miércoles, 6 de mayo de 2009

A dos de tres

Marisa Pineda

Si la influenza porcina se hubiera presentado en que tiempos cuando esta su amiga era plebe, lo obligado habría sido exclamar: se va a acabar el mundo. Hoy en día, en vez del fin del mundo se responde con teorías cuya credibilidad parece crecer en función de lo inverosímiles de sus bases.

Los estudiosos de la comunicación social advierten, atinadamente, que el exceso de información conlleva el riesgo de la desinformación. En cabal cumplimiento a esa sentencia, una semana de influeza mediática lejos de aportar claridad sobre el nuevo mal, ha contribuido a fomentar el sospechosismo y la duda. En esta labor los medios de comunicación no están solos, cuentan con el apoyo de muchos de nuestros funcionarios y legisladores.

Declaraciones del tipo: 15 casos que teníamos registrados, menos 11 que descartamos, más uno que sí confirmamos y seis que sí eran pero ya se controlaron, más tres que ingresaron ayer, dan en total cuatro casos que no son y uno que estamos esperando el resultado; provocan decir espero que a como suma y resta no tome la presión.

De refuerzo, voces legislativas con pose de a-mi-no-me-engaña-nadie aseguran que todo es un cochino compló orquestado por los sucios usureros del sistema para favorecer a las empresas farmacéuticas, y van más allá cuestionando ¿a ver, dónde están los muertos? ¿Por qué no nos han mostrado a los muertos?

Pero el asunto no para ahí. A ello se suman “teorías” de internet sustentadas en la Doctrina del Shock, en reportes secretos por todos conocidos o en las profecías de Yiovanita. En A dos de tres no nos quedamos atrás y el Departamento de la Ciencia Pragmática de A dos de tres emite sus teorías, tan sólidas como las mencionadas.

“El Código Pin Pon”. Durante muchos años nos han dicho que Pin Pon es un muñeco muy lindo y de cartón, que se lava sus manitas con agua y con jabón. ¡Nada! Pin Pon era un druida que predijo que al llegar el Siglo XXI una plaga se presentaría. Pin Pon sabía que el principal antídoto contra esa plaga sería el agua y el jabón, entonces creó un código musical para transmitir el mensaje de generación en generación. Los alquimistas farmacéuticos molestos con Pin Pon, lo acusaron de haberse aliado con los fabricantes de jabón. Su compló para desacreditarlo fracasó, entonces tomaron venganza convirtiéndolo en un muñeco de cartón. Demasiado tarde, unos gitanos se habían aprendido la canción y en su andar por el mundo la habían llevado a muchísimos lugares. Aún hoy, las notas musicales del Código Pin Pon se estudian arduamente por los aprendices de piano y órgano, en busca de nuevas claves, de mensajes ocultos y para tratar de desentrañar qué hay detrás de la frase “Pin Pon dame la mano con un fuerte apretón”.

“El Testamento del Hijo del Papá”. En la época reciente los medios de comunicación y el internet difundieron la imagen de un hombre que se decía el Hijo del Papá, quien denunciaba con desespero que lo habían amarrado como un puerco. Los aliados al sistema aseguraban que el hombre estaba influido por sustancias etílicas y que su constante insistencia en que lo habían amarrado como un puerco era producto de la repetida ingesta de dichas sustancias. ¡Nada! Un grupo de investigadores descubrió que “me amarraron como a un puerco” era un mensaje en clave, anticipando los tiempos que venían. El Hijo del Papá abandonó este mundo tiempo después de dar su mensaje, en circunstancias trágicas (que se presumen crimen de estado). Al igual que Pin Pon, el Testamento del Hijo del Papá sigue transmitiéndose a través de ringtones, del internet y de la tradición oral.

“Operación Pilatos”. La Operación Pilatos es un meticuloso plan, ejecutado con precisión quirúrgica para elevar la economía de la industria textil, química y manufacturera. Con la caída de la economía mundial, los fabricantes de peyón, de hilo elástico y de jabón líquido se reunieron en una asamblea secreta para analizar y determinar la forma en que podrían salvar esos productos.

El peyón, tela empleada en la elaboración de campos quirúrgicos, trapos limpiadores, cubrebocas y escenografías en festivales de jardines de niños, estaba a punto de desaparecer por la caída en las ventas. Los fabricantes de hilo elástico invirtieron fuertes cantidades en las semanas de la moda del mundo para imponer las blusas y vestidos con frunces a base de hilo elástico; sin embargo, la medida fue insuficiente y había que emprender nuevas estrategias.

A su vez, los fabricantes de jabón líquido se sentían amenazados por el auge de los jabones artesanales y las transnacionales farmacéuticas (incluyendo genéricas y similares) también estaban en problemas porque los diabéticos, hipertensos, migrañosos, ulcerosos, enfermos de cáncer y demás eran bien poquitos. Además, la derrama que aportaban los consumidores de la belleza y juventud embotellada, encapsulada y untada tampoco era gran cosa. Había que hacer algo drástico y más permanente que una diabetes o una celulitis.

Fue entonces que los representantes de esas industrias decidieron emprender la Operación Pilatos, consistente en propiciar la mutación de un virus que permitiera el empleo de sus productos como parte de las medidas de prevención y tratamiento. Así, se encontró que la influenza porcina era la salida ideal. Para su prevención se requeriría cubrebocas, para el cual es indispensable el peyón y el hilo elástico (sin él se caen); así como jabón líquido (lavar manos cada hora, como plan b para que repunte bien el mercado); y para reforzar se recomendaría limpiar perillas, manijas, pasamanos y bocinas de teléfono, lo cual beneficiaría a los fabricantes de productos que aromatizan, limpian y desinfectan. Además, si alguien se enfermaba por brincar el cerco sanitario, le entrarían al quite los fármacos para atacar el mal. Negocio redondo.

Sin embargo no hay crimen perfecto, y en la conspiración hay empresas raspadas. Los propietarios de negocios relacionados con bienes y servicios, así como con el turismo, preparan ya en respuesta la Operación Buzlaigtyir. Al ver que cada vez más países aparecen como focos de infección están considerando empezar a promover viajes “all inclusive” al infinito y más p’allá. Los espías industriales filtraron que ya se tiene el diseño de las pulseritas que deberán portar los turistas, para poder tener acceso a todos los servicios que incluye el paquete.

En tiempos en que la de la letra era plebe, versiones como esas hubieran dado paso a la sentencia: el mundo se va a acabar. La Matriarca, quien no se distinguía por su diplomacia, respondía con un filosófico y muy cargado de razón: “El mundo se va acabando para el que se lo va llevando la chingada”. Ante la influenza mediática, en A dos de tres nos limitamos a recordarle que no es lo mismo influenza porcina que cochina gripe; por ello retomamos la recomendación que el gran José Alfredo nos hiciera: “ya estás grandecita, ya entiendes la vida, ya sabes lo que haces”.

Por otra parte, a manera de flash informativo: Nos reportan que varios centros turísticos de corta estancia, conocidos popularmente como hoteles de paso, están cerrados, debido a que la alerta sanitaria llevó al cierre de guarderías y las empleadas no tienen quién les cuide a los niños, por ello no acudieron a trabajar y no hay personal suficiente para mantener el punto abierto. Lávese las manos y tome las medidas prudentes para vivir el amor en los tiempos de influenza.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com Que tenga una semana libre de malas influenzas.