lunes, 4 de enero de 2010

A dos de tres

Marisa Pineda

Calzones rojos para que no falte el amor, mejor amarillos para que llegue suficiente dinero. Algo morado para mantener la salud. Manzanas con canela y polvo dorado para la buena suerte, vela incluida para que todo pinte bien. Escoba nueva para dejar limpito el camino para que todo lo bueno llegue. Maleta para viajar mucho. Doce uvas para los doce deseos. Listo, parece que el kit para recibir el 2010 está completo.

Sólo faltaría añadir: un lugar seguro para esperar ahí a que la gente que festeja la llegada del año nuevo disparando armas de fuego (propias o prestadas) con singular entusiasmo, termine de compartir su alegría.

Esta colaboración es particularmente especial. Tiene el don de la ubicuidad. Al momento de redactarla es el 30 de diciembre del 2009 y, si el diablo no mete la cola, verá la luz el domingo 3 de enero del 2010. Es, pues, a la vez, la última A dos de tres del 2009 y la primera del 2010.

Es esta una colaboración jubilosa, animosa ante la llegada de un nuevo ciclo que, desde ya, esperamos sea mejor en todos los sentidos.

Pero en vía de mientras, sigue siendo 2009 y hay que prepararnos para despedir como se debe al año en que conocimos la influenza AH1-N1. Enfermedad que nos confinó a quedarnos guardaditos en nuestras casas por allá en que a finales de abril y principios de mayo. Luego de dimes y diretes de que si era un invento, que si no, resultó que sí es y tuvimos que aprender a convivir con el nuevo mal.

Y así como aprendimos a convivir con la nueva influenza aprendimos a sobrellevar la nueva crisis. De algo valió el entrenamiento que durante años hemos tenido los mexicanos con las viejas crisis, ligadas ininterrumpidamente una tras otra de forma tal que pareciera una sola. Escuchar la frase “dicen que se va a poner muy feo” (siempre seguida de un silencio solemne) ha dejado de ser voz de alerta para convertirse en una especie de muletilla para referirnos a cada vez más rubros.

Sin embargo el ánimo, que busca asideros, desde endenantes ha encontrado en diciembre y sus fiestas su esquina neutral.

Las posadas son catarsis al son de la fauna bailadora (el baile del mono, el baile del perrito, el baile del gorila), y de “No rompas más mi pobre corazón”, infaltable rola que llegó para quedarse al permitir saltar a la pista y bailar sin necesidad de pareja.

A las clásicas de “para amanecer bailando” este 2009 se sumaron: “El sonidito” (aunque ya de salida, a Dios gracias), “La peinada” (a dónde tan peinada, ¡hey, hey, hey!), “Te lavaste la cara y el mono no” (con su coreografía que aclara a qué se refiere con “el mono”), “Cahuates pistachs” y “El tamalero”, estas últimas par de joyas cuya lírica es legado de dos vendedores ambulantes harto conocidos en el sur de Sinaloa.

Tras las posadas, la pachanga entra en receso por siete días, tiempo más que suficiente para reponerse de la primera andanada de excesos en el comer y el gastar, y agarrar aviada para estar listos para el Año Nuevo.

El 31 de diciembre va el resto. Total, ya para entonces las tiendas están con descuentos del 50 por ciento, lo cual da la ilusión de que uno está aprovechando una oportunidad, ahorrando y no gastando. En cuanto a la comida, ¡énguele!, total ya en enero nos ponemos a dieta. Para qué es el Año Nuevo si no para iniciarlos con los perpetuos propósitos: bajar de peso y ahorrar.

Inicia el 2010 con esta columna ubicua, que agradece la amistad y la confianza de aquellos que le brindan espacio, y de los cuatro amigos que nos obsequian su tiempo para leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena.

Los de los departamentos de A dos de tres, la corresponsalía en la ruta Lomita-Cañadas, la del mercado Rafael Buelna (aka El Mercadito) y la de la letra les deseamos un Feliz Año Nuevo.

Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com

Que tenga un año pleno en salud, amor, dinero y metas alcanzadas.