lunes, 20 de junio de 2011

A dos de tres

Marisa Pineda

Hay luchas que están perdidas desde antes de comenzar. Por más que se prepare física, mental, espiritualmente la crónica está escrita desde antes del hecho: Ya perdió. No va a alcanzar ni a subirse al ring cuando ya le cantaron los tres segundos. Por más que insista, nada vale. ¡Fuera! ¿Ha intentado recuperar el dinero de su fondo para el retiro? Es como una de esas luchas. Olvídese de leyes, derechos y esas razones que por muy que le asistan quedan en blablablá. Para iniciar el trámite lo indispensable es: Tener en claro que la batalla está perdida de antemano y estar dispuesto a renunciar a los pesos que reclama. ¿Los documentos? son necesarios sí, pero actúan más como una estrategia dilatoria que como un requisito.

La de la letra acaba de atestiguar una de esas luchas; eso sin contar la suya propia, misma que en otro momento le platico. Anticipo que es una de las mejores historias de humor negro. Bendito Dios que esta su amiga comparte esa veta que si no, o suelta ahí el llanto, o les mienta las últimas tres generaciones, o las dos cosas. Ya luego le cuento.

Pues bien, todo comenzó con la invitación “¿Me acompañas a ver lo de la afore?” y ahí le voy como obligada moral solidaria. Primero fuimos al módulo de la afore donde la convidante tiene su fondo para el retiro. Ahí la rebotaron a otro módulo, el de la seguridad social, para que le extendieran una serie de documentos indispensables para comenzar oficialmente el trámite.

Antes de ir al módulo de la seguridad social era menester conocer los documentos a presentar para conseguir esos otros documentos que era imprescindible entregar en el otro módulo para poder tener acceso a los formularios a fin de comenzar el reclamo en forma. Si se queda sin aire y confundida nada más de leerlo,  imagínese cuando las vueltas las tiene que dar en un clima de 40 grados centígrados. Y eso sólo es el trámite que antecede apenas al comienzo del verdadero trámite.

Por ello, porque no está el clima para andar de acá para allá bajo el rayo del sol, es que la solicitante optó por preguntar a cuantos dineros tenía acceso. “A ver si costea la asoleada”, dijo bromista. Y empezó la danza de las cifras.

Usted tiene tantos mil pesos en su afore, dice que ya no hará aportaciones directas, lo cual deja un saldo de tantos mil. Y se iluminaba la cara de la solicitante (esa misma cara que yo tuve no hace tanto) a medida que la muchacha le tundía al teclado y al mouse de la computadora. Por fin la empleada dejó de teclear, soltó el mouse y sin perder la amabilidad dijo: de los tantos mil que tiene en su saldo puede disponer en este momento de tantos mil, pero esos tantos mil corresponden a equis cosa, por lo cual sólo puede pedir, en este momento, poco más de mil pesos. (En ese momento fue como si el sonido ambiental tocara “me caí de la nube que andaba…”). Con más desilusión que resignación la solicitante dijo: bueno, entonces si inicio el trámite ¿cuando me entregan mis mil pesos?

Bueno, aclaró la empleada, esos mil pesos es a lo más que tiene derecho en este momento,  no quiere decir que le vayan a dar toda esa cantidad, eso es a lo más que puede aspirar ahorita, pero puede ser mucho menos, además hay una penalización por solicitarlo antes de que Usted tenga edad de terminar de cotizar. El tiempo de entrega varía. (Para entonces del sonido ambiental pareció oírse “acábame de matar y no me dejes herido…”). 

Todos los anuncios institucionales pasaron por la mente de la solicitante y antes de empezar a recolectar papeles para comenzar con el trámite, decidió buscar orientación legal. El asunto no había iniciado y ya iba en pleito.

Fue ahí cuando la de la letra justificó su presencia. Cual si fuera político en campaña escuchó los reclamos de la solicitante, que así se desahogaba: pero bien que cuando estás aportando no te aclaran eso, y muy en ello te hablan de un seguro de desempleo, y ahí está uno de baboso permitiendo que te descuenten más porque te la platican muy bonito, que entre más aporte a la afore mejor te va a ir, blablablá. Pero voy a ver qué se puede hacer, son fregaderas que te salgan con esto, blablablá. Y la de la letra sólo movía la cabeza afirmativamente, haciendo eco del desahogo.

Y sí, efectivamente, la solicitante buscó asesoría. Platicó con un amigo que se hizo cargo de esa misma afore a nivel nacional y este le aclaró que si sigue depositando al fondo podrá disponer de algo así como 40 mil pesos cuando llegue a la edad de 62 años. Otro amigo, laborista, le aclaró que hay una pila de demandas que puede se resuelvan dentro de algo así como doce años. A esa pila iría a dar su demanda, y eso sin perder de vista que no se sabe si se fallará a favor o en contra de los trabajadores, enfatizó el laborista.  Todavía no iniciaba el trámite para pedir sus dineros y ya el asunto iba en pleito, y pleito perdido de antemano. Más triste el caso.

Luego de un par de llamadas y otras tantas consultas más por aquí y por allá, la solicitante tomó la decisión: la semana próxima inicio los trámites para que me den mis cien pesos. No me van a alcanzar ni para pagar el agua embotellada que me voy a tomar en la asoleada con tantas vueltas (como premonitoriamente ella misma lo dijera), pero quiero darme el gusto de tener esos cien pesos en mis manos y en vida, porque si me tardo hasta con eso me van a bailar. 

Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com

Que tenga una semana de grandes dividendos.

(PD: Señor Don Autoridad ¿Cuántos inocentes han caído esta semana a manos del crimen organizado? ¿Hubo ya justicia para ellos? más allá de la Justicia Divina. Si apuesta a que el olvido termine de sepultarlos, error: No se nos olvida.)