Marisa Pineda
¡Hágase
la modernidad! Y la modernidad se hizo en forma de rectángulo de
plástico. Hoy A dos de tres comparte el gusto de que en breve quien
esto escribe se sentirá como que sube un escaño en la escala del
figure y todo gracias a una nueva tarjeta. ¿De crédito? Preguntan
los de Vida y Estilo. No, respondo, tarjeta para viajar en camión
urbano. Aunque Usted no lo crea.
Pues
sí, resulta que en breve ya no habrá más necesidad de comprar la
primera golosina que se le atraviese nada más para feriar y tener
con que pagar el boleto del urbano, a fin de evitar que al bajar se
le olvide pedir el cambio al chofer y el viaje le resulte como si
hubiera ido a Mazatlán y no a una colonia de la periferia culichi.
Ahí
tiene que la modernidad sigue llegando al transporte urbano. Sí, es
cierto que todavía hay unidades cuyos dueños entienden por “aire
acondicionado” abrir las ventanas, pero hay muchos otros camiones
que, le he contado ya, hasta internet traen. Pues ahora al aire
acondicionado (el de verdad), a la publicidad en pantallas planas, al
“wi-fi”, súmele que ya podrá pagar con tarjeta su pasaje. La
modernidad ya está en la ciudad de Guamúchil, de ahí pasará a
Mazatlán, luego a esta capital, para continuar en Guasave y Los
Mochis a la cola.
El
asunto es así: Guamúchil es la ciudad piloto en donde a 50
unidades les colocaron lectores de tarjetas. Estas tarjetas las van a
entregar en módulos, Usted podrá pasar por su plástico a dichos
sitios y depositarles el equivalente a la cantidad de pasajes que
desee. Al subir al camión entregará la tarjeta al conductor, este
la deslizará por el lector y ¡listo! No habrá problemas con que
“seño, no está completo, le falta un peso”.
Dicen
las autoridades que eso agilizará los recorridos y ayudará a evitar
los asaltos. En mi calidad de usuaria lo que puedo añadir es que el
uso de tarjetas evitará el riesgo de que le toque un chofer
malhumorado que cuando reciba un billete de mediana o alta
denominación (no por presumir, si no porque es el último que le
queda) le mire impaciente, como si al pedirle su cambio cometiera una
impertinencia, empiece a acelerar intimidante y al final le diga
“cuando baje le doy la feria”, so riesgo de que la memoria y la
prisa le jueguen una mala pasada, se le olvide pedir el cambio y le
salga caro el viaje.
Que el
costo de los dichosos lectores (50 mil pesos, cada uno) lo vamos a
terminar pagando los usuarios, es un hecho; como que lo ve venir en
el próximo anuncio de aumento a la tarifa del transporte urbano. El
asunto no es que puedan encarecer el costo del pasaje (que
irremediablemente seguirá encareciéndose), el chiste va a estar en
que los referidos lectores funcionen y no pase como con los
taxímetros. Para cumplir con la instrucción de la autoridad de
Tránsito, los concesionarios colocaron taxímetros a los vehículos
de alquiler, prácticamente todas las unidades traen el aparatito y
la correspondiente calca “unidad equipada con taxímetro”. En
efecto, equipada y hasta ahí, porque son contados los que realmente
utilizan el taxímetro para cobrar, pues siguen aplicando las tarifas
a como les da su real entender.
En lo
que los lectores de tarjeta demuestran ser una buena idea o una mera
ocurrencia, los de A dos de tres ya nos vimos subiendo al camión y
pagando con nuestra tarjeta. Si hasta el dedo chiquito vamos a
levantar cuando tengamos el plástico en la mano, porque nadie nos va
a quitar sentirnos que con ella ascendimos medio escalón en la
escala del figure. Y es que eso de subir al camión y pagar con
tarjeta en vez que las moneditas, de que da caché, da caché.
Muchas
gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la
pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas (se
aprecia el que se tomen el tiempo) y hasta felicitaciones (muchas
gracias por ellas) por favor en adosdetres@hotmail.com
En Twitter en @MarisaPineda. Anímese a leer un libro, y mientras que
tenga una semana en que no falte ni la feria ni que feriar.