sábado, 28 de septiembre de 2013

Clave electoral del estado: 25

Marisa Pineda

Escribo desde Sinaloa, desde Culiacán, su capital. Sinaloa se ubica al noroeste de México, colinda con Sonora, Chihuahua, Nayarit, Durango y el Oceano Pacífico. Es una de las 32 entidades federativas que conforman la República Mexicana. Se le considera el estado agrícola más importante del país. El miércoles 18 y jueves 19 de septiembre Sinaloa fue golpeado por el huracán “Manuel”, sin que hasta el momento de redactar éstas líneas (sábado 21 de septiembre) haya merecido NI UNA MENCIÓN POR PARTE DE LAS AUTORIDADES FEDERALES, PESE A QUE HAY 100 MIL DAMNIFICADOS. ¡NADA! Ni el consabido “he girado instrucciones blablabá”. “Vamos a destinar (anote la cantidad aquí) para apoyar a las familias... etcétera” “Nos solidarizamos con el pueblo sinaloense que blablablá” ¡Nada! Ni siquiera un “sana, sana, colita de rana, si no sana ahora sanará mañana”.

El martes 17 de septiembre, en Culiacán, mientras se instalaban centros de acopio para organizar la ayuda que el pueblo sinaloense enviaría a los damnificados por el paso del huracán “Manuel” en el sur del país, la entonces depresión “Manuel” mantenía en alerta a Baja California Sur y a Sinaloa por posibles efectos. El miércoles 18, el fenómeno recobró fuerza, se convirtió en huracán, recurvó y se dirigió a Sinaloa, estacionándose sobre el puerto de Altata, en el municipio de Navolato, al centro del estado.




La mañana del jueves 19 de septiembre el huracán “Manuel” tocó tierra entre los municipios de Navolato y Angostura y enfiló rumbo a la sierra, desplazándose muy lentaemente, a cuatro kilómetros por hora, como tormenta tropical. Ese día Culiacán era una ciudad fantasma. Con todo y lo atrabancados que somos hicimos caso, nos quedamos en casa y sólo salió a la calle quien tuvo alguna emergencia. La lluvia menguaba por momentos y regresaba con mayor fuerza. Al mediodía se sabía que los municipios de Culiacán, Navolato y Angostura la estaban pasando muy mal. A la ciudad de Culiacán la cruzan los ríos Humaya y Tamazula, que al unirse forman el río Culiacán, los tres se desbordaron, igual que drenes y arroyos. Los cuerpos de auxilio no se daban a basto. Los Bomberos pidieron ayuda: lanchas, camionetas todo terreno, camiones de volteo, todo aquello que sirviera para sacar a la gente atrapada en los techos de sus casas. Fraccionamientos de interés social y residenciales exclusivos quedaban sumergidos.

Clubes de vehículos 4 por 4, “jeeperos”, propietarios de góndolas y de camiones urbanos rescataron y trasladaron a los damnificados a los albergues. La emergencia sacó a flote que en Culiacán somos más la gente de bien. La noche del jueves el saldo era: 3 personas muertas y 100 mil damnificados en los municipios de Culiacán, Navolato, Angostura, Guasave, Elota... y sumando.

El viernes salió el sol y miles de culichis, en su mayoría jóvenes, acudieron al pie de “La Lomita”, (como popularmente se conoce el Templo de Nuestra Señora de Guadalup, uno de los puntos de referencia en la ciudad). Estaban listos para ir a limpiar casas, para apoyar en albergues y en centros de acopio. Como ellos, otros pusieron sus vehículos a disposición para trasladar la ayuda. Otros ofrecen sus servicios notariales gratuitamente (muy útil a la hora de reclamar seguros). Otros, también en forma gratuita, están reparando aparatos electrodomésticos en los hogares afectados. Restauranteros han prestado sus cocinas para preparar comida caliente para los albergues. Cientos de voluntarios rescataron animales en el inundado zoológico y ahora lo limpian. Los titiriteros están dando funciones en los albergues, para que los niños mitiguen el mal momento.Miles de héroes anónimos se solidarizan con su esfuerzo y en especie. El gobierno local se ha aplicado a atender la emergencia y a recibir de viva voz los reclamos de quienes perdieron todo.

Es sábado, aumenta el número de voluntarios, el de damnificados y el de daños también. Hay nubarrones que anticipan más lluvias. Sinaloa está saliendo a flote solo, como otras veces. Como el año 2005, cuando lo azotó la tormenta tropical Paul. México tenía entonces tres Presidentes: el Constitucional, el Electo y otro que se decía “Lej-jítimo”, ni uno de ellos vino, ni uno de los tres volteó siquiera a ver la grave situación en la que había quedado Sinaloa.

Las catástrofes naturales develan la corrupción. Lo ocurrido en la capital sinaloense pone al descubierto que el atlas de riesgo se suma a tanta letra muerta. Sí, Sinaloa no es Guerrero. Aquí se estima que la reparación de la infraestructura dañada costará mil 200 millones de pesos, y en Guerrero 5 mil millones, pero aquí 100 mil damnificados esperan cuando menos que el Gobierno Federal sepa que existen. Sinaloa es un estado ubicado al noroeste del país, es parte de la República Mexicana y también del padrón electoral.


Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, invitaciones, sugerencias, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. Si tiene oportunidad anímese a leer un libro, y mientras que tenga una semana de buen clima.

El poder de la máscara

Marisa Pineda

Mientras mucha gente lamenta, reprueba y reprocha los pobres resultados de la selección nacional de fútbol, que nos tiene al filo de ir al Mundial de Fútbol de Brasil en calidad de colados, representados por un equipo que en este momento se antoja difícil llegue más allá de los primeros cuatro partidos mundialistas; otros nos contábamos las horas para la realización de una función lucha libre de esas que hacen historia, pues en ella caería una máscara.


Los del Departamento de Vida y Estilo de A dos de tres se muestran preocupados, cuchichean entre sí: de continuar escribiendo de lucha libre los cuatro lectores se nos van a ir y nos van a enviar directo y sin escalas a las páginas deportivas. Sin embargo, los del Departamento de Ciencias Sociales (quienes aclaran que no son jipies tardíos sino hipsters anticipados) señalan con tono doctoral: Así como hay quienes se rinden ante la magia del balón y trasladan la emoción del gol a otros aspectos de la vida social (¿qué dijo?), así igual la caída de una máscara es algo lleno de simbolismos. ¿Han visto cómo se transforma una persona cuando se pone una máscara de luchador? Como de inmediato cambian sus movimientos, sus poses y su actitud. ¿Recuerdan como en los tiempos del unipartidismo al posible candidato oficial solía llamársele “el tapado”?.

Ya una vez con el uso de la voz, los de Ciencias Sociales continúan: el luchador que adopta una máscara tiene la oportunidad de reinventarse al amparo del anonimato. La máscara le permitirá ser en el cuadrilátero todo lo rudo o lo técnico que quiera. La máscara le dará el poder que cualquier logro en la vida cotidiana no igualará.

Sin embargo, así como la máscara da la máscara quita. El luchador que admite una tapa debe estar dispuesto a renunciar a su personalidad. Aceptará de antemano que los éxitos que alcance jamás llevarán su nombre propio, sino los del personaje. Al adoptar una máscara, sabe que a partir de ese instante escribirá una historia que irá más allá de la muerte, pues en aras de proteger la identidad no son pocos quienes han sido velados y sepultados con la tapa puesta.

El origen de la máscara se pierde en el tiempo. En las más antiguas civilizaciones se asociaba con prácticas religiosas. En la lucha libre, tan llena de significados, si bien la cabellera es la fuerza, la máscara es el todo por el todo. El gladiador que pierde la cabellera pierde la fuerza, su calva es el reconocimiento de la superioridad del rival; pero el luchador que pierde la cabellera puede perderlo todo. Hay luchadores cuya personalidad se ha impuesto a la pérdida de la tapa logrando trayectorias más brillantes que cuando eran enmascarados, sin embargo pueden considerarse casos de excepción, pues son más las carreras que caen al caer la máscara.

La lucha libre ha logrado ser parte de la identidad mexicana. La patente de la máscara la tiene Deportes Martínez, negocio que inició don Antonio Martínez, zapatero guanajuatense, quien confeccionó la careta para el norteamericano Ciclón McKey, considerada la primera máscara en la lucha libre.

Este viernes 13, en el marco del 80 aniversario del Consejo Mundial de Lucha Libre, en la Arena México, la catedral de la lucha libre en nuestro país, diez gladiadores lucharon por salvar su máscara en una lucha final a una caída sin límite de tiempo. Al final, el rostro del Volador Jr se hizo público al mundo.

Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda Y mientras cae una máscara, anímese a leer un libro ¿Qué tal uno de lucha libre? Que tenga una semana de positivas transformaciones y de triunfos.




El "Revo"

Marisa Pineda

Hay lugares entrañables por los recuerdos que encierran, por eso cuando uno ve, impotente, su desaparición siente que con ellos se va una parte significativa de alguna etapa de la vida; sin embargo, cuando esos lugares son rescatados o preservados el gozo invade. ¿A qué viene todo ese connato de discurso? A la enchulada que le están dando al Parque Revolución, lugar en donde por primera vez presencie una función de lucha libre, en donde descubrí que los lances, los candados y las llaves en vivo y a todo color no dejan a nadie impasible. Ahí, en el Parque Revolución fue donde quien esto escribe se maravilló con la lucha libre, deporte, espectáculo y pasión del cual sale el título para este espacio.

Honestamente no recuerdo a partir de qué edad me gustó la lucha libre, por más que torturo a las pocas neuronas sobrevivientes no logro ubicar a partir de tal año me aficioné. En cambio, sí puedo identificar que el primer sitio en el cual presencié una lucha en vivo fue en el Parque Revolución; un espacio con techo de lámina galvanizada, gradas de cemento y superficie de juego del mismo material, con un par de abaniquitos que en tiempo de calor resultaban más bien simbólicos.

El Parque Revolución se ubica en la manzana que forman las calles Obregón, Paliza, Francisco Villa y Leyva Solano. Cuando se inauguró, el 20 de noviembre de 1938, esa superficie quedaba una cuadra más allá de la mancha urbana. Hoy en día el inmueble es parte del primer cuadro citadino. En su versión original el “Revo”, como se le conoce popularmente, contaba con juegos, refresquería y hasta una alberca. Con el tiempo, el parque fue objeto de varias remodelaciones; los juegos y la alberca desaparecieron, en su lugar construyó un gimnasio de usos múltiples. Se incorporó un mural sobre la Revolución Mexicana y la escultura de una voluptuosa mujer, La Madre Tierra, autoría, ambas, de Rolando Arjona Amábilis, obras que se convirtieron en emblemàticas de la ciudad. Se colocó un reloj monumental, donado por el Club Rotario de Culiacán. La refresquería ha superado todas las modificaciones.

En el Parque Revolución conocí algunas de las máximas leyendas que ha dado el pancracio mexicano. Mi condición de mujer hacía que sobresaliera de entre el plebero, lo cual en no pocas ocasiones ayudó a ser favorecida con un saludo de mano del ídolo. Ahí también expresé mi admiración a gladiadores locales como El Delfín y el gran Muralla Negra.

Así como muchos gozaron en el Parque Revolución de los conciertos de sus artistas consentidos, así gocé yo con la lucha libre, en funciones que me permitieron constatar que, a diferencia de otros deportes, en la lucha nadie permanece impasible. Nadie está exento de sucumbir ante el embrujo de la máscara. En ese cuadrado de seis por seis no sólo luchan los rudos contra los técnicos, ahí están representados el gobierno y el ciudadano de a pié, el bien contra el mal, ahí están los tantos rostros de aquello que molesta, que oprime y a lo cual se le puede vencer en a dos de tres caídas.

En el Parque Revolución me tocó ver el único ring de lucha libre con cuatro cuerdas. Esto, porque un día después de la función de lucha se celebraría una de box y quien puso el ring se le hizo fácil hacer un cuadrilátero multiusos. Pese al abucheo, el ring se quedó con las cuatro cuerdas y en una de las más grandes muestras de respeto al público, los gladiadores así brindaron la función.

En su libro “100 años de lucha libre en México” Luis Valero asienta que el primer luchador mexicano fue Antonio Pérez de Prian, quien debutó en 1863. En “Ficción y realidad del héroe popular” Tiziana Bertaccini refiere que en 1900 el francés Michaud Planchet introdujo la lucha libre en nuestro país,”en funciones en las plazas de toros, según la norma grecorromana”. Para 1910 las luchas pasaron a los teatros, según refieren varios autores, y es hasta 1930 que empiezan a efectuarse en arenas. En Culiacán, la historia nos sigue debiendo un trabajo que de cuenta de los luchadores que ha dado esta capital, así como de las arenas que ha habido.

En vía de mientras, quien esto escribe celebra que el Parque Revolución esté siendo preparado para muchos más eventos, para muchas más funciones de lucha libre a las que acudan los aficionados que nos relevarán en las gradas. Aquellos que tomarán la estafeta para maravillarse con la lucha aérea y la (cada vez más escasa) lucha a ras de lona. Aquellos que conocerán y harán suyas frases como: “el que hace el candado hace la llave”, “el no ganó, yo perdí”, “la lucha es un ballet violento” y otras tantas que llevarán a la lucha cotidiana que es la vida, una lucha a dos de tres caídas con límite de tiempo.

Muchas gracias por leer estas líneas y hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. Anímese a leer un libro, ¿qué tal uno sobre la lucha libre? y en lo que lo lee que tenga una semana libre de rudezas innecesarias.

Juego de manos

Marisa Pineda

Estaba la muerte un día dibidibidí, sentada en su escritorio dobodobodó, buscando papel y lápiz dibidibidí para escribirle al lobo dobodobodó, el lobo le contestaba dabadá… En estos días vacacionales en que los padres ya no hallan a qué curso de verano meter el plebero para que no ande de ocioso, viene a la memoria las vacaciones y los juegos de los pre-digitales. Juegos que sólo requerían algo de memoria y, eso sí, bastante coordinación.

Hay cosas que poco o nada cambian de generación en generación, una de ellas es la emoción que provoca salir de vacaciones. A los padres de entonces, al igual que a los de ahora, se les ponían los pelos de punta a medida de que se acercaba la hora de que sus engendros estuvieran en casa todo el santo día. La primera semana era de levantarse tarde, jugar, jugar y seguir jugando. Para la segunda semana el hartazgo hacía de las suyas y se ponía uno ocioso. Y como el ocio no deja nada bueno ahí andaban los chamacos viendo qué inventaban, trepando, brincando y desoyendo consejos hasta terminar en la Cruz Roja, cortado, descalabrado o con algo roto. ¡Cuantas cicatrices son recuerdo de esos días de ocio!

Sin internet, sin televisión por cable, sin videojuegos ¿A qué jugábamos los plebes de entonces? Los niños jugaban a los carritos, a las canicas, al trompo y a un largo etcétera que sólo exigía perderle el miedo a la mugre, porque quedaban en calidad de estopa de taller mecánico. Las niñas jugábamos a otro tanto de cosas, sobresaliendo el “seis-seis”, ese juego aparentemente simple, que exigía coordinación, destreza, precisión y una concentración total.

Para quienes no tuvieron el privilegio de matar el tiempo jugando al “seis-seis” les platico: El juego consistía en ponerse una niña de cara a otra y hacer una serie de suertes en base a palmadas y aplausos, al ritmo que marcaban unas rimas absurdas. Al final uno debía quedar inmóvil el mayor tiempo posible. Perdía quien equivocaba la secuencia o quien, al final, se movía primero.

El juego comenzaba tomándose de la manos diciendo “seis, seis, seis” Esas palabras eran el equivalente a “en sus marcas, listas, fuera” porque una vez pronunciadas se soltaba uno canturreando en lo que palmoteaba haciendo las coreografías correspondientes. Una de las rimas más populares era: “Estaba la muerte un día dibidibidí, sentada en su escritorio dobodobodó, buscando papel y lápiz dibidí, para escribirle al lobo dobodó, el lobo le contestaba dabadá, que sí bidibidí, que no bodobodó… ¿Qué tenía que hacer el lobo en la historia?, quién sabe, pero como en tantos otros casos se sacrificaba la coherencia en aras de la rima.

Pero la incoherencia no terminaba ahí, de súbito la letra pasaba de la respuesta del lobo dobodó hasta algún país en guerra, porque continuaba: “unchinitofuealaguerrayenlaguerrasemuriólellevaronmuchasfloresyasíque-dó” Así, de corridito, sin agarrar aire, y con la misma rapidez que se decía se movían las manos procurando no perder la coordinación, una palmada mal dada la proclamaba como absoluta perdedora. Pero el juego no terminaba ahí porque una vez acabada la frase había que permanecer inmóvil el mayor tiempo posible. La primera que se movía perdía.

Otra de las más conocidas rimas del “seis-seis” era una que decía: “A Don Martín, tirirín, tirirín, tirirín, se le murió, tororón, tororón, un chiquitín tirirín, tirirín, de sarampión, tororón, tororón (cuando se es niño se es cruel, no hay duda)…” Y de nuevo un giro que ni al caso: “Allá en Jalisco, hay un viejo bizco que dice así: si te mueves o te ríes te daré un pellizcón, una patada, una cachetada y de pilón un coscorrón” y a partir de entonces a quedarse inmóvil porque la primera que se moviera recibía lo que la letra anticipaba.

Bobo, incoherente, cruel, así era el “seis-seis” el juego que amenizó tantos días de vacaciones en la infancia.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. En estos días de asueto, anímese a leer un libro. En vía de mientras, que tenga una semana en que a los malos momentos les de un pellizcón, una patada, una cachetada y de pilón un coscorrón. Y la semana entrante no estaremos en este espacio porque ¿qué cree? Nos vamos de vacaciones… virtuales, pero vacaciones al fin.


Navidad en verano

Marisa Pineda

No sé si es efecto del cambio climático, de la globalización, de la suma de ambos o si es simplemente el signo de los nuevos tiempos, pero en estos días de sensación térmica superior a los 40 grados centígrados parece espejismo ver que en algunas tiendas unos muy sonrientes Santa Claus y demás figuras navideñas, listos para desearle a uno una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.

Por años, agosto y septiembre eran los meses en que la vendimia en Culiacán era casi exclusivamente de mochilas, uniformes, zapatos y útiles escolares; así como de los trajes para el desfile del 15 de septiembre (desfile en el que no falta quien confunde las fechas y envía al chamaco con unos bigotes a lo Emiliano Zapata o recreando a Pancho Villa). En cuanto se decía ¡Viva México! Los anaqueles cedìan sus espacios a los pliegos de papel crepé, las hojas enceradas y el alambre para la elaboración de coronas para el Día de Muertos.

Con la popularización del Día de Brujas, cerraba septiembre y los estantes se plagaban de calabazas, calderos, arañas negras y patonas, gorros de bruja y cantidad de disfraces terroríficos, así como de dulces para obsequiar al plebero que hizo suyo el “queremos jalogüìn”. Con las campañas para recuperar la tradición de los altares de Día de Muertos, a esos productos se añadieron calaveras de azúcar y banderines de plástico picado (quisiera decir que de papel picado, pero los que ofrecen son mayormente de plástico y hechos en China).

Pasado el Día de Muertos, era el banderazo para que la ropa de invierno, los juguetes y los adornos navideños acapararan los espacios que habían empezado a ocupar por ahí desde mediados de octubre. A muchos de los pre-digitales nos tocó ver espectantes como en terrenos frente a la estación central de Bomberos, a mediados de octubre, se levantaba una carpa de circo, que entonces nos parecía monumental, y se convertía en la mayor tienda de juguetes. En cuanto alguien divisaba que empezaban a descargar los postes de metal se corría la voz y ahí nos tenía, día tras día constatando los avances y contando los días para que la carpa abriera sus puertas y pudiéramos entrar a ver qué le pediríamos al Santa Claus. Pasado el día de Reyes, la carpa se desmontaba y a esperar la siguiente temporada.

El aniversario de la Revolución Mexicana era el breve puente entre el Día de Muertos y la llegada de la temporada navideña. Pasada la fecha patria, y aprovechando que el verde, blanco y rojo se repiten en la decoración navideña, no pocos comerciantes reemplazaban el escudo nacional por una flor de nochebuena, dejando así listos sus exhibidores para el resto del año.

Tiempos traen tiempos, y en este siglo 21 ese ciclo del comercio se ha modificado también. Estamos iniciando el llamado mes de la Patria y en los anaqueles se ven lo mismo artículos escolares, que pan de muertos, calabazas, disfraces y toda la parafernalia para el Día de Brujas, al igual que los Santa Claus, renos, pinos y paisajes nevados que hacen parecer un espejismo ver a un señor cargando un mono de nieve bajo un sol inclemente que se siente a más de 40 grados centígrados.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. Anímese a leer un libro, qué tal Cuentos de Navidad, digo, aprovechando los signos de los nuevos tiempos, y mientras que tenga una semana de armoniosa convivencia.




viernes, 2 de agosto de 2013

Fuerzas Armadas, pasión por servir a México

Marisa Pineda

¿Sabe qué tienen en común todos los paracaidistas del mundo con Culiacán? Ambos tienen como patrono a San Miguel Arcángel. Ahí tiene que los de A dos de tres tomamos un colectivo Le Campagne- Palais du Gouvernement (o lo que es lo mismo un Campiña-Palacio de Gobierno) y viajamos a la explanada del Palacio de Gobierno a conocer la exposición interactiva “Fuerzas Armadas. Pasión por servir a México”, didáctica de principio a fin y en donde aprendimos el dato con que iniciamos este espacio.

Cuando uno dice Ejército Mexicano suele asociarlo a uniformados de rostros adustos que responden con monosílabos. Ese es el primer prejuicio que derrumba la exposición. Recorrer la muestra es ir de sorpresa en sorpresa: todo se puede tocar, uno puede exhibir su ignorancia y los elementos militares, con paciencia infinita, se encargan de explicar amenamente el tema y de hacerle a uno a la luz. Ver a los soldados lidiando con el plebero, ya sea como pintacaritas, como maestros de dibujo, paseándolos en caballo, o cuidándolos en la tirolesa y en el campito de entrenamiento muestra un rostro muy poco conocido de nuestras Fuerzas Armadas.

Cada quien su pasión. Mientras muchos se aglomeran en el stand de las armas y municiones; otros montan las motocicletas y otros más hacen fila para subir a los helicópetos, lo mío fue conocer a la Tercera Brigada de la Policía Militar, integrada por 20 perros, sus manejadores y entrenadores. Los perros policía realizan ejercicios de obediencia, guardia y protección, detección de drogas, de explosivos y rescate de rehenes con la participación del público. Si la demostración impresiona, más impresiona saber que esos perros también rescatan heridos y cadáveres, (desde frescos hasta putrefactos) en agua o enterrados. Eso último podrá sonar siniestro pero representa dar algo de paz a los deudos.

En el pabellón de la Marina Armada de México hay lanchas rápidas y botes de asalto a los que invitan a subir y hasta le toman la foto. Como el saber no ocupa lugar, en menos de cinco minutos le enseñan a dar resucitación cardiopulmonar y cómo hacer la compresión abdominal para ayudar cuando alguien esta asfixiándose con algún trozo de alimento u objeto. Para los niños hay caballetes con dibujos, mientras colorean les prestan gorras de marinero. También hay demostración, y obsequio, de figuras hechas con nudos marinos, desde flores hasta nudos de horca.

A lo largo de la exposición conoce cómo es por dentro un chaleco blindado, y lo invitan a colocarse la prenda. Si aguanta un vestido largo de chaquira y lentejuela, fácil aguanta los diez kilos del chaleco más el kilo del casco blindado.

El stand de artillería tiene la computadora que todos queremos: sumergible y resistente a los golpes. Ahí conoce algunos de los programas computacionales que la Armada ha desarrollado, y puede disparar un cañón en un simulador que le permite entender a cabalidad la frase “oídos de artillero”.

Si es un apasionado de la historia puede apreciar la cédula de alta de Valentina Ramírez, cuya foto permiten entender aquello de “Valentina, Valentina rendido estoy a tus pies…”. Si anda ecológico debe visitar el stand de los viveros de Armada, en donde le obsequiarán una plantita.

Fuerzas Armadas, pasión por servir a México está abierta de 12 a 21 horas. La entrada es gratuita. Lleve ropa y calzado cómodo, y prepárese para conocer el rostro divertido de nuestras Fuerzas Armadas y, sobre todo, prepárese para revalorar su esfuerzo.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. En estas vacaciones anímese a leer un libro y mientras, que tenga una semana de divertido aprendizaje.

De silencio e indiferencia

Marisa Pineda

Hay momentos así, en que uno se entera de hechos que en teoría no deben significarnos más nada, pues a los protagonistas no los conocimos ni personalmente ni por referencia además de que sucedieron allá, lejos, en un punto distante al entorno inmediato que son la familia y el círculo de amigos más cercanos. Sin embargo, son sucesos que, al menos a los de A dos de tres, nos replantean la realidad que nos rodea y hacia dónde vamos como sociedad.

Las páginas de los diarios nos trajeron la semana pasada la noticia de que en un predio habían sido descubiertos los cuerpos semienterrados de una señora y sus dos hijos menores, quienes estaban reportados como desaparecidos. Fueron asesinados a balazos. La familia era vecina de la sindicatura de Costa Rica, perteneciente a esta capital. El presunto responsable, ya detenido, resultó ser un hombre allegado a la familia. Días después los mismos diarios dieron a conocer otro suceso, este en Mazatlán. Una señora y su hija tenían una semana de haber sido reportadas como desaparecidas cuando fueron localizadas muertas en su propio domicilio. Tras asesinarlas, los cuerpos fueron arrojados al aljibe de la casa. A los tres días de haber sido descubiertos los cadáveres, se aprendió al hijo de la señora. Al informar de la detención, los diarios destacaron que el chamaco, de 16 años, se atribuyó el doble asesinato sin mostrar signos de arrepentimiento.

No fueron de esos crímenes en que se emplearon cientos de balas, o de aquellos asesinatos en que los nombres de las víctimas figuran en las listas de los más buscados por la ley. En el caso de la señora de Costa Rica los diarios no precisan su ocupación, sus hijos tenían 15 y 12 años. En el de Mazatlán, se trató de una maestra de escuela y de su hija invidente.

En A dos de tres nos llama la atención el silencio en torno a esos sucesos. Ningún representante de la sociedad, ni siquiera uno de los tantos autoproclamados luchadores sociales, que suelen opinar de todo, alzó la voz para, mínimamente, clamar por el esclarecimiento de tales casos y, principalmente, para plantear la necesidad de analizar a fondo y en serio qué nos esta ocurriendo como sociedad que cada vez son menos los sucesos que nos conmueven. Pareciera que la capacidad de asombro estuviera llegando a fronteras lejanas, en las cuales las buenas acciones son cada vez menos dignas de mención y la tragedia debe alcanzar niveles más y más sangrientos para poder conmovernos.

Alguna vez le advertimos que habría ocasiones en que A dos de tres se preocuparía por algo más que divisar un nubarrón habiendo dejado la ropa tendida y las ventanas abiertas. Esta es una de esas ocasiones. Quizás Usted como yo no conoció a ninguna de las víctimas, pero quizás Usted como yo considera que las circunstancias que rodearon los hechos nos deben llevar a estudiar rigurosamente qué nos está pasando como sociedad, hasta cuando pararemos y hacia dónde llegaremos en esta insensibilidad a la tragedia ajena y en el creciente menosprecio a la vida y a la muerte.


Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, mentadas, invitaciones y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. ¡Anímese a leer un libro! Y mientras que tenga una semana en que el dolor no le sea indiferente.

¡LA ROOPAAA!

Marisa Pineda

Hay indicadores del crecimiento de las ciudades: que si las cifras del censo de población, que si el número de colonias, que si el número de usuarios de agua potable y energía eléctrica, que si… y le podemos seguir con un largo etcétera. Pero hay otros indicadores curiosos, personales, por así llamarlos, que marcan cuanto se ha extendido el lugar donde hemos habitado. Los pre-digitales tenemos uno que se relaciona con esta temporada: Cuando en Culiacán llovía parejo y no había cuadra en la que no se escuchara el apremiante grito “¡laaa rooopaaa!”.

El 24 de junio, el mero Día de San Juan, era fecha por demás importante para los culichis de entonces porque prácticamente todas las familias tenían a un Juan o a una Juana en sus filas, lo cual garantizaba pachanga segura, y porque marcaba extraoficialmente el inicio de la temporada de lluvias. Desde la víspera las amas de casa tomaban providencias para ese día y lavaban sólo lo indispensable, es decir los uniformes.
Hubo algunos 24 de junio en que el aguacero cayó temprano haciendo la felicidad de la plebada, que no era enviada a la escuela por la creciente de algún arroyo cercano (sí, el problema de los arroyos en Culiacán data de tiempos inmemoriales) y otros más en que luego de un día totalmente soleado, de súbito “la negrura”, como llamaban los mayores a los nubarrones, se desplazaba amenazante sobre los tendederos y las ventanas abiertas.

Las primeras gotas estaban sincronizadas con las gargantas y en cuanto tocaban el piso accionaban las cuerdas vocales de quienes habían sido sorprendidas sin alcanzar a descolgar de los tendederos las prendas. El grito “¡laaa rooopaa!” era el llamado para que todo aquel que pudiera desplazarse rumbo al tendedero auxiliara para salvar a los trapos de la lluvia. La convocatoria era el pretexto ideal para que la chamacada de entonces quedara más mojada que seca y le permitieran bañarse en la lluvia sin temor al regaño.
Eran tiempos en que en Culiacán todavía llovía parejo en los cuatro puntos cardinales. “La negrura” alcanzaba a cubrir a toda la ciudad. Quienes vivíamos cerca de algún arroyo corríamos a ver hasta donde subía el caudal, mientras la fila de autos imposibilitados para cruzarlo se hacía cada vez más larga. No fueron pocos los momentos de angustia que provocaron quienes sobreestimaron la potencia de sus vehículos y quedaron varados a mitad de las aguas en espera que llegara el camión de los heroicos bomberos a salvarlos.

N
o me pregunte cuándo porque no le sé decir con exactitud, pero hubo un año en que la población tuvo una sorpresa mayúscula: había rumbos de la ciudad anegados por la caída de un chubasco, mientras que en otros de nublado no pasó. ¡Nada! Ni una gota. Algo ocurría que ya la nube no alcanzaba a cubrir toda la ciudad. Para colmo hubo un Día de San Juan que no llovió, y al año siguiente lo mismo y así sucesivamente hasta pasar de las misas para agradecer por las bondades, a las misas para pedir porque termine el estiaje.

Tiempos traen tiempos, acaba de pasar otro 24 de junio y en Culiacán no llovió. En algunos rumbos, apenas se alcanzó a divisar una tímida nubecita que hizo recordar la hoy leyenda urbana de cuando en Culiacán llovía cada Día de San Juan, y de cuando la lluvia bañaba a toda la ciudad.

Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. Anímese a leer un libro, qué tal, por ejemplo “Gota de lluvia”, de José Emilio Pacheco, poemas para niños que gustan a todas las edades. Y mientras, que tenga una semana de ver llover y no mojarse.




Las nuevas estafas

Marisa Pineda

A las llamadas del tipo “Usted acaba de ganarse una camioneta último modelo, sólo que para enviársela tiene que depositar (anote aquì la cantidad) a la cuenta que le damos a continuación” ya puede añadirle otra forma de estafa, esta para que no le falte tiempo aire en el celular.

“Nada cuesta más trabajo que vivir sin trabajar” la frase se atribuye al personaje de Don Ramón, que interpretó Ramón Valdéz en el popular programa “El Chavo del Ocho” (Ustedes disculparán pero una toma el conocimiento donde lo encuentra), la cual aplica a aquellas personas que hacen del engaño un modo de vida. La más perversa expresión de ese engaño es, quizás, el secuestro virtual, aunque hay otras de menor dolo, como la de lograr que al teléfono celular no le falte saldo gracias a las aportaciones de incautos. Le platico.

Hará cuestión de unos días, a un muy escuchado programa radiofónico de complacencias llamó un radioescucha hecho un basilisco para alertar que ni-se-les-ocurriera considerar como prospecto de amiga a la muchacha que minutos atrás había llamado para pedir una canción y decir que estaba interesada en hacer amigos, para lo cual daba al aire su número de teléfono celular. Llame ya.

Pudo más el coraje que la vergüenza y el radioescucha aquel confesó que días atrás escuchó ese mismo mensaje y atraído por la velada promesa “llámame, quiero hacer amigos, no te arrepentirás” envió un mensaje al número que la prometedora voz dio al aire. Luego del consabido “cómo se llama, en dónde vive, estudia o trabaja yo quisiera saber” (como dice la canción “Busco una novia” del grupo culichi Los Potros) la plática se volvió más íntima y comenzó a subir de tono, hasta llegar al preámbulo en que la chica del otro lado de la línea anticipaba sentirse tan identificada ya con el muchacho que ofrecía enviarle una foto.

La imaginación suele jugar malas pasadas y vaya Usted a saber cómo imaginó el chamaco que aparecía la chica aquella en la ya anhelada fotografía, que cuando ella le advirtió: “pero tengo un problema, me estoy quedando sin saldo, si me “prestas” saldo ahorita te la mando”, el aspirante a galán no reparó en nada y presuroso fue a depositar 100 pesos de tiempo aire para la dama en apuros. Se trataba de dar buena impresión y con 20 ó 50 pesos imposible quedar bien. Además, sólo era un préstamo, una muestra de la confianza que ya se estaban tomando.

Los minutos se hicieron horas y las horas se hicieron días y la fotografía nada más no llegó y el objeto de su imaginación dejó de responder a los mensajes. Sin pudor el radioescucha reveló al aire que en más de una ocasión llegó a pensar que no había dado bien el número al solicitar el tiempo aire, o que la chica había tenido algún problema. Jamás por su mente, dijo, se cruzó la idea de que había sido víctima de una estafa... hasta que en otro programa, en otra radiodifusora escuchó la misma voz y el mismo mensaje que él respondió, y con el cual había iniciado todo.

Ahí no terminó el caso. El delincuente vuelve al lugar del crimen, y la muchacha acababa de llamar al mismo programa donde atrapó al incauto que estaba ahora alertando. Más tardó en colgar cuando al aire entró otra llamada, era otro joven que cayó en el ardid de esa misma persona. Este otro no fue tan moderado como el otro y de bribona no bajó a la chamaca, que se manejaba con varios nombres pero con el mismo número.

Este otro patrocinador de tiempo aire estaba más encendido que el primero en llamar, a grado tal que el locutor, precavido, cerró el micrófono y dejó correr la canción, antes de que el recordatorio a la rama materna de la estafadora se escuchara en frecuencia modulada.

Ese episodio me hizo recordar lo ocurrido semanas atrás, cuando al teléfono celular de un compañero llegó un mensaje: “loco, un paro, deposítame 20 pesos de saldo”. Íbamos en carretera y ni manera de hacer la buena acción del día, además de que según el receptor del mensaje el número no aparecía en su lista de contactos ni le era conocido. En lo que el repasaba de quién se podía tratar, los malos pensamientos nos atacaron a todos y sacamos cuentas de que con cinco serviciales que respondieran, quien estaba del otro lado de la línea ya había captado 100 pesos, suficientes para pasarla bien un buen rato. Además, 20 pesos no despertaba mayores sospechas, tan baja cantidad permitía aprovechar la ventaja de la sorpresa. Si bien no se identificaba el número, el lenguaje familiar del mensaje sembraba la duda.

El oir a esos dos radioescuchas alertando sobre el fraude del cual habían sido víctimas, hizo cabilar sobre las innovadoras formas para estafar hasta en el tiempo aire para el teléfono celular. Ya lo advertía Don Ramón: “nada cuesta más trabajo que vivir sin trabajar”.


Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. Anímese a leer un libro, a propósito de pícaros qué tal El lazarillo de Tormes o La Celestina, y mientras que tenga una semana libre de engaños.

miércoles, 26 de junio de 2013

Aviso importante de Huellita con Causa, A.C.

Se informa que Huellita con Causa AC ya no estará más en el lugar donde nos prestaban para castraciones y clínica para los animales en tratamiento.

Nos encontramos con la necesidad inmediata de encontrar hogares temporales para los animales en tratamiento y cachorros, así como en busca de un lugar para renta.

Si puedes apoyarnos como HT, tenemos casi 50 perros y gatos, cachorros y adultos que no tienen a donde ir, por favor envíanos un mensaje si puedes ayudar a cuidar algún animalito y si conoces de alguna casa amplia a las afueras de la ciudad que pueda ser la clínica de Huellita. Nuestros peludos te lo agradecerán. 

De momento quedan cancelados los rescates por no tener un lugar donde albergarlos, hay varios animales que están hospitalizados y ellos seguirán ahí hasta no encontrar un espacio donde puedan estar. 

Gracias por su comprensión.

viernes, 14 de junio de 2013

Inteligencia artificial

Marisa Pineda

Cuando estaba plebe uno de los mayores orgullos que podía dar a sus padres era llevar buenas calificaciones. En las reuniones familiares se presumían los dieces que aparecían en la boleta del sabiondillo al cual, en automático, se le consideraba “muy inteligente”.Ni en las ideas más peregrinas de los comunes de entonces figuraba que veríamos como el concepto inteligente llegaría a objetos tales como las placas para los automóviles que circulan en Sinaloa. ¡Cuanta vanguardia!

Según la Wikipedia, en 1956 el informático John McCarthy acuñó el concepto “inteligencia artificial”, definifiéndola como “la ciencia e ingenio de hacer máquinas inteligentes, especialmente programas de cómputo inteligentes”. Dicha ciencia tiene categorías: los sistemas que piensan como humanos, los que actúan como humanos, los que piensan racionalmente y los que actúan racionalmente. Sin embargo, al concepto “inteligente” le ha pasado lo mismo que al de blindaje: está de moda y, como tal, se utiliza a la menor provocación.

Hoy en día se ofrecen shampús y hasta desodorantes inteligentes que liberan el aroma cuando consideran que el usuario lo necesita. Si Usted tiene un teléfono celular se quedó en otra era, lo nuevo es tener un “smartphone” que le resuelva la vida. Los edificios ahora son inteligentes, las tarjetas de crédito también, y en ese esfuerzo por dotar de inteligencia a los objetos las placas vehículares no podían ser la excepción.

Pero con los aparatos inteligentes pasa lo mismo que con algunos de aquellos niños que tenían la boleta plagada de dieces: el término no siempre correspondía a las habilidades. Había chamacos que memorizaban la lección y terminado el examen esta se borraba instantáneamente de su mente, y había quienes sin ningún esfuerzo desentrañaban solitos como pasar una fracción impropia a un número mixto, y hasta lo encontraban divertido.

Así pasa también con la inteligencia artificial. En la vida real resulta que el champú no suelta aroma por más que uno mueva la melena. El desodorante dice en letras chiquitas que las moléculas inteligentes funcionan a menos de 32 grados centígrados, y para cuando uno descubre eso el termómetro araña los 40 grados y uno ya huele a perro remojado. El elevador del edificio inteligente se queda atorado como el de cualquier edificio tarugo. Un día le llaman del banco para notificarle que su tarjeta inteligente y blindada fue clonada, y el “smartphone” para que realmente funcione como tal hay que descargarle una lista de aplicaciones que, además, deben actualizarse un día sí y otro también.

Cuando el término inteligente se extendió a cada vez más objetos, imaginé un ring inteligente (cada quien su locura). Un ring al que le sonara una alarma cuando un luchador se apoye en las cuerdas, al que se le encendiera un foquito cuando realmente hay espaldas planas, o que midiera con exactitud el tiempo entre palmada y palmada del réferi. Con un ring así no habría mucho qué reclamar entre rudos y técnicos, ni habría necesidad de recordar a la rama materna del réferi, ni habría un largo etcétera que hizo rechazar la idea con la misma rapidez que llegó.

Imagen tomada del periódico El Debate (Se presenta con
fines de información, sin afán de lucro.)
Resulta que en Sinaloa se están cambiando las placas de los vehículos: adiós placas tontas, bienvenidas placas inteligentes. La primera gran innovación de esas láminas fue que los números brillaran en la oscuridad, luego se enchularon con un dibujo de tambora, y después con el de un tomate. Ahora ni tambora, ni tomate: chip inteligente que permitirá almacenar toda la información del vehículo y contribuirá a reducir los índices delictivos. Esto último podría resultar útil en el caso de los llamados “pega y huye”, porque tratándose de robo del vehículo le botan las placas y allá va el chip inteligente con todo y su código bidimensional de seguridad (se escucha como invento del Dr. Chun-Ga).

El millón 500 mil juegos de placas para el transporte público y privado (¡Casi un vehículo por cada dos habitantes! considerando a todas las personas de cero a 85 años y más de edad) llegaron directo de China. El tiempo dirá que tan inteligentes resultan las placas compradas por adjudicación directa. Para ser inteligentes, o por lo menos ser listos, listas, digo, por algo se empieza.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. Anímese a leer un libro, ahí tiene “Sueñan los androides con ovejas eléctricas” a propósito de inteligencia artificial. Y mientras, que tenga una semana de decisiones inteligentes.



¡Hágase la modernidad!

Marisa Pineda

¡Hágase la modernidad! Y la modernidad se hizo en forma de rectángulo de plástico. Hoy A dos de tres comparte el gusto de que en breve quien esto escribe se sentirá como que sube un escaño en la escala del figure y todo gracias a una nueva tarjeta. ¿De crédito? Preguntan los de Vida y Estilo. No, respondo, tarjeta para viajar en camión urbano. Aunque Usted no lo crea.

Pues sí, resulta que en breve ya no habrá más necesidad de comprar la primera golosina que se le atraviese nada más para feriar y tener con que pagar el boleto del urbano, a fin de evitar que al bajar se le olvide pedir el cambio al chofer y el viaje le resulte como si hubiera ido a Mazatlán y no a una colonia de la periferia culichi.

Ahí tiene que la modernidad sigue llegando al transporte urbano. Sí, es cierto que todavía hay unidades cuyos dueños entienden por “aire acondicionado” abrir las ventanas, pero hay muchos otros camiones que, le he contado ya, hasta internet traen. Pues ahora al aire acondicionado (el de verdad), a la publicidad en pantallas planas, al “wi-fi”, súmele que ya podrá pagar con tarjeta su pasaje. La modernidad ya está en la ciudad de Guamúchil, de ahí pasará a Mazatlán, luego a esta capital, para continuar en Guasave y Los Mochis a la cola.

El asunto es así: Guamúchil es la ciudad piloto en donde a 50 unidades les colocaron lectores de tarjetas. Estas tarjetas las van a entregar en módulos, Usted podrá pasar por su plástico a dichos sitios y depositarles el equivalente a la cantidad de pasajes que desee. Al subir al camión entregará la tarjeta al conductor, este la deslizará por el lector y ¡listo! No habrá problemas con que “seño, no está completo, le falta un peso”.

Dicen las autoridades que eso agilizará los recorridos y ayudará a evitar los asaltos. En mi calidad de usuaria lo que puedo añadir es que el uso de tarjetas evitará el riesgo de que le toque un chofer malhumorado que cuando reciba un billete de mediana o alta denominación (no por presumir, si no porque es el último que le queda) le mire impaciente, como si al pedirle su cambio cometiera una impertinencia, empiece a acelerar intimidante y al final le diga “cuando baje le doy la feria”, so riesgo de que la memoria y la prisa le jueguen una mala pasada, se le olvide pedir el cambio y le salga caro el viaje.

Que el costo de los dichosos lectores (50 mil pesos, cada uno) lo vamos a terminar pagando los usuarios, es un hecho; como que lo ve venir en el próximo anuncio de aumento a la tarifa del transporte urbano. El asunto no es que puedan encarecer el costo del pasaje (que irremediablemente seguirá encareciéndose), el chiste va a estar en que los referidos lectores funcionen y no pase como con los taxímetros. Para cumplir con la instrucción de la autoridad de Tránsito, los concesionarios colocaron taxímetros a los vehículos de alquiler, prácticamente todas las unidades traen el aparatito y la correspondiente calca “unidad equipada con taxímetro”. En efecto, equipada y hasta ahí, porque son contados los que realmente utilizan el taxímetro para cobrar, pues siguen aplicando las tarifas a como les da su real entender.

En lo que los lectores de tarjeta demuestran ser una buena idea o una mera ocurrencia, los de A dos de tres ya nos vimos subiendo al camión y pagando con nuestra tarjeta. Si hasta el dedo chiquito vamos a levantar cuando tengamos el plástico en la mano, porque nadie nos va a quitar sentirnos que con ella ascendimos medio escalón en la escala del figure. Y es que eso de subir al camión y pagar con tarjeta en vez que las moneditas, de que da caché, da caché.


Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas (se aprecia el que se tomen el tiempo) y hasta felicitaciones (muchas gracias por ellas) por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. Anímese a leer un libro, y mientras que tenga una semana en que no falte ni la feria ni que feriar. 

Notre vie en rose (y la Bandera de la Libertad)

Marisa Pineda

A mi madre Magui.
A mi madre Yé-Yé.
A Laz.

El diccionario define bandera como “pieza rectangular de tela, con franjas de colores o figuras simbólicas que representa a un colectivo de personas”. Hay una bandera cuyos colores significan vida, salud, sol, naturaleza, arte y armonía: la bandera del orgullo gay.

Bandera de la Libertad
Si alguien creía que los colores de la también llamada Bandera de la Libertad carecen de significado y están ahí nada más porque se ven bonitos juntos, equivocación. El lábaro tiene historia y al igual que otros pendones tuvo cambios, hasta llegar a su versión actual.

Dicen los que dicen saber que en 1978, en la ciudad de San Francisco, California, el diseñador y exsoldado estadounidense Gilbert Blake conoció a Harvey Milk (el activista encarnado por Sean Penn, en la película Milk) quien lo invitó a diseñar y confeccionar una bandera que fuera el símbolo de la comunidad homosexual (del griego homós, que significa igual). Gilbert aceptó el reto, se puso a teñir telas y a darle al pedal de la máquina de coser hasta lograr un lábaro impresionante, refulgente con sus ocho colores: rosa, rojo, naranja, amarillo, verde, turquesa, azul y violeta.

El trabajo de Blake fue inmediatamente bien recibido por la comunidad homosexual, sin embargo la bandera tuvo que modificarse apenas un año después de que se presentó, pues en 1979, cuando se quiso confeccionar a nivel comercial, no se logró reproducir el color rosa fucsia y se eliminó. Paradójicamente el color que se quitó era el que representaba la sexualidad.

Ese mismo año, la bandera se portó por primera vez en la Marcha del Orgullo Gay en San Francisco, los organizadores necesitaban que el estandarte tuviera un número par de colores para colocarlos equilibradamente en ambas aceras de la calle, a fin de cumplir con el requerimiento se dijo adiós a la franja turquesa.

Desde entonces, 1979, la también llamada Bandera de la Libertad se ha izado cada 17 de mayo, en conmemoración del Día Internacional contra la Homofobia y el 28 de junio, al celebrarse el Día Internacional del Orgullo Gay.

En Campeche, la Bandera de la Libertad ondeará por todo lo alto el próximo 28 de junio durante la marcha para conmemorar el Día Internacional del Orgullo Gay. Esta vez, la celebración que organiza la Comunidad Lésbico-Gay, Bisexual y Transgénero con motivo de su quinta aniversario, destaca el concierto de piano que brindará el maestro Lázaro Azar.

Crítico musical, productor discográfico nominado dos veces al Grammy en el rubro de música clásica, destacado pianista y una de las personas más genuinas que conozco, Lázaro Azar adelantó en exclusiva para los lectores de A dos de tres lo que será el programa de su concierto.

Para el recital que ofrecerá en su natal Campeche, Lázaro Azar preparó un programa al cual tituló “Notre vie en rose” (Nuestra vida en rosa) con obras de Schubert, Chopin, Poulenc, Britten y Manuel de Falla, entre otros autores. Y si bien las obras en sí son una promesa, las historias que les acompañan hacen el programa doblemente atractivo.

Valses tristísimos compuestos al amante secreto cuando este comunica su próximo matrimonio, piezas de nostalgia infinita en honor al amor imposible, otras que son un arrebato de pasión. “Notre vie en rose” será un concierto de amores que se volvieron música, que reviven y cuentan su historia cada vez que alguien los interpreta. “Nuestra vida en rosa” será un concierto imperdible. “Nuestra vida en rosa” será un homenaje a la libertad.


Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. Anímese a leer un libro, por ejemplo uno sobre la biografía de Alejandro Magno, a propósito de poder gay. Y mientras, que tenga una semana libre de prejuicios. 

El viejo Culiacán

Marisa Pineda

¿Sabía Usted? Que Culiacán tuvo dos arcos de bienvenida. Qué el Puente Negro se cayó con una creciente del Río Culiacán. Qué la fachada del Mercado Garmendia esta inspirada en la Central Ferroviaria de París. Qué los bailes más elegantes y esperados por la sociedad culichi eran de blanco y negro. Que al morir una persona era práctica común tomarse una foto familiar con el difunto en medio del grupo. Esa información y más hay en El viejo Culiacán.

Hará poco más de un año, un grupo de culichis hizo de la red social Facebook el lugar virtual de encuentro para conocer y compartir documentos e historias sobre lugares y personas del Culiacán de todos los tiempos. Crearon el grupo y le pusieron por nombre El viejo Culiacán.

Mercado Garmendia
Imagen tomada de la página El viejo Culiacán (se presenta
con propósitos informativos, sin afán de lucro.)
El grupo inició con alguna decena de miembros que escombraron los archivos personales y familiares para compartir fotografías de edificios y casonas del Culiacán de principios del siglo 19. A cada fotografía le seguían comentarios y anécdotas enriquecedoras. De pronto el grupo llegó a medio centenar y así hasta completar sus primeros 100 integrantes. Luego llegaron las campañas electorales y los integrantes del viejo Culiacán, en un ejercicio de respeto, lograron mantener ese espacio libre de la propaganda que plagaba el resto de la red social.

Con los nuevos miembros llegaron también más temas que han convertido a El viejo Culiacán en una especie de revista en el cual el conocimiento de la historia se comparte de forma entretenida.

En el viejo Culiacán encontrará las imágenes de cómo era el Mercado Garmendia antes de que los puestos a su alrededor ocultaran sus columnas dóricas, sus jardines (¡Oh! Sí, alguna vez tuvo jardines), y su fachada inspirada en la Central Ferroviaria de París. El grupo fue más allá y consiguió fotos de cuando iniciaron los trabajos de excavación para levantar los cimientos del Garmendia y hasta los planos.

Imagen tomada de la página El viejo Culiacán (Se presenta sin
afán de lucro.)
En el viejo Culiacán encontrará cómo eran las calles del centro cuando se llamaban del Comercio, Libertad, del Pescado. Los héroes cuyos nombres hoy ostentan estaban vivos y andaban apenas levantándose en armas. Hay imágenes de los arcos que se construyeron para darle la bienvenida a Venustiano Carranza. Los efímeros arcos tienen la persuasiva inscripción “Por la razón o la fuerza” y el sitio donde estuvieron ha sido tema de ardua investigación que concluye en que unos estaban por el hoy boulevard Madero frente al monumento a Agustina Ramírez, y los otros al poniente de la calle Rosales.

La vida social esta retratada en los carros alegóricos y las coronaciones de las reinas de las reinas del carnaval de principios del siglo 19. También en distintas ediciones del baile de blanco y negro, el más esperado por la sociedad. El jolgorio se efectuaba en el Casino Culiacán, el 31 de diciembre. En una de esas fotos aparece una hermosísima muchacha: María Félix, antes de convertirse en La Doña, personaje que representó hasta en el último de sus días.

La nota roja no está al margen en El viejo Culiacán. Hay imágenes enteramente explícitas del asesinato de Álvaro Obregón, de fusilados en los movimientos revolucionarios y de los caídos que dejaban los combates. Mención especial merecen las fotos de los difuntos. Amortajados, colocados en medio de toda la familia vestida de riguroso luto, posando para el recuerdo antes de ser colocados en el ataúd para su velorio y para la sepultura. La práctica podrá parecer macabra, pero entonces era de lo más bien vista.

Si Usted tiene cuenta de Facebook, anímese a dejar por un momento el juego del “candy crush” y súmese al Viejo Culiacán. Va a conocer del Culiacán cuyas casas aún no se enrejaban, del Culiacán cuando todavía se podían tener las puertas y las ventanas abiertas.


Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda. Anímese a leer un libro, qué tal uno sobre historia. Que tenga una semana que le deje imágenes gratamente memorables.