lunes, 12 de abril de 2010

A dos de tres

Marisa Pineda

Así como hay países en los cuales la puntualidad es sello distintivo, la llamada puntualidad inglesa, por ejemplo; para muchos de nosotros, los mexicanos, la desidia y la demora son casi atributos. Para nosotros el tiempo transcurre de manera distinta, como en otra dimensión.

La más de las veces desidia y demora van de la mano y son aprendidas en la infancia. En esa etapa uno descubre que los “cinco minutitos” más en la cama pueden convertirse en retardo o ausencia, aún así seguirá aferrado a ellos. Al llegar a la edad adulta uno aprende que la diferencia entre cinco minutos y cinco minutitos es que los primeros son un ultimátum, y los segundos pretenden ser el conjuro para que el tiempo transcurra más despacio.

Los años traen también el cambio de protagonistas en los diálogos que escuchó en la infancia. “Apúrate, les van a cerrar el cancel”. “No te preocupes, si llegamos”. “Haz la tarea”. “Ahorita” son expresiones heredadas de padres a hijos.

Y ese “ahorita”, que para algunos significa en este momento, es causa de incontables pleitos y enojos cuando la demora rebasa la capacidad de tolerancia. ¿A qué hora llegas? “ahorita”. ¿Para cuándo estará listo? “Ahorita”. “Espérame, ahorita voy”. Y “ahorita” puede ir de un minuto a toda una vida.

Por ello, no era de extrañar que millones de usuarios de telefonía celular dejáramos para el último el registro de la línea. Tuvimos un año para realizar el trámite pero por desidia o desconfianza demoramos en cumplir con lo que se popularizó como Ley Malova; por haber sido iniciativa del sinaloense Mario López Valdez (Malova, por sus iniciales) entonces senador priísta. La propuesta, aprobada por unanimidad, formó parte de las acciones del “Acuerdo Nacional por la Legalidad y la Seguridad” del presidente Felipe Calderón.

En su edición del 9 de febrero del 2009, el Diario Oficial de la Federación publicó el decreto de reformas y adiciones a la Ley Federal de Telecomunicaciones, que establecen la “elaboración y actualización por parte de los concesionarios del Registro Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil”. Las modificaciones buscan “combatir los delitos de extorsión, amenazas, el secuestro en cualquiera de sus modalidades o algún delito grave o relacionado con la delincuencia organizada”, “llevar un registro pormenorizado y preciso sobre los usuarios de teléfonos móviles, así como los nuevos cuentahabientes de este servicio, con la debida protección de datos”.

El decreto obliga a los concesionarios a conservar, durante un año, el registro y control de toda comunicación que se realice desde cualquier tipo de teléfono móvil; llamadas, mensajes cortos, mensajes multimedia, buzón de mensajes, transferencia o reenvío de llamadas. Además de los datos necesarios para rastrear e identificar el origen y destino de cada movimiento, la fecha, hora y duración de la comunicación y su ubicación geográfica.

Esos datos deberán entregarse a la Procuraduría General de la República o Procuradurías Generales de Justicia de los Estados, en no más de 72 horas, cuando investiguen delitos de extorsión, amenazas, secuestro en cualquiera de sus modalidades, o algún delito grave o relacionado con la delincuencia organizada.

Si bien hacer el registro es bien fácil (con enviar un mensaje de texto basta), el retraso en el cumplimiento del trámite fue alentado, sí, por la inclinación a la desidia y la demora que muchos tenemos, como también por la desconfianza de un buen número de usuarios por el uso que se pueda dar a los datos del registro.

El buen o mal uso de la base de datos bien pronto se va a saber; si los secuestros, las amenazas, o las extorsiones telefónicas se incrementan o se reducen.

Por otra parte, las reformas legalizan los monitoreos telefónicos que hasta ahora se hacían de manera extraoficial. Basta recordar las noticias escandalosas basadas en grabaciones de conversaciones telefónicas, filtradas a los medios de comunicación o circuladas por internet para escarmiento y/o escarnio de los espiados. Si se trata de asuntos escandalosos no falta la grabación incriminatoria, hecha por Anónimo; pero si Juan Pueblo acude asustado a denunciar que llamaron a su casa para extorsionarlo, para intervenir su línea deberá emprender una odisea burocrática que difícilmente tendrá final feliz.

A horas de vencer el plazo para el registro de celulares faltaban unos 25 millones de usuarios por hacer el trámite. En los noticieros salieron unos Señores Funcionarios regañando a los morosos que saturamos el sistema de registro, porque tuvimos un año para hacerlo y no aprovechamos ese tiempo. Tienen razón; pero en esto del fomento a la desidia el Gobierno no sale ileso. O ya olvidaron que cuando se trató de renovar la credencial de elector gastaron un dineral en ponerlo por escrito en cuanto espacio se pudiera, en decirlo en radio y televisión, hasta en cantarlo “si es cero tres renueva”. Advirtieron: si no renuevas, no podrás votar. El plazo venció y faltando pocos días para las votaciones resultó que no importaba que no hubieras renovado la credencial, sí ibas a poder votar. ¡Y pudiste!

Con ese antecedente, al momento de escribir estas líneas, en los diferentes departamentos de A dos de tres se cruzan apuestas sobre una prórroga de último minuto. En eso preguntan “¿Cuándo iniciará la segunda etapa del registro?” A mi vez cuestiono ¿Que no termina aquí el asunto? “No, falta la segunda etapa que consistirá en acudir a alguna de las oficinas del Registro Nacional de Población (RENAPO) a verificar los datos”. A la RENAUT, querrán decir. “No, a la RENAPO”, insisten. Oquelá, ya decía yo que un mensaje de texto era demasiado sencillo.
Y siguen las apuestas.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com

Que tenga una semana en que la comunicación fluya sin demora.