lunes, 28 de mayo de 2012

Tiempo de vals


Vestidos en combinaciones amarillo con rojo, fiuchia con negro, verde cotorro con lila, negro con rojo y “animal print”, todos destacados con muchas aplicaciones con harto brillo. ¿Qué es? Es el escaparate de una tienda de ajuares para quinceañeras. Tiempo de vals.

Pareciera que se trata del ropaje para la coronación de alguna Reina de Algo, pero no, los otros vestidos en tonos pasteles que susurraban el arribo de las debutantes fueron desplazados por estos que gritan en sus colores “aquí estoy”.

Las modas y las costumbres dicen de la era de la cual uno data, esta su amiga viene de la época en que los ajuares de las quinceañeras eran en tonos verdecito pistache, amarillito, rosita, azulito, salmoncito (todo en diminutivo), rosa viejo o azul oscuro. Nada de combinaciones llamativas. Las telas eran gasas vaporosas y los diseños se adornaban con flores y encajes en tonos pastel. En la cabeza el adorno por excelencia era un sombrero o tiara con flores y listones. 

Era una época en que al cumplir 14 años, la rama femenina de la familia se instalaba en pleno para decidir como celebrarían los 15 años de la debutante; si con un viaje, lo más práctico,  o con una inolvidable fiesta de arribo a lo que en las secciones de sociales llaman “la edad de las ilusiones”. La mayoría se inclinaba a favor de la celebración, porque los  15 eran la segunda oportunidad que la vida daba a madres, tías, abuelas y madrinas de tener la fiesta que soñaron para sí mismas, o de repetirla si la suya fue de su entero gusto.

A la par de la búsqueda del vestido, era el “casting” para los chambelanes y la corte de madrinas. Primas y primos llevaban mano, aunque tuvieran dos pies izquierdos,  igual que las amigas más cercanas cuyo júbilo no era igualmente compartido por sus padres, pues la algarabía equivalía a gasto y a incontables permisos para llegar tarde a casa so pretexto de ensayar el vals.

La búsqueda del vestido era cuestión de cónclave familiar y de las amigas más cercanas. Había que buscar el diseño más adecuado, algo que le sentara bien a la silueta de la debutante pero, a la vez, no mostrara demasiado. La candidez ante todo.

Si bien los ajuares de novias de entonces aún mantienen muchos puntos de comparación con los de hoy en día, la brecha generacional se separa notoriamente en las ceremonias de 15 años. Cuándo se hubiera imaginado llegar a dar gracias a la iglesia ataviada en un vestido como  heredado por María Antonieta;  falda rojinegra, cual bandera de huelga, un corsé de estampado de cebra y un escote tan pronunciado que da congoja de que cuando la cándida debutante levante los brazos ocurra tremendo accidente. Y ¡por qué no! Para darle glamur al ajuar, nada como colocarle en los olanes de la falda buen de aplicaciones brillosas. 

Y cuando uno se pone tal vestidazo no puede trasladarse en un auto así como de los que se usan para taxis. Un vestido así con lo que mejor combina es con una limusina, alquilada pero limusina al fin, y si es una limuhummer mucho que mejor. Nada del mejor auto de la familia con un soso ramito de flores en el cofre. Una limuhummer, que si ya de por sí las hummer son notorias, alteradas para limusina quedan más largas que una casa de interés social, imposible dar vuelta en “u” en ellas.

Y la festejada nada de ir adentro cuidando no despeinarse. No se ponen esos ajuares, ni se traslada en esos vehículos para ir de incógnito. ¡No! La debutante va con medio cuerpo, y si se puede más, fuera del quemacoco diciendo adiós a todo el que divisa, cual Reina de Algo. Total, si su vestido ya rivaliza con el de cualquier soberana.

Tiempo de vals, tiempo para soñar.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Antes de irnos ¿lo  notó? Ya tenemos imagen. Quedé bien mona gracias al talento de Chuy “Jesús” Lara (losmonitosdechuy.blogspot.mx) Y eso no es nada, ¡lo que viene! Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com y en Twitter en @MarisaPineda.

Que tenga una semana como de tiempo de vals. Y no se olvide que “la lectura de un texto es el medio que utiliza su autor para entablar amistad con su lector”.