Marisa Pineda
Hay cantidad de elementos que nos
distinguen como culichis, gentilicio que si bien no es tan correcto como decir
culiacanense, es más popular para quienes nacimos en la capital sinaloense. En
el habla, como bien señala el comercial cervecero, a lo que está muy bien no le
decimos chido sino chilo y para uno todos los demás son amigos, plebes, compas
o viejones. Pero es en la gastronomía en donde la de la letra ha encontrado
algo que nos hace peculiares: los tacos dorados y las tostadas. No he
encontrado en este país, hacia ningún punto cardinal, otro estado fuera de
Sinaloa en donde esos platillos se acompañen con caldo. Que levante la mano
quien en otra entidad ha pedido tostadas y luego de que se las sirven pregunte
“¿y el caldito?”.
Hay cantidad de cadenas que
circulan en internet donde se habla de las peculiaridades de los sinaloenses.
Esas mismas cadenas aplican para otras entidades, así uno encuentra tanto
puntos en común como esas pequeñas diferencias que nos delatan cuando cruzamos
los límites de La Concha y El Carrizo, o lo que es lo mismo cuando cruzamos al
sur o al norte.
Hay quienes en cuanto abrimos la
boca nos sale el código postal con el acento marcado, y ni qué decir cuando la
charla fluye y nos referimos a alguien como el amigo o el plebe. No son pocas
las ocasiones en que he tenido que explicar que aquí plebe no es algo despectivo,
que se usa como sinónimo de chamaco, escuincle, niño. En menudo lío me he metido
tratando de explicar que plebillo se usa para decir que alguien es casi un
niño, que plebona se usa para las muchachas en edad de merecer, que plebón
aplica de edad adulta para adelante y que plebada es un grupo de personas,
usualmente amigos de uno.
Igual he tenido que justificar
que decirle viejón a alguien aquí no es falta de respeto, sino una especie de
deferencia, y que aquí llamamos amigo hasta al que nos viene a embargar.
Cantidad de veces me han
corregido, sobre todo en el centro del país, cuando algo esta muy bien y he
dicho que “está bien chilo”. Es “chido”, ilustran, pero por más que trato la
fuerza de la costumbre se impone.
Pero el mayor desconcierto lo he
provocado al comer, cuando he pedido tostadas o tacos dorados y pregunto ¿y el
caldito? ¿Cuál caldito? Pues el que va con las tostadas, explico en lo que
recibo miradas perplejas y, en no menos de una ocasión, sonrisas burlonas del
mesero.
Los del Departamento de
Investigaciones de A dos de tres siguen sin dar con el dato de quién fue quien
sirvió por vez primera las tostadas, los tacos dorados y las gorditas
acompañadas con caldo. Tampoco han logrado dar con cual de esos tres platillos
fue el que se sirvió primero con dicho complemento, y mucho menos en qué fecha.
Lo que si comparten es que sin ese consomé a base de pollo o res, tomate hecho
puré y especies, esas comidas no saben igual.
Esa ausencia del sabroso
complemento con el cual se bañan o inundan las tostadas y los tacos ha llevado
a esta su amiga a pedir una sopa de verduras o un consomé de algo para bañar
con ello el plato, ante la mirada incrédula de los demás comensales quienes, la
más de las veces, al hacer lo propio “para ver a qué sabe” coinciden en que
mejora el sabor.
Hace poco me enteré que en el
Distrito Federal un plebe de por acá abrió su changarro de comida "Le Garnach". Cuentan que le ha ido bien ofreciendo “tostadas y tacos estilo
Culiacán”. Cuando preguntan cómo son
esas, la respuesta invariable es “con caldito”.
Muchas gracias por leer éstas
líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias,
invitaciones mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter
estamos en @MarisaPineda. Anímese a leer un libro, hay unos de recetas de
cocina muy buenos. Antes de cerrar va el comercial: Pleebees, este viernes hay
lucha en el Polideportivo de la UAS, a partir de las 7 de la noche. Hay que ir.
Que tenga una semana exquisita.