martes, 15 de junio de 2010

A dos de tres

Marisa Pineda

“Dónde te agarró el fútbol…”

Inició el Mundial y al primer silbatazo las calles de Culiacán quedaron solas. Por allá un peatón corriendo buscaba un sitio con televisor como quien busca una marquesina para protegerse de un aguacero. La de la letra no fue la excepción y cuando corría a su refugio, viandas en mano, recordó la guapachosa canción del tabasqueño Francisco José Hernández Mandujano, popularmente conocido como Chico Ché, “Dónde te agarró el temblor”, que en este caso fue “Dónde te agarró el fútbol”.

En ese trayecto, esta su amiga se preguntaba también cómo estarían los corresponsales de A dos de tres en Sudáfrica (oh sí, los tenemos), esos que llegando, llegando, a Johannesburgo dieron con una carreta de tacos de carne asada, la cual resultó ser de un culichi quien terminó en la capital sudafricana. De Culiacán para el mundo.

En la oficina de la que forma parte la de la letra con setenta y dos horas de anticipación al juego inaugural se diseñó un operativo. Veinticuatro horas previas al silbatazo inicial los relojes se ajustaron a la misma hora y se repasó el plan. Nada debía salir mal, y así fue. Todo transcurrió con precisión quirúrgica conforme a lo previsto; excepto el marcador final, pero esa parte estaba encomendada a otros.

Los noventa minutos de hipnosis colectiva concluyeron, y despertamos para encontrarnos que futbolísticamente seguimos siendo el país del “si se puede”, porque el empate no nos alcanza para pasar a ser el país del “si se pudo”, al cual el señor Javier Aguirre llama a convertirnos en su promocional como motivador nacional.

Despertamos para descubrir que en lo que el Presidente asistía al juego inaugural, como indica el protocolo en estos casos, en México lindo y querido vivíamos el día más violento del sexenio con 85 asesinatos.

En la nota internacional, Radiofórmula reportaba que a los noventa minutos de iniciado el Mundial ya habían detenido al primer mexicano en Sudáfrica. El connacional consideró que a la estatua de Nelson Mandela le hacía falta un sombrero de charro y para pronto se trepó y se lo puso. Menos mal que la estatua tiene el puño cerrado, que si tuviera la mano extendida capaz que se nos ocurre ponerle al monumento al Premio Nobel de la Paz un bote de cerveza.

También en el plano internacional la fuga de petróleo continúa ajena a la euforia futbolera y mientras el Mundial empezaba a reunir los 26.000 millones de espectadores acumulados que se estiman, el papa Benedicto XVI pedía perdón a Dios y a las víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes.

En este primer cotejo mundialista corroboramos que el júbilo futbolero se vive ahora con un ojo al partido y otro cuidando que no nos la partan. La experiencia nos ha enseñado que aún cuando lo parece, el tiempo no se detiene con el silbatazo, y hay personas muy lejos de la cancha aprovechando cada jugada para encontrar nuevas maneras de faulear al pueblo.

El jueves es el próximo encuentro, vamos contra Francia y en menos de lo que se dice gol circulan de boca en boca y de “meil” en “meil” las plegarias a favor de la Selección Nacional: “San Wichito haz que anote el Chicharito” es, por corta y concisa, la más popular.

Está también la reciclada versión del Padre Nuestro: Padre nuestro que estás en Sudáfrica, venga a nosotros el quinto partido. Hágase tu voluntad tanto en el cuerpo técnico y como en los jugadores. Danos hoy el gol de cada día. Perdona a nuestros defensas, como también nosotros perdonamos al árbitro que nos ofende. No nos dejes al borde de la eliminación y llévanos a la final. Amén”.

El autor de semejante oración se pierde en el anonimato y el tiempo; la versión dista de ser nueva, sólo se le ha ido cambiando el nombre de la sede en una muestra de que la fe sigue viva. México siempre fiel.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Por favor, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones, en adosdetres@hotmail.com

Que tenga una semana en que mejore su marcador.