martes, 9 de diciembre de 2008

A dos de tres
Marisa Pineda
“Caballero profesionista, con buena posición económica, soltero, alto, castaño, ojos claros, sin vicios, gusta de la vida sana, le gustaría relacionarse con damitas de 19 a 24 años, solteras, para entablar bonita amistad con fines más serios. Espero tu carta.”
Así eran los anuncios que aparecían en Rutas de Pasión, fotonovela italiana que se popularizó en México por allá en la década de los 70. En ese tiempo el internet no figuraba ni en las alucinaciones del común.
En los 60, 70 y aún a principios de los 80 las fotonovelas reinaban en los puestos de revistas. Para las señoras más cercanas al tostón Corín Tellado era la consentida. Las adolescentes se inclinaban por la fotonovela Musical (que tomaba el nombre y letra de una canción de moda y de ahí desarrollaba la trama), mientas que el espectro de las de 20 a 40 años elegía entre Cita, Novelas de Amor, Nocturno, Capricho, Cita de lujo (el lujo consistía en que su tamaño era como tres centímetros más grande que las demás), Amiga y Rutas de Pasión.
En aquellos melodramas, en el bando de los galanes estaban: Carlos Piñar, Rogelio Guerra, Jorge Rivero, Andrés García, Sergio Goyri, Juan Ferrara, Jaime Moreno, Fernando Allende, Roberto Jordán, Ricardo Blume, Guillermo Capetillo, Frank Moro, Juan Antonio Edwards. Las bellas estaban representadas por: Victoria Ruffo, Merle Uribe, Daniela Romo, Verónica Castro, Lucía Méndez, Elizabeth Aguilar, Angélica María, las hermanas Alicia y Carmelina Encinas, Laura Zapata y un largo etcétera.
A diferencia de las telenovelas, donde tenían que pasar años para ver la palabra Fin, las telenovelas tenían principio y final en el mismo número. Ediciones especiales, con repartos de lujo que llegaron a incluir a Sandro de América, extendían la historia en dos y hasta tres números, anunciándose como “Edición de colección”.
La fotonovela como tal surgió en Italia en 1946 con Almas Encadenadas, de ahí pasó a España y luego a América, donde en la década de los 60 y 70 tuvo su mayor apogeo. Por su temática, se dividió en rosa y negra. El bando técnico era el melodrama romántico por excelencia: muchacha conoce a galán, se enamoran, alguien se opone, un villanazo les hace la vida imposible, vencen los obstáculos, triunfa su amor, fin. En el bando rudo la temática ponía los pies en el suelo: mesera intima con cliente, descubre que está casado, se enoja, lo agrede con cuchillo cebollero, la encarcelan, en la cárcel conoce a un abogado de oficio, le reducen la sentencia por buena conducta y porque el amasio (en serio, así llamaban a los amores que no daban la cara al sol) sobrevivió al acuchillamiento, cumple la condena, ya libre inicia un romance con el abogado de oficio -soltero por cierto-, aprovecha esta segunda oportunidad, fin. Pero la fotonovela negra tenía otra opción más negra y real aún: la mesera mata al tipo, va a la cárcel, fin.
Las fotonovelas tenían algo más que la historia: incluían un poster, receta de cocina, consejos de belleza, el rincón sentimental donde se podían llorar las penas y recibir un consejo del tipo “habla con tus padres, si les expones tus inquietudes con respeto y convicción seguramente ellos apoyarán tu decisión de ser azafata del aire. Mucha suerte y ánimo”. Cabe comentar que, hubo una fotonovela, española, que se llamó “Azafata del aire” y puso a ese oficio de moda.
Pero había una sección que era tan importante como la historia misma que se fotonarraba: la sección de Amigos por correspondencia. Rutas de Pasión era la que más páginas dedicaba a esa parte, con anuncios de hispanoparlantes de América y Europa. Esa fotonovela nos permitió a muchas descubrir a los galanes italianos. Por su nombre, en numerosos hogares estaba prohibida. La palabra pasión desataba prejuicios y obligaba a asilarla abajo del colchón, compartiendo lugar con las de monas bichis de los hermanos mayores.
Luego de ver uno a los protagonistas italianos, como por hechizo traspasaba las imágenes a los anuncios de amistad. Con la mejor letra se emprendía la tarea de escribir al caballero profesionista, alto, castaño, de ojos claros que se imaginaba copia fiel al que aparecía dos páginas atrás.
El enfrentamiento con la hoja en blanco empezaba con la hoja misma: había que elegir el papel adecuado. Las amistades por correspondencia empezaban, pues, en papel blanco o beige; si prosperaban pasaban al azul, amarillo o a decorados alegres con calcomanías y dibujos hechos por uno mismo. Si llegaban a romance, el papel cambiaba a rosa.
De pronto, un día, llegaba una carta más pesada que las anteriores, en ella venía la foto. Prácticamente se destrozaba el sobre de la emoción. La foto consolidaba o acababa con los fines más serios. Descubrir que el galán que se había construido en el imaginario, efectivamente tenía los ojos claros; el pelo castaño, pero muy escaso; era alto, si 1.68 se considera como tal; le gustaba la vida sana, “no tiro mi dinero en refrescos, cuando puedes tomar agua en casa” ; sin vicios “no gasto en licor o tabaco, me reúno tres veces a la semana con un grupo de amigos a jugar cartas y apostar algo de plata, pero no es vicio. No tengo vicios, ni voy a bares, soy muy hogareño”.
El galán epistolar, quien decía ser licenciado de profesión (por licenciado entiéndase abogado), ya había despertado la suspicacia cuando en la primera misiva escribió: “no sabes cuanto gusto me a dado resibir tu carta, eres una mujer muy sentrada y ceria”. El tipo efectivamente era soltero “vivo con mi madre, la mujer que sea mi esposa deberá ser una hija más para ella, amorosa y obediente” y, se le había pasado ponerlo en su anuncio, pero estaba próximo a cumplir los 40 años. Un partidazo.
La llegada de la foto provocaba que la interfecta respondiera en la siguiente carta “espero que pronto encuentres el amor de tu vida porque eres una persona muy valiosa, yo seguiré siendo tu amiga”, o de plano guardara la pluma y el papel y se escondiera en cuanto divisaba al cartero.
Una vez que la foto había definido el destino, casi siempre se regresaba a revisar las páginas de los amigos por correspondencia, secciones que hasta la revista Vanidades y el semanal Libro Vaquero o el Libro Sentimental incluían en sus contenidos.
Con el acceso del televisor a las casas, y el relajamiento de la censura en cada vez más temas, la telenovela le fue ganando terreno a la fotonovela hasta sacarla totalmente de los puestos de periódicos. A diferencia del comic, que ha resurgido, la fotonovela parece haberse extinguido por completo, aunque antes de desaparecer dejó herederos. Muchas de las historias que hoy se ven en la televisión, como los casos de la vida real o aquellos donde la vida es una canción tienen en su árbol genealógico a la fotonovela. La sección de amigos por correspondencia se mudó al internet, cuyos alcances y posibilidades son inmensos e innegables; sin embargo, ni ello puede reemplazar el entusiasmo de elegir un papel, hacer la mejor caligrafía, depositar en el buzón un sobre como quien deposita una botella al mar y escuchar el sonido del cartero con la respuesta del Caballero profesionista, con buena posición económica, soltero, alto, castaño, ojos claros, sin vicios, quien gusta de la vida sana y desea relacionarse con damitas de 19 a 24 años, solteras, para entablar bonita amistad con fines más serios.
Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com Que tenga una semana como de fotonovela rosa.