Marisa Pineda
La arena estaba de bote en bote y
a calles de distancia se escuchaba al público rugir de la emoción. Una hilera
de autos, que haga de cuenta fila a la playa en Semana Santa, hacía que aumentara
el desespero, sabedores de que cada
minuto se llevaba un buen lugar que bien podía ser el nuestro. El taxista
intrigado preguntó de qué se trataba aquella fila con rumbo al polideportivo.
“Es que hay luchas”. Motivado por el entusiasmo de la troupe convirtió su sedán
en un todoterreno e hizo del cauce de un arroyo un atajo. Gracias a su pericia,
en menos de que nos contaran las tres palmadas estábamos ya instalados levantando
el puño en alto y ovacionando a los locales.
Público de todas las edades no
dejó asiento en el graderío y ring side. Pubertos y adolescentes teléfono
celular en mano, dándole sin parar al teclado para presumir en su página de
Facebook o en Twitter “en las luchas con…”.
Niños que esperaron con paciencia ejemplar a que los personajes se
salieran de las pantallas y se materializaran al alcance de su mano. Jóvenes
que fueron a la función como quien va a una expedición extrema. Padres y
abuelos llevados por hijos y nietos. Brechas generacionales que se borran al
hechizo de las máscaras y de la acción en ese rectángulo de seis por seis,
llamado ring. Divisiones sociales que desaparecen, pues en el mundo de los
lances, las llaves y las contrallaves no hay más clases que la de los rudos y
la de los técnicos. Ni ricos ni pobres, ni perrada ni VIP. O se es rudo o se es
técnico, lo demás sobra ni vale ni importa.
En el cuadrilátero Lycan y Orión
se alzan con el triunfo. Música bailable para dar tiempo a que salgan los minis
al ring. Tiempo suficiente para hacer excursión al área de comida, donde está
más fácil caer de pie desde la tercera cuerda que comprar salchichas asadas.
Las salchichas pierden dos caídas al hilo ante el desespero y el gruñir de
tripas. Los esquites y la pizza se alzan con la victoria.
En los encuentros no hubo mayores
sorpresas. Los minis Mascarita Sagrada y Mascarita Divina, consentidos de la
plebada científica, se impusieron a las rudezas de MiniCharly Manson y Mini Dinastía,
quienes dieron la mejor lucha de la noche al conectar hasta seis lances y
cuatro llaves. El estelarísimo encuentro entre La Parka y Octagón fue un cotejo
en que se impuso la técnica y la experiencia cultivadas por décadas. Fue un
encuentro en que con un medido esfuerzo lograron dar un máximo espectáculo que
dejó satisfecho al respetable.
Mr. Iguana, el ídolo local |
Mención aparte merecen los
locales. Mario el Desalmado, Muralla Negra, Psíclope y Monster Truck contra los
técnicos Tempo Dragón, El Bello Juan, Relámpago y Mr. Iguana. Desde que las
luces se apagaron no hubo en el polideportivo de la Universidad Autónoma de
Sinaloa más grito que el de ¡I-gua-na! Gústele a quien le guste y pésele a
quien le pese se dijo “Iguana” a voz en cuello y en las redes sociales. Ese
apoyo sólo aumentó el encono.
Mr. Iguana y Monster Truck
recorrieron el graderío general dándose con ganas, mientras en el ring el
ambiente tomaba calor. A los minutos, Iguana y el Monster subieron al
encordado. El primero para constatar el arrastre que tiene entre el público, el
segundo para mentársela al respetable e interpretar su personaje. Ya en
cuartetas, dieron una lucha que por momentos –muchos momentos- recordó más un
pleito afuera de una escuela secundaria, que una estelar sobre el ring.
Alguna vez en A dos de tres
dijimos que a los luchadores locales hay que reconocerles el ímpetu y la
perseverancia en un deporte que exige cualidades más allá de la capacidad para
dar saltos, subirse a la primera cuerda y soltarle una andanada de insultos al
contrario. Hoy lo confirmamos. El llamado “Choque de ídolos” permitió
corroborar cuanto han crecido algunos luchadores locales. Lamentablemente duró
más la lucha verbal que se aventaron, que lo que se aplicaron entre una y otra
caída.
Muchas gracias por leer éstas
líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias,
invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones en adosdetres@hotmail.com En Twitter
estamos en @MarisaPineda. Si ya leyó A dos de tres, como quiera se lee un
libro. Anímese, yo sé lo que le digo. Que tenga una semana en que le gane a la
rudeza.