Vestidos en combinaciones amarillo
con rojo, fiuchia con negro, verde cotorro con lila, negro con rojo y “animal
print”, todos destacados con muchas aplicaciones con harto brillo. ¿Qué es? Es
el escaparate de una tienda de ajuares para quinceañeras. Tiempo de vals.
Pareciera que se trata del ropaje
para la coronación de alguna Reina de Algo, pero no, los otros vestidos en
tonos pasteles que susurraban el arribo de las debutantes fueron desplazados
por estos que gritan en sus colores “aquí estoy”.
Las modas y las costumbres dicen
de la era de la cual uno data, esta su amiga viene de la época en que los
ajuares de las quinceañeras eran en tonos verdecito pistache, amarillito, rosita,
azulito, salmoncito (todo en diminutivo), rosa viejo o azul oscuro. Nada de
combinaciones llamativas. Las telas eran gasas vaporosas y los diseños se
adornaban con flores y encajes en tonos pastel. En la cabeza el adorno por
excelencia era un sombrero o tiara con flores y listones.
Era una época en que al cumplir
14 años, la rama femenina de la familia se instalaba en pleno para decidir como
celebrarían los 15 años de la debutante; si con un viaje, lo más práctico, o con una inolvidable fiesta de arribo a lo
que en las secciones de sociales llaman “la edad de las ilusiones”. La mayoría
se inclinaba a favor de la celebración, porque los 15 eran la segunda oportunidad que la vida
daba a madres, tías, abuelas y madrinas de tener la fiesta que soñaron para sí mismas,
o de repetirla si la suya fue de su entero gusto.
A la par de la búsqueda del
vestido, era el “casting” para los chambelanes y la corte de madrinas. Primas y
primos llevaban mano, aunque tuvieran dos pies izquierdos, igual que las amigas más cercanas cuyo júbilo no
era igualmente compartido por sus padres, pues la algarabía equivalía a gasto y
a incontables permisos para llegar tarde a casa so pretexto de ensayar el vals.
La búsqueda del vestido era
cuestión de cónclave familiar y de las amigas más cercanas. Había que buscar el
diseño más adecuado, algo que le sentara bien a la silueta de la debutante
pero, a la vez, no mostrara demasiado. La candidez ante todo.
Si bien los ajuares de novias de
entonces aún mantienen muchos puntos de comparación con los de hoy en día, la
brecha generacional se separa notoriamente en las ceremonias de 15 años. Cuándo
se hubiera imaginado llegar a dar gracias a la iglesia ataviada en un vestido
como heredado por María Antonieta; falda rojinegra, cual bandera de huelga, un
corsé de estampado de cebra y un escote tan pronunciado que da congoja de que
cuando la cándida debutante levante los brazos ocurra tremendo accidente. Y
¡por qué no! Para darle glamur al ajuar, nada como colocarle en los olanes de
la falda buen de aplicaciones brillosas.
Y cuando uno se pone tal
vestidazo no puede trasladarse en un auto así como de los que se usan para
taxis. Un vestido así con lo que mejor combina es con una limusina, alquilada
pero limusina al fin, y si es una limuhummer mucho que mejor. Nada del mejor
auto de la familia con un soso ramito de flores en el cofre. Una limuhummer,
que si ya de por sí las hummer son notorias, alteradas para limusina quedan más
largas que una casa de interés social, imposible dar vuelta en “u” en ellas.
Y la festejada nada de ir adentro
cuidando no despeinarse. No se ponen esos ajuares, ni se traslada en esos
vehículos para ir de incógnito. ¡No! La debutante va con medio cuerpo, y si se
puede más, fuera del quemacoco diciendo adiós a todo el que divisa, cual Reina
de Algo. Total, si su vestido ya rivaliza con el de cualquier soberana.
Tiempo de vals, tiempo para
soñar.
Muchas gracias por leer éstas
líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Antes de irnos ¿lo notó? Ya tenemos imagen. Quedé bien mona
gracias al talento de Chuy “Jesús” Lara (losmonitosdechuy.blogspot.mx) Y eso no
es nada, ¡lo que viene! Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y
hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com
y en Twitter en @MarisaPineda.
Que tenga una semana como de
tiempo de vals. Y no se olvide que “la lectura de un texto es el medio que
utiliza su autor para entablar amistad con su lector”.