Marisa
Pineda
Hay días así, en que personas comunes realizan
actos extraordinarios que para unos significan una nueva oportunidad de vida, y
a otros nos representa la oportunidad de comprobar que no todo está perdido en
este tiempo de crisis de valores, descomposición del tejido social y tantos
otros términos acuñados para decir que como sociedad estamos haciendo algo mal.
Lo anterior viene en referencia a que, hace unos
días, en Sinaloa se trasplantaron exitosamente un corazón, un hígado y dos
riñones en menos de diez horas, en un hecho histórico para la medicina y para
la cultura de la donación de órganos en el estado.
Por esos privilegios del destino, hace ya
algunas lunas fui testigo de los primeros trasplantes renales que se hicieron
en Sinaloa. En aquellos momentos conocí de la cantidad de personas que intervienen
en ese proceso que involucra a muchos, muchos más, que a médicos y enfermeras.
Por eso, el 7 de febrero, al ver la fotografía de un médico bajando de un
helicóptero, que aterrizó en los terrenos que ocupó la central camionera, con
una hielera en mano conteniendo un corazón que sería trasplantado, toda esa tarde y al siguiente día los de A dos
de tres estuvimos siguiendo la información como si se tratara de alguien nuestro. ¿Se imagina toda la emoción del personal de
hospital, de la familia de los receptores? Hasta de los patrulleros que esa ocasión
llevaban sus sirenas abiertas para abrir paso al inusual traslado.
Y es que no se necesita conocer siquiera al
donador o a los receptores para maravillarse ante hechos que son testimonio de
la grandeza de espíritu de una familia que, imponiéndose al dolor, decide
postergar la vida de su ser querido mejorando desinteresadamente la calidad de
vida de otras personas.
Por muchos años se ha insistido en la donación
de órganos. En México está prohibida su comercialización, pero aún así de
cuando en cuando se cuelan anuncios en páginas en internet ofreciendo riñones
(como son dos y se puede vivir con uno, hay quienes pretenden hacer negocio).
Hará cosa de un año por la calle Hidalgo, casi esquina con Corona, estuvo
pegada una cartulina en la que un hombre, diciéndose agobiado por las deudas,
ofrecía en venta un riñón. Aún se recuerda el escándalo que originó un anuncio
en un popular portal de mercadeo por internet, que por 20 mil pesos ofertaba un “Hermoso bebé en venta para órganos que
necesite. Urge”.
Y en medio de esas realidades, de la
cotidianidad de escuchar sobre la descomposición social y la crisis de valores,
un día así, un día cualquiera, personas comunes realizan actos extraordinarios
que hacen historia y nos recuerdan que no todo esta perdido, que hay personas desinteresadas
cuya grandeza de espíritu es tal que están dispuestas a ofrecer su corazón.
Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello
hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas
y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter nos seguimos en @MarisaPineda. Por mero, gusto léase un
libro, y en lo que lo lee que tenga una semana extraordinaria.