lunes, 21 de enero de 2013

"Ola ke ase"


Marisa Pineda

“Ola ke ase”. Escribir como si se padeciera dislexia es de las herencias que dejará el moribundo “Messenger”; el servicio de mensajería instantánea que en su momento revolucionó la comunicación al permitir la retroalimentación en tiempo real, y que hoy esta a punto de descansar en el panteón cibernético de programas en desuso.

Cuando al abrir el popular Hotmail apareció por vez primera la figura regordeta de un monito azul invitando a instalar un programa llamado “Messenger”, el correo electrónico empezó a ser desplazado. El mensajero redujo los costos de las llamadas telefónicas al permitir compartir en tiempo real alegrías y tristezas. Las peleas de novios ya no culminaban en un “me colgó el teléfono” sino en “se desconectó”. Las reconciliaciones podían venir al descubrir que la desconexión obedecía a fallas en el servicio, en la computadora o en la energía eléctrica.

Si con las salas de chat uno aprendió a escribir rápido, con el mensajero los dedos se deslizaban con inusitada rapidez sobre el teclado. La era digital está marcada por la prisa,  lo más rápido es lo mejor, la velocidad lo es todo, y en ese apremio por la inmediatez no había tiempo para escribir las palabras como se debe.

La puntuación fue la primera ofrenda a la mensajería instantánea. Las preguntas ya no se hacían abriendo y cerrando los signos de interrogación ¿Para qué? se perdía tiempo, el signo cerrado era suficiente para dar a entender que era pregunta. Cosa contraria sucedía con la afirmación y la negación, los golpes ahorrados en la puntuación se aplicaban ahí, “si” cambió a “sip” y “no” fue “nop”. Luego, desapareció la letra Q, en algún momento de la vida cibernética “que” evolucionó a “ke” y “quien” se convirtió en “kien”. La letra H pasó al destierro y por ese camino van también los acentos.

La mensajería instantánea puso de moda hermosear los textos con “emoticones” (esos monitos hechos con letras, números y signos de puntuación que permiten expresar emocione) o con personajes populares que expresaban sentimientos o acciones; el problema con estos últimos era cuando no se podía cambiar el nombre pre-asignado a la imagen, lo cual daba resultados contraproducentes, pues cada vez que se escribían las letras asignadas aparecía la imagen sin venir al caso. El ejemplo que más recuerdo es a Homero Simpson con una expresión de angustia, cada vez que uno de mis contactos escribía cualesquier palabra que llevara “ai”.

A medida de que se popularizó el mensajero, circularon correos advirtiendo su desaparición. Los años pasaron y aquello se convirtió en una de las leyendas de la red hasta el 2012, cuando Microsoft anunció el cierre de Messenger y su reemplazo por Skype. Hoy, que el mensajero está a punto de ser recuerdo, deja en su legado haber implantado una forma de escritura, en la cual escribir premeditada o espontáneamente mal es lo mismo manera de molestar y burlarse, como de ostentar la ignorancia. “Ola ke ase”.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Sugerencias, comentarios, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones se reciben en adosdetres@hotmail.com En Twitter estamos en @MarisaPineda Anímese a leer un libro, hay muchos que se pueden leer en internet y gratis. En lo que lo lee, que tenga una semana llena de buenos mensajes.