Marisa Pineda
Hoy es Día Nacional del Bombero,
esas personas que parecen comunes pero no lo son. Son gente que lo mismo mete
las manos al fuego por el prójimo, que puede estar con el agua hasta el cuello
rescatando pertenencias ajenas. Poseen tanto el valor para enfrentarse a los
elementos sin control, como el humanismo suficiente para rescatar gatos o
perros atrapados. Son, en estricto apego a la definición, Héroes.
Dicen los que dicen saber que los
primeros cuerpos de bomberos organizados se remontan cuatro siglos antes de
Cristo en las civilizaciones de Roma y Grecia; en esa última, Ctesibius inventó
una máquina llamada “siphona” que podía transportar agua para extinguir el
fuego. La “siphona” viene a ser el modelo más retro de los carros de bomberos.
En México, en 1571 se emitieron las Cédulas Reales para
crear el “Grupo encargado de Combatir los Incendios en la Ciudad Capital”. Aquel
grupo se integraba por indígenas a quienes se les obligaba a acudir a enfrentar
el fuego, y ¡Ay! del que no fuera porque le iba peor con el castigo que con el
incendio. Fue hasta el 22 de agosto de 1873 que se fundó en el puerto de
Veracruz el primer Cuerpo de Bomberos con carácter voluntario, de ahí que se
haya tomado ese día para la conmemoración del Día Nacional del Bombero.
En Culiacán la historia de los
Bomberos es una historia de valor, de desinteresado afán de servicio, y de
perseverancia pues, ahí donde los ve, hubo un tiempo en que la Estación Central
estuvo a punto de cerrar por falta de recursos.
Fue a fines de los años 80 cuando
el Heroico Cuerpo Voluntario de Bomberos emprendió una ardua lucha por su
supervivencia. Las colectas no obtenían la respuesta que esperaban y la
estación se mantenía gracias al respaldo de empresas locales que les apoyaban obsequiándoles
combustible y la reparación de las unidades, así como con algunas donaciones en
equipo. Los bomberos tenían la lumbre en los aparejos.
Ver a los “tragahumo” brindar
servicio con los chaquetones y las botas rotas redimensionaba el sentido del
heroísmo. Fue entonces que el Patronato del Cuerpo de Bomberos emprendió el
rescate, la salida fue solicitar a la población la donación mensual de un peso,
que se recaudaría a través del recibo del agua potable. Para que no se empañara
el carácter voluntario en el servicio de los bomberos, si alguien no estaba de
acuerdo en donar ese peso, lo hacía saber y no se aplicaba el cargo. Y muchos
lo hicieron.
Aunque Usted no lo crea hubo
quienes pusieron el grito en el cielo porque “era un abuso” que le cobraran doce
pesos al año para dárselos al servicio de bomberos. Un peso cada mes, ¡era el
colmo! No fueron pocos los que se opusieron a donar, pero afortunadamente
fueron más quienes respaldaron la iniciativa gracias a la cual la Estación
Central no cerró. Es más, gracias a ese peso que muchos donaron hasta se logró
conseguir las primeras “quijadas de la vida”, ese aparato como abrelatas
gigante que ha salvado tantas vidas, rescatándolas de entre los fierros
retorcidos.
Hoy en día, el Heroico Cuerpo
Voluntario de Bomberos de Culiacán se compone por hombres, mujeres y la Matra,
una perra labrador entrenada para rescate. Son seres que se destacan porque no
temen enfrentar a los elementos sin control con tal de salvar una vida. No
rehúyen arrojarse a las aguas turbias para rescatar un cuerpo inerte y con ello
dar un poco de paz a la angustia de una familia. No dudan en arrojarse a las calles a lidiar
con automovilistas para quienes el ulular de la sirena no les dice nada. Que siguen
respondiendo cada vez que alguien les llama, así sea para burlarse de ellos con
una falsa alarma. Son, en el sentido más estricto de la definición, Héroes.
Muchas gracias por leer éstas
líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias,
invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter
estamos en @MarisaPineda. ¡Anímese a leer un libro!, yo sé lo que le digo. Que tenga una semana en que la perseverancia
de buenos resultados.