariano) no veo al Poder Divino elaborando el skinny shot o el slim ice. Y por cierto, el Chardon de Marie también va para afuera del mercado por carecer de autorización de la Cofepris para comercializarlo.

Como el prometer no empobrece, los productos que expulsaron del cuadrilátero de la oferta prometen mayormente: adelgazar, quitar la impotencia sexual, acabar con los problemas de próstata, eliminar el dolor por reumas y artritis, retrasar el envejecimiento, ayudar a prevenir y controlar la diabetes, calmar los nervios, combatir la infertilidad femenina, mejorar la vista y la memoria, y aumentar la potencia y apetito sexual.

A lo largo de la historia, el peso ha ido muy de la mano de los diferentes prototipos de belleza que dicta la moda. En estos tiempos en que la obesidad es pandemia, los cánones de la moda dictan que si no es talla cero, simplemente no es. Cuando uno se pone a dieta lo hace primordialmente para caber en tal vestido, o para poder salir de la alberca sin necesidad de envolverse inmediatamente en una toalla con tal de que nadie vea como la lonja se rebosa del traje de baño.

Y ahí está uno alimentándose de lechuga, tomate (un tomate) y agua de jamaica sin azúcar y nada, el cuerpo no responde, al menos no con la rapidez que uno desea. De pronto, picándole a las teclas del control remoto, brincando de canal en canal, da con el testimonio de una muchacha que ahogada en llanto cuenta que recuperó su vida tras bajar 30 kilos en dos meses gracias a la alcachofa. Para pronto saca cuentas alegres, bajó 30 kilos en dos meses, yo sólo necesito bajar cinco en un mes. ¡Ya la hice!, además es natural.

Tres cajas de cápsulas y 600 pesos después (más gastos de envío) resulta que lo más que hizo la alcachofa por Usted fue provocarle una diarrea que la aisló del mundo por dos días. De bajar de peso nada. Y tan sincera que se veía la vieja chillona contando como adelgazó. ¡Mentirosa!.

Similar historia ocurre con aquel que tiene problemas de disfunción eréctil y antes de buscar ayuda médica prefiere recurrir a la química del amor, al sexo viril, a la mosca china, a la mosca ibérica y a una larga lista de alternativas de cuya efectividad da testimonio en televisión un tipo con una sonrisa de gato bodeguero. ¡Ya la hice!, además es natural.

Estamos ciertos que no vamos a escuchar quien pregone que la mosca china le falló y a la mera hora no lo convirtió en la poderosa bomba sexual que prometía el infomercial. Por vergüenza a pasar por ignorante y a confesar que se tiene un problema, no escucharemos que 600 pesos después (más gastos de envío) la mosca china lo único que le provocó al primo de un amigo fue una sudoración que lo obligaba a bañarse y cambiarse de ropa cada dos horas para no apestar, además de una urticaria porque resultó alérgico a uno de los componentes de la fórmula, con todo y que era natural.

Pero donde el asunto se pone cruel es cuando se lucra con el dolor ajeno y se venden falsas esperanzas para combatir el dolor; controlar la diabetes, las enfermedades de la próstata; eliminar el cáncer o frenar el Alzheimer. Entre menos queda por perder más se tiene por ganar, por ello no es extraño que ante determinada enfermedad el propio paciente, su familia o sus amigos opten por buscar alternativas que permitan mejorar la calidad de vida y recuperar la salud. Y ahí tiene al riñón vida, a la uña de gato, la súper limpiadora de órganos, la solución vital y un largo etcétera que la Coprefis descalificó por lo que llamamos aquí rudeza innecesaria.

Además de retirar los productos del mercado, la Coprefis emitió un par de recomendaciones a la población: “Desconfíe de los productos que dicen solucionar o combatir enfermedades (obesidad, diabetes, cáncer, alzhaimer, etc) o mejorar diferentes funciones corporales inmediatamente o en corto tiempo (perder peso, reducir el colesterol, regenerar el hígado, entre otros)” y “Las leyendas como producto 100% natural, de origen natural, elaborado con base en una sustancia de origen natural, entre otras, no significan que el producto no provocará ningún efecto secundario”.

La pregunta que nos hacemos ahora en A dos de tres es ¿Y también irán contra los aparatos milagrosos que en vez de dejarle un abdomen de lavadero, con los cuadros marcados y nalgas firmes lo dejan tronchado? ¿A esos también los sacarán del mercado o los obligarán a colocarle la leyenda “Este producto puede ser nocivo para su salud”?

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com

Que tenga una semana saludable.