A dos de tres
Marisa Pineda
“El dinero no es la felicidad. ¡Ah! Pero como se le parece”. Con esa contundencia Manolito apabulla a Susanita, en la tira cómica Mafalda, autoría de Joaquín Salvador Lavado “Quino”. Las tiras llegaron a México en doce libros que fueron, y siguen siendo para muchos, el primer acercamiento con lo que se convertiría en una filosofía de vida.
Mafalda empezó a publicarse el 29 de septiembre de 1964 en el semanario “Primera Plana” (Buenos Aires), de ahí pasó a “El Mundo” (1965 a 1967, en que cerró el diario) y concluyó en “Siete Días Ilustrados” (1968 al 25 de junio de 1973, cuando Quino se despide de los lectores). Las historias presentan a una niña, primogénita de una familia de clase media, y su forma de ver el mundo en una época marcada por el rock, el comunismo, el totalitarismo, la píldora anticonceptiva, la llegada del hombre a la Luna. Una suma de historias que si bien transcurren en la Argentina de aquellos años, se han convertido en lugar común para las generaciones de entonces y, aún, de ahora.
Mafalda llegó a la barriada de la de la letra cuando esta su amiga estaba en la secundaria. Una vecina, algunos años mayor que nosotros, era quien compraba los libros de Quino, ostentándolos como prueba contundente de su autoproclamada mentalidad abierta. A las amistades de su misma edad, en cambio, les presumía su colección de novelas Jazmín, Perla, Pasión y las de Bárbara Cartland. Liberal o conservadora, lo bueno era que compartía con el vecindario sus Mafalda, sin importarle que le regresáramos los libritos con las hojas despegadas y las pastas gastadas tras pasar de mano en mano.
Con cada libro que llegaba el grupo se iba decantando; por un lado quienes declaraban abiertamente que preferían las entregas semanales de Rarotonga o la fotonovela Musical, la Cita o la italiana (traducida, claro) Rutas de Pasión. Por el otro, los que conchuda y descaradamente nos preguntábamos “cuando irá a comprar la nueva (Mafalda) para que nos la preste”.
Si bien la tira toma el nombre de Mafalda, los demás personajes son igual de protagónicos, ingeniosos y entrañables: Manolito (hijo de abarrotero, vedado para las letras, aspirante a multimillonario); Susanita (excelente chismosa, cuya meta es casarse y tener hijitos), Felipe (con fobia a la escuela y fanático del El Llanero Solitario), Miguelito (pésimo músico, admirador de Louis Armstrong en cuyo honor se hace llamar El Famoso Trompetista de Color); Libertad (diminuta… de tamaño, irónica como ella sola), Guille (hermano menor de Mafalda, egoísta, con gran sentido común). De Mafalda, Umberto Eco ha hecho la mejor descripción: “heroína iracunda que rechaza al mundo tal cual es… reivindicando su derecho a seguir siendo una niña que no quiere hacerse cargo de un universo adulterado por los padres”. La de la letra sólo puede agregar: no le gusta la sopa y es admiradora de Los Beatles.
En aquellos tiempos más de un simpatizante de Mafalda adoptó la pose y emprendió una ardua labor de autoconvencimiento para detestar la sopa. Responder a los padres con las ingeniosas frases que Quino ponía en boca de sus personajes costó muchos regaños y castigos. Regaños, sarcasmos y abiertas burlas recibieron también los que intentaron reemplazar en su hablar cotidiano el vos por el tu, el ché por el compa, el pibe por el plebe y el sos por el eres.
Pero si algo lograron hacer los regaños y los años en los fanáticos de Mafalda fue volver más creíbles y entrañables las historias de los personajes. Tiempos traen tiempos, y aún cuando Quino ha sido fiel a su propósito de no repetirse y despidió la serie en 1973; de ahí a la fecha han aparecido las compilaciones “Diez años con Mafalda”, “Mafalda Inédita” (que celebra los primeros 25 años de la historia y contiene 48 “tiras y dibujos nunca publicados en libro” que aparecieron en “Primera Plana”) y “Toda Mafalda” más de 600 páginas con las Mafaldas públicas y privadas, en edición de lujo.
Los albores del nuevo siglo trajeron vía internet un artículo que habla del futuro de los personajes de la historia en su edad adulta. El presunto final estaba bien lejos del que los fanáticos hubiéramos querido. El que Manolito se suicidara tras la quiebra de sus abarrotes en una crisis económica y el que Mafalda muriera atropellada por un camión, no eran desenlaces dignos de los personajes, mucho menos si el vehículo que mató a Mafalda era militar o de una empresa de sopa, imágenes ambas de aquello que la nena más detestaba.
El humor negro tiene límites, y aquel mensaje que tanto circuló por internet cruza las barreras. Una cosa es que la historia hiciera de lo cotidiano un lugar común y otra, muy distinta, que terminara como podría haber sido en la vida misma.
El mensaje aquel quedó como tantas otras historias que nadie sabe cómo surgieron o quien las escribió, pero que fuerza de reenvío llegan a pasar por ciertas.
Así fue hasta esta semana en que Quino vino a México para promover la reedición de “Mafalda Inédita”. La presentación fue marco para que el autor aclarara que Mafalda no murió y, más aún, que le sorprendía la inventiva nacional. Las noticias coinciden: “en medio de risas el caricaturista aseguró que muchos mexicanos le han dicho yo vi la tira dibujada por usted, cuando, reconoce, que jamás se la hubiera imaginado y que, cuando conoció semejante leyenda tan graciosa le provocó un ataque de risa”.
“Esa leyenda del camión de sopa, porque hay varias versiones, una que es un camión de la policía, otra que es un camión de sopa, nació aquí en México”, reiteró Quino.
La de la letra suelta el cuerpo. ¡Uuufff! Menos mal. Algo así me imaginaba, que iba a ser como esa otra historia que las cadenas de internet le atribuyen a Jorge Luis Borges y resulta que es autoría de Johnny Welch y El Mofles. No dudo que el ventrílocuo Welch (también licenciado en Derecho, con maestría en Criminología) tenga buenos textos, pero Borges es Borges.
Con los años, muchos descendientes de Mafaldófilos han adoptado el gusto tras descubrir “esos libros de monitos” en los estantes, cartones o bibliotecas de la familia. Con ello Mafalda ha reafirmado su intemporalidad y Quino ha quedado a la altura de Nostradamus, cada línea de sus tiras ha sido un vaticinio. “El mundo está malo, le duele el Asia”. “Lo peor es que el empeoramiento empieza a empeorar”, arañan hoy la categoría de profecías.
También con los años, aquellos lectores primeros han confirmado su preferencia por tal o cual personaje. Para muchos resultará blasfemia, pero a esta su amiga le encantan Manolito y Susanita. Desde un principio los hice míos, porque al ser tan opuestos abarcan todo el espectro y porque tienen bien claro lo que quieren en la vida y no hay tentación alguna que los haga cambiar de metas.
Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com. Que tenga una semana en que, parafraseando a Manolito, los cheques de las burlas no tengan fondos en el banco de su ánimo.