lunes, 30 de noviembre de 2009

A dos de tres

Marisa Pineda

Estamos a unas horas de que empiece diciembre; los aguinaldos, las vacaciones, el fin de año, la cuesta de enero…instante de silencio… ¡Nah! Como quiera nos la aventamos, si nos echamos este año, como quiera el que viene. Diciembre: los regalos, los adornos, las posadas, el arbolito. ¡El arbolito! Ponerlo o no ponerlo, he ahí el dilema.

Sí, porque apenas pasa el 20 de noviembre, y los adornos tricolores sufren una metamorfosis aprovechando que comparten su gama con los emblemáticos tonos navideños. Me consta haber visto como se cambia la imagen de los revolucionarios por la de Santa Claus o un mono de nieve y listo. Unas esferas por aquí, otras por allá y el establecimiento queda ambientado para cerrar el año.

La de la letra reconoce que los adornos que tienen como protagonista a un mono de nieve le causan cierto conflicto, de plano la presencia de los monos de nieve no me cuadra por estos rumbos. Esos adornos son, para mí, un recordatorio del clima que jamás tendremos en Culiacán, y el día que lo tengamos oremos, porque entonces, sí, el fin del mundo está cerca.

(Paréntesis. Por cierto, ¿alguien sabe qué pasó con la anunciada pista de hielo que nos iban a instalar en conocido centro comercial? Cuando vi la publicidad me dije: “ora sí nos van a hacer trizas, de ostentosos nuevos ricos no nos van a bajar”, también me dije, confieso, “a como somos de lurios y presumidos ya nos veo con bufandas, gorros, guantes y chamarronas cayendo de nalgas en el hielo, y el primero que logre levantar una pata se va a jurar en los olímpicos de invierno”. En el lugar donde presuntamente iban a instalarla hay algo que va a ser gimnasio, o estacionamiento, o las dos cosas.)

Faltan horas para que inicie diciembre y llegue el espíritu de la Navidad en pleno. Pero diciembre también trae dilemas domésticos, el arbolito es, quizás, el primero de ellos y del cual se desprenden otros tantos.

El arbolito. Ponerlo o no ponerlo. Si se opta por dejarlo de lado y sólo colocar unas flores de nochebuena, un Santa y un reno se ahorrará mucho tiempo y esfuerzo; mismo tiempo y esfuerzo que deberá aplicar para explicar, en cuanta conversación surja con propios y extraños, porqué no puso árbol. La respuesta más simple, y casi siempre la más honesta es: porque me dio flojera, pero como que la verdad no siempre convence y tiene uno que presentar una serie de argumentos socio-económico-psicológico-tradicionales aunados al socorrido “es que me ganó el tiempo”.

Si opta por poner arbolito, el siguiente dilema será: natural o artificial. Si la tradición familiar dicta que debe ser natural, allá va a recorrer supermercados, viveros y tiendas donde alguien tuvo a bien decirle que estaban vendiendo unos pinos baratísimos. Al final descubre que se gastó casi un tanque de gasolina persiguiendo el ahorro. Al fin de la Navidad, deberá aplicarse otro tanto para llevar a depositar el esqueleto del arbolito a los contenedores que se instalan para tal fin, porque si se le ocurre la peregrina idea de quemarlo así le va con la multa.

Si el árbol es artificial, la más de las veces el asunto se soluciona decidiéndose a desempolvar la caja y armarlo. El envidiable aroma de los árboles de verdad, se soluciona con desodorante o alguna vela aromática.

Luego vienen los foquitos, que son jugar con fuego. Hace tiempo la de la letra recibió una fuerte reprimenda de un vendedor, a quien le agradezco y agradeceré se haya preocupado por la seguridad de mi familia y de mi casa. Le cuento: allá voy a comprar un conector múltiple, cuando el vendedor ofreció los modelos que tenía, me incliné por el de precio medio tirándole a barato. El señor me preguntó si lo usaría para el arbolito. Cuando le dije que sí me puso una regañada que inició con la exclamación: ¡por eso suceden los accidentes!

Uno revisa las extensiones y si hay una serie fundida la parapeta tomando foquitos de otras series igual de dañadas; conecta una extensión con otra hasta hacer una hilera que alcance para cubrir el árbol de arriba abajo. Peor aún si es para adornar las fachadas de la casa. Son pocos quienes leen las advertencias en las cajas y más pocos quienes solicitan la orientación de un electricista calificado para hacer sus adornos de luz. A eso súmele que la mayoría nos inclinamos por lo más barato, sin fijarnos si es de calidad o no. Cuánta razón del vendedor: por eso suceden los accidentes.

De las luces siguen los adornos. A reciclar los de años anteriores. Si de algo le sirve la recomendación tome en cuenta si en su casa hay niños o mascotas. En casa de esta su amiga tuvimos un pastor alemán que tenía complejo de cachorro, jamás se percató de su real tamaño; más tardamos en poner el árbol que él en hacerse ovillo hasta acomodarse al pie, al levantarse allá va con él atorado en el lomo. Recuperamos parte de los adornos y un muy dañado pino. Luego nos fuimos al extremo opuesto y tuvimos un pedazo de perro, un chihuahueño, que al descubrir el árbol quedó tieso. Repuesto del susto se pasó las siguientes dos semanas ladrándole, cuando se acostumbró se creyó parte del pesebre e hizo de él su lugar favorito.

Este martes empieza diciembre. Poner arbolito o no poner, he ahí el dilema.
Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com

Que tenga una semana sin grandes dilemas.