A dos de tres
Marisa Pineda
Las paredes hablan. Así se llama una colección de letreros, frases y demás escritos captados a lo largo de un buen de años, como parte de una afición que la de la letra agarró desde que aprendió a leer. Colección que empezó con el texto “Aquí se está mejor que enfrente”, escrito en la marquesina de una cantina. Cabe decir que la taberna estaba enfrente de un panteón.
No se Usted, pero esta su amiga ha tenido varias aficiones, que han dado por resultado diversas colecciones. Alguna vez, cuando niña, me dio por la filatelia. Logré reunir un buen de estampillas; todas fueron a dar a la hoguera, no quedó ni una, ni como recuerdo. (¿Le he contado que la madre de la de la letra es descendiente en línea directa de Nerón?. Domingo a domingo, al conjuro de llamas a mí, tiene que hacer quema).
De ahí siguió, como toda adolescente en pleno uso de sus facultades, una amplia colección de posters de los galanes del momento. Eran tantos que cuando en las paredes del cuarto fueron literalmente tapizadas por las caras sonrientes de los fulanitos aquellos, le seguí con el techo. La Matriarca (la madre de la madre, es decir mi abuela) aseguraba sentirse observada y ¡cómo no!, si eran decenas de pares de ojos los que estaban ahí sin parpadear, regalándole su mejor pose. Al poco tiempo, la galería siguió la ruta de sus antecesoras las estampillas: la hoguera dominical.
Hija de tigresa pintita. La genética llama y también tuve una etapa de coleccionista de carteritas de cerillos. Igual enjundia que las veces anteriores, aunada a una incipiente capacidad de poder adquisitivo, hicieron que las carteritas fueran apilándose, y apilándose, y apilándose en cantidades que rebasaban cuanto exhibidor las colocaba. Había unas de Cabo Cañaveral y del aniversario de la NASA; otras que eran unas verdaderas piezas de artesanía traídas desde Oriente por amigos, que contribuían gustosos a aquella afición. Como quien le pasa el dedo al betún de un pastel, así, como no queriendo la cosa, algunas carteritas fueron sustraídas de los recipientes de vidrio que las contenían. Con el tiempo, la colección se empantanó y, en un descuido, terminó en la recreación dominical de la Inquisición.
Pero hay algo que se ha mantenido, la afición primera, la que no puede arrasar el fuego: los letreros. Ignoro (y prefiero seguir ignorándolo) si es alguna desviación sicológica, pero desde que esta su amiga aprendió a leer, le importe o no le da por fijarse en cuanto letrero, anuncio o similar se le atraviesa. Le cuento:
La de la letra se crió por los rumbos del mercado Rafael Buelna, desde entonces llamado Mercadito. En esa periferia, sobre la calle Juarez, entre Aldama y Granados, había una cantina, no recuerdo bien el nombre, pero creo que era Las Nubes. El lugar tenía en la marquesina un letrero que decía “Aquí se está mejor que enfrente” y enfrente era el Panteón San Juan, conocido también en esos tiempos como “el panteón de los ricos”.
En la zona gourmet del Mercadito había una lonchería que aportó: “Aquí la comida si es de hoy, no como en otros lados”. Así fueron llegando nuevos mensajes. En esa peculiar colección estaba, por supuesto, “Se pintan casas a domicilio”, pero es necesario aclarar que antes apareció “Se arreglan fugas a domicilio”, aportado por un señor que hacía trabajos de electricidad y plomería. Todos los días, bien temprano, instalaba su bicicleta en la esquina de Juárez y Granados y sobre ella un pedazo de cartón con el texto mencionado. Trabajo no le faltaba.
Al igual que con las carteritas de cerillos o los timbres postales, los amigos han hecho sus aportaciones. Escuchar “Ya viste el letrero que están en…” o “me acordé de ti, vi un letrero que decía…” es garantía de nuevas piezas a la colección.
“Tope aquí”, era una señal que advertía a los automovilistas que, efectivamente, había un tope, no a cien metros, no a 50, sino justo ahí, sobre aviso no hay engaño. Y si de engaños se trata, en el sanitario de mujeres de un restaurante de postín se leía, “Esther ama a Jorge” y enseguida “y a Mario y a José Luis”. No hace mucho, en una iglesia se descubrió una joya: “Se reciben confesiones en inglés, francés, italiano y portugués. Informes con el padre Juan” y Juan, por supuesto, traducido a los idiomas mencionados (los pecadores no se van por falta de idiomas). También en una iglesia estaba “Dios te va a hablar, pero no por celular. Apágalo durante la misa”
Los caminos del sur han aportado igualmente: “Se vende agua suelta” (agua suelta es la que no es embotellada, la que se vende por cubetas, explicó el marchante viendo a la de la letra con una cara de conmiseración por la ignorancia). “Se vende maíz por kilos y por litros”. “San Cristóbal-Ocotzingo y viceversa” (para que no quede duda). “Gran baile, tocará Nico el serpiente de los teclados” (sin comentarios) y una moderna estela oaxaqueña en un muro de la presidencia municipal “con las barbas de murrat voia serme un estropago pa rrascarmel omblijo i un poquito mas abago”.
La colección, que alguna vez sirvió como tarea para una clase, poniéndole el nombre de Las paredes hablan, ha crecido considerablemente con las contribuciones de los afectos y el apoyo de tecnologías como el internet y los teléfonos móviles con cámara. Hasta ahora, la afición se restringe a los textos impresos en medios ajenos a la prensa o las revistas; sin embargo, si alguna vez se abre un apartado en ese sentido, incluirá las expresiones de funcionarios, de diversos ámbitos y niveles, quienes refiriéndose a los hechos violentos ocurridos aquí, en las últimas semanas, han dicho: Es parte de la transformación de Culiacán. Parece ya una guerra. Aunque no lo parezca, le estamos pegando duro al narcotráfico. Se nos acabó el parque. Y la más grande de todas “le vamos ganando por goliza al narcotráfico”. Si es así, Dios nos libre de llegar a la tanda de penales.
Y Usted, ¿se ha topado con algún letrero para la colección?
Gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com Que tenga una excelente semana.