martes, 5 de junio de 2012

El Efecto Cenicienta



Marisa Pineda

Es cuestión de sentido común, de matemáticas elementales. Si el tres cabe dos veces en el seis, ¿por qué las vendedoras de calzado creen que un pie del número seis va a caber en un zapato número tres? Por más buena voluntad y afán de servicio que pongan, no es posible. A fuerzas ni los zapatos entran, y escuchar una y otra vez “no tengo seis, pero le traje un tres”, o un cuatro, o un cinco, hace que lo que inició como afán de servicio termine por convertirse en el Efecto Cenicienta.

No sé Usted, pero para mí comprar zapatos se ha convertido en una comedia de situaciones, en la cual me toca el papel de hermanastra de Cenicienta. Por más esfuerzos que hago la zapatilla ganadora del Príncipe no entra,  ni haciéndome liposucción en los pies.

Allá le voy a recorrer escaparates de arriba abajo. De pronto, un modelo hace guiños y tratando de hacer válida la frase “Dale a una mujer el calzado apropiado y conquistará el mundo” solicito  ¿Tendrá esos en número seis? Minutos después llega la dependienta haciendo malabares con un altero de cajas en varios números, ninguno seis. Por mera atención a su empeño, y por una ligera esperanza,  accede una a probarse un cinco. Descaradamente, una parte del talón mata la ilusión  delatando que no alcanzó lugar dentro de la suela. La muchacha se queda viendo la parte fuera e interroga ¿cómo los siente? Es hora que no alcanzo a distinguir si la pregunta fue con burla o candor.

Siguiente zapatería. Mismo inicio de la historia y un final de humor involuntario a cargo de una servicial empleada que llegó con una caja y su mejor sonrisa: “sólo los tengo en tres, se los traje”.  Agradecí su esmero y salí de prisa, antes de que me ganara la risa o la patanería y le pidiera me explique cómo cree que un pie del seis va a caber en un zapato del tres sin ser mutilado. No tengo pies plegables. ¿Qué no ha escuchado que a fuerza ni los zapatos entran?

Y en ese andar recuerdo haber leído en Nomeacuerdocualrevista que en Kuala Lumpur  (Malasia) hay una zapatería donde, en la compra de un par de calzado, le regalan un boleto para una cita con un prospecto de novio. Algo así como una adaptación corregida y aumentada del cuento de la Cenicienta.

Gracias a esa prodigiosa capacidad de mi cerebro para almacenar exclusivamente información basura, recuerdo que la mecánica de la compra-encuentro es así: la zapatería en cuestión estableció un acuerdo con una agencia de citas, la cual incluyó en sus cuestionarios preguntas relacionadas con los gustos en el calzado, de tal manera que cuando alguien compra un par se le obsequia una cita con alguno de los prospectos con preferencias afines.

Si el encuentro prospera, el Príncipe tiene la opción de obsequiar a la moderna Cenicienta un cupón por el diez por ciento de descuento en el modelo elegido (tal rebaja la cubre el). Si no surge el amor, la aspirante a novia puede quedarse con el bonito recuerdo de la bonificación en el precio, o con el gusto de descubrir que el presunto no es más que un tacaño de siete suelas.

Ignoro si la zapatería esa tiene ventas a todo el mundo, y menos si en ellas se incluye la promoción. Está difícil saber tanto.

Y en lo que recordaba ese artículo seguí coleccionando frases de consolación: “Los puede enviar a la horma”, “con el uso se estiran”, “el cinco viene amplio”, “los números grandes son los primeros que se acaban”. Así hasta que en el momento y lugar menos esperado, una muchacha llega con una caja en la cual se divisa el ansiado número 26. A partir de ese instante, a cada paso de la dependienta, haga de cuenta que empieza a escucharse de fondo la Marcha Triunfal de la ópera Aída. A partir de entonces y hasta que la muchacha abra la caja y extienda la mano ofreciendo el zapato los segundos transcurrirán lentamente y más firmemente creeré que así surgió el cuento de la Cenicienta.  Qué Príncipe ni qué nada, para mí que la Cenicienta había ido a comprar zapatos.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones en adosdetres@hotmail.com en Twitter estamos en @MarisaPineda.

Que tenga una semana libre de piedritas en el zapato. Y recuerde que “un buen lector es el que hace el libro bueno”,  por cierto  ¿ya leyó La Cenicienta?.