lunes, 27 de junio de 2011

A dos de tres

Marisa Pineda

Para muchos de quienes contamos varios equinoccios viviendo en Culiacán las temporadas de calor nos provocan un dejo de nostalgia. Para nosotros el verano tiene un antes y un después, la división la establece la extinguida práctica de dormir con las ventanas y la puerta de la casa abiertas en un día de calor.

Al igual que Usted, la de la letra pertenece a una generación privilegiada. Hemos atestiguado grandes adelantos en la ciencia y la tecnología. Hoy empleamos canales de comunicación otrora de ciencia ficción, como en su momento experimentamos la emoción de salir corriendo al escuchar al cartero. Nos divierten los videojuegos como en su momento lo hizo el bote pateado. Atestiguamos el cambio de siglo y de milenio, y eso es para presumirse.

Sin embargo hay algo que, al menos la de la letra, recuerda en esta temporada con una tristeza creciente: cuando el calor no se sentía tanto porque se podía estar todo el día con puertas y ventanas de par en par, y decir todo el día incluía la noche. 

Cada verano es común escuchar “el calor ahora está peor que el año pasado” y al menos yo no dudo del calentamiento global.  Pero también es verdad que ahora las puertas de las casas es más el tiempo que permanecen cerradas. Además, no sé si trate de alguna corriente arquitectónica pero las nuevas viviendas tienen los techos cada vez más bajos y son cada vez más pequeñas. Es como si se tratara de un experimento para conocer a partir de vivir en cuántos metros cúbicos comienza a enloquecer una familia.

En esas condiciones, hoy en día es muy difícil sobrellevar el verano sin contar con aire acondicionado y prácticamente imposible sin el apoyo de un ventilador.  Tan difícil como tener las ventanas de la casa abiertas y prácticamente imposible como dejar la puerta abierta en medio de la noche. Pero no siempre fue así.

Como en los cuentos: Había una vez un Culiacán en que el inicio de la temporada de verano la marcaba el Día de San Juan, día que caía la primera lluvia de la temporada. Los días previos el calor se sobrellevaba con la confianza de que “al cabo ya el 24 de junio llueve y va a empezar a refrescar”. El vaticinio no fallaba y puntualmente, cada 24 de junio, caía el primer chaparrón.

Era un tiempo en que el aire acondicionado no era tan popular como hoy. Las casas con cuartos refrigerados reflejaban cierta posición económica. Lo común eran los ventiladores de pedestal que, como en la ronda infantil, se paseaban de la sala al comedor según se moviera la familia.

Las ventanas de toda la casa permanecían abiertas, se cerraban cuando les pegaba el sol de frente, cuando llovía o cuando la familia salía a alguna diligencia y en el cielo había nubarrones. Si el cielo estaba limpio o no se iba a tardar mucho, lo usual era pedir a los vecinos le echaran un ojo a la casa. Con las puertas era igual.

Por las tardes, era práctica diaria poner a los plebes a barrer la banqueta y dejarla lista para sacar las mecedoras. A eso de las seis, ya todos apoltronados comenzaban la glosa de los chismes del momento. Esa práctica permitía que los vecinos se conocieran y convivieran.

Para la noche si no había refrescado se dejaba la ventana y la puerta abierta. En los barrios se sabía qué vecino dormía con pijama (un pantalón viejo convertido en short) y quien usaba los calzones “de manga larga” como tal. Las señoras andaban en bata de algodón y las chamacas en edad de merecer usaban bata y cubrebata, por aquello de que algún vago las espiara, porque ese   era el más grande riesgo de dejar la puerta y ventana abierta: que un mirón espiara a la familia en paños menores. 

Pero un día, que al menos yo no logro precisar, las ventanas se cerraron y se les pusieron protecciones. A las puertas se les añadieron chapas de seguridad. Las rejas se reforzaron. Las bardas se alzaron más allá de los techos y los vidrios que las remataban “para que no se brinque nadie” cedieron su lugar a cercas alambradas o electrificadas. Las poltronas no volvieron a  las banquetas. 

Las casas fueron cada vez más refugios que viviendas; como refugios, había que  volverlas más seguras pero no contra las inclemencias del tiempo sino contra los depredadores. Los depredadores ya no eran los mirones que espiaban a las familias en paños menores. Ellos fueron los primeros en cambiar.

Con casas cada vez más herméticamente cerradas el uso del aire acondicionado se convirtió en una necesidad, aunque cada que entra el compresor se entrecierran los ojos tratando de calcular de a cuánto llegará el recibo de la luz. Ahora, familias enteras deben acomodarse en un cuarto refrigerado para poder conciliar el sueño sin despertarse al borde de la deshidratación o asustados, creyendo que una araña o algún animalito les anda por la espalda, cuando en realidad es un hilo de sudor.

Ahora, los niños y jóvenes quizás escuchen que hubo una vez un Culiacán en el cual la gente por las tardes sacaba mecedoras a las banquetas y se ponía a platicar; en el que se podía dormir con las ventanas y las puertas abiertas. Un Culiacán que se nos fue de las manos y que ya sólo queda en los relatos de aquellos, como la de la letra, para quienes el calor nos provoca un algo de nostalgia.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com

Que tenga una semana que le deje muy buenos recuerdos.

(PD: Señor Don Autoridad ¿Cuántos inocentes han caído esta semana a manos del crimen organizado? ¿Hubo ya justicia para ellos? más allá de la Justicia Divina. Si apuesta a que el olvido termine de sepultarlos, error: No se nos olvida.)

  


martes, 21 de junio de 2011

En el Día de la Música compartimos aquí un video de un hermoso proyecto Playing for change: Song around the world. Son momentos en que no está por demás reiterar: Stand by me
 

lunes, 20 de junio de 2011

A dos de tres

Marisa Pineda

Hay luchas que están perdidas desde antes de comenzar. Por más que se prepare física, mental, espiritualmente la crónica está escrita desde antes del hecho: Ya perdió. No va a alcanzar ni a subirse al ring cuando ya le cantaron los tres segundos. Por más que insista, nada vale. ¡Fuera! ¿Ha intentado recuperar el dinero de su fondo para el retiro? Es como una de esas luchas. Olvídese de leyes, derechos y esas razones que por muy que le asistan quedan en blablablá. Para iniciar el trámite lo indispensable es: Tener en claro que la batalla está perdida de antemano y estar dispuesto a renunciar a los pesos que reclama. ¿Los documentos? son necesarios sí, pero actúan más como una estrategia dilatoria que como un requisito.

La de la letra acaba de atestiguar una de esas luchas; eso sin contar la suya propia, misma que en otro momento le platico. Anticipo que es una de las mejores historias de humor negro. Bendito Dios que esta su amiga comparte esa veta que si no, o suelta ahí el llanto, o les mienta las últimas tres generaciones, o las dos cosas. Ya luego le cuento.

Pues bien, todo comenzó con la invitación “¿Me acompañas a ver lo de la afore?” y ahí le voy como obligada moral solidaria. Primero fuimos al módulo de la afore donde la convidante tiene su fondo para el retiro. Ahí la rebotaron a otro módulo, el de la seguridad social, para que le extendieran una serie de documentos indispensables para comenzar oficialmente el trámite.

Antes de ir al módulo de la seguridad social era menester conocer los documentos a presentar para conseguir esos otros documentos que era imprescindible entregar en el otro módulo para poder tener acceso a los formularios a fin de comenzar el reclamo en forma. Si se queda sin aire y confundida nada más de leerlo,  imagínese cuando las vueltas las tiene que dar en un clima de 40 grados centígrados. Y eso sólo es el trámite que antecede apenas al comienzo del verdadero trámite.

Por ello, porque no está el clima para andar de acá para allá bajo el rayo del sol, es que la solicitante optó por preguntar a cuantos dineros tenía acceso. “A ver si costea la asoleada”, dijo bromista. Y empezó la danza de las cifras.

Usted tiene tantos mil pesos en su afore, dice que ya no hará aportaciones directas, lo cual deja un saldo de tantos mil. Y se iluminaba la cara de la solicitante (esa misma cara que yo tuve no hace tanto) a medida que la muchacha le tundía al teclado y al mouse de la computadora. Por fin la empleada dejó de teclear, soltó el mouse y sin perder la amabilidad dijo: de los tantos mil que tiene en su saldo puede disponer en este momento de tantos mil, pero esos tantos mil corresponden a equis cosa, por lo cual sólo puede pedir, en este momento, poco más de mil pesos. (En ese momento fue como si el sonido ambiental tocara “me caí de la nube que andaba…”). Con más desilusión que resignación la solicitante dijo: bueno, entonces si inicio el trámite ¿cuando me entregan mis mil pesos?

Bueno, aclaró la empleada, esos mil pesos es a lo más que tiene derecho en este momento,  no quiere decir que le vayan a dar toda esa cantidad, eso es a lo más que puede aspirar ahorita, pero puede ser mucho menos, además hay una penalización por solicitarlo antes de que Usted tenga edad de terminar de cotizar. El tiempo de entrega varía. (Para entonces del sonido ambiental pareció oírse “acábame de matar y no me dejes herido…”). 

Todos los anuncios institucionales pasaron por la mente de la solicitante y antes de empezar a recolectar papeles para comenzar con el trámite, decidió buscar orientación legal. El asunto no había iniciado y ya iba en pleito.

Fue ahí cuando la de la letra justificó su presencia. Cual si fuera político en campaña escuchó los reclamos de la solicitante, que así se desahogaba: pero bien que cuando estás aportando no te aclaran eso, y muy en ello te hablan de un seguro de desempleo, y ahí está uno de baboso permitiendo que te descuenten más porque te la platican muy bonito, que entre más aporte a la afore mejor te va a ir, blablablá. Pero voy a ver qué se puede hacer, son fregaderas que te salgan con esto, blablablá. Y la de la letra sólo movía la cabeza afirmativamente, haciendo eco del desahogo.

Y sí, efectivamente, la solicitante buscó asesoría. Platicó con un amigo que se hizo cargo de esa misma afore a nivel nacional y este le aclaró que si sigue depositando al fondo podrá disponer de algo así como 40 mil pesos cuando llegue a la edad de 62 años. Otro amigo, laborista, le aclaró que hay una pila de demandas que puede se resuelvan dentro de algo así como doce años. A esa pila iría a dar su demanda, y eso sin perder de vista que no se sabe si se fallará a favor o en contra de los trabajadores, enfatizó el laborista.  Todavía no iniciaba el trámite para pedir sus dineros y ya el asunto iba en pleito, y pleito perdido de antemano. Más triste el caso.

Luego de un par de llamadas y otras tantas consultas más por aquí y por allá, la solicitante tomó la decisión: la semana próxima inicio los trámites para que me den mis cien pesos. No me van a alcanzar ni para pagar el agua embotellada que me voy a tomar en la asoleada con tantas vueltas (como premonitoriamente ella misma lo dijera), pero quiero darme el gusto de tener esos cien pesos en mis manos y en vida, porque si me tardo hasta con eso me van a bailar. 

Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com

Que tenga una semana de grandes dividendos.

(PD: Señor Don Autoridad ¿Cuántos inocentes han caído esta semana a manos del crimen organizado? ¿Hubo ya justicia para ellos? más allá de la Justicia Divina. Si apuesta a que el olvido termine de sepultarlos, error: No se nos olvida.)









lunes, 6 de junio de 2011

A dos de tres

Marisa Pineda

¿Ha oído hablar de la Rarología? Sí, existe, se presenta como “la curiosa ciencia de la vida cotidiana”, tiene libro (bestseller, por supuesto), página web y experimentos (científicos, claro) en los que puede participar. Ahora sí que los del Departamento de Investigaciones de A dos de tres ganaron dos caídas al hilo. Lo que hace el ocio.

Según su página oficial la Rarología es “la curiosa ciencia de la vida cotidiana”, cuya paternidad se atribuye a Richard Wiseman, de quien el sitio dice “es el único titular de la cátedra de Comprensión Pública de la Psicología en la Universidad de Hertfordshire”. ¿Qué si dónde está eso? En el Reino Unido.

El profesor Wiseman define su corriente como “una forma de ciencia llamativa por estudiar lo cotidiano utilizando métodos inusuales, o por estudiar cosas raras utilizando los métodos científicos convencionales”. Por si ayuda a arrojar más luz sobre lo que Wiseman quiso decir va un ejemplo: en la sección de experimentos de la página de rarología está “el experimento del penalti”, el cual sostiene que las mujeres son más acertadas para determinar si un futbolista atinará o no un penalti. Y así por el estilo los experimentos. ¡Pura ciencia!

Por aquello de los reclamos, el profesor Wiseman ya aclaró que si bien él acuñó el término Rarología, el verdadero padre fundador de la Rarología es “el científico victoriano inconformista Sir Francis Galton”. Los de Investigaciones de A dos de tres acotan: en los tiempos de Galton (1822-1911) a esa corriente se le llamaba psicología diferencial.

Retomando las palabras de Wiseman, este destaca: “Sir Francis dedicó gran parte de su vida a estudiar temas inusuales que incluyeron, por ejemplo, trabajos acerca del rezo, el aburrimiento y la belleza”. En A dos de tres se sospecha que Sir Francis estaba aburrido cuando se le ocurrió iniciar tal investigación.

Sobre ese punto, Wiseman refiere “El (Sir Francis Galton) determinó objetivamente cuando las conferencias de sus colegas eran aburridas midiendo subrepticiamente el nivel de impaciencia en las audiencias”, y eso porque en tal tiempo no había teléfonos celulares para aplicar el clásico truco de tomar el aparato, mirar la pantallita, poner cara de circunstancia y salir a contestar una llamada inexistente que permite huir de la conferencia, salvando de mover el bostezómetro a niveles por demás notorios.

Sin embargo, los experimentos de Sir Francis Galton podían sacudir la modorra y alborotar la bitachera. Wiseman cuenta en su libro Rarología, que Galton sostuvo la hipótesis “si la oración fuera efectiva los miembros del clero, quienes sin duda rezaban más y con mayor intensidad que el resto, deberían tener una expectativa de vida más prolongada que los demás”, pero “su extenso análisis de cientos de entradas en diccionarios biográficos reveló que los clérigos en realidad tendían a morir antes que los abogados y los médicos, lo que obligó a Galton, profundamente religioso, a poner en duda el poder de la oración”.

Como el asunto generó tremenda controversia, Galton enfocó sus siguientes trabajos a determinar científicamente la mejor manera de preparar la taza de té perfecta.

Muchas tazas de té después, Wiseman retomó el asunto de observar el porqué del por qué en la vida cotidiana, abundó en él, acuñó la Rarología y plasmó sus bases en el libro del mismo nombre, el cual es suyo por algo así como 18 euros, como 300 pesos mexicanos, y ya está dentro de los más vendidos.

Para algunos la Rarología es una estupidez, para otros es efectivamente la curiosa ciencia de la vida cotidiana. En A dos de tres lo dejamos a su consideración, puede echar un vistazo es los sitios triple w (punto) richardwiseman (punto) com, o bien en triple w (punto) rarología (punto) com a lo mejor hasta se anima a participar en los experimentos, si es así ya luego me platica cómo le fue.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com Por cierto, acusamos recibo de las mentadas que generó A dos de tres preguntando cómo se le va a hacer para que la prohibición de los narcocorridos no convierta a una iniciativa bienintencionada en un elemento de extorsión. Las mentadas me quedaron claras, lo que sigue sin quedarme claro es cómo se le va a hacer para que no se pervierta tal medida. Que conste, pues, que sí checamos el “meil”.

Que tenga una semana de experimentos exitosos.

(PD: Señor Don Autoridad ¿Cuántos inocentes han caído esta semana a manos del crimen organizado? ¿Hubo ya justicia para ellos? más allá de la Justicia Divina. Si apuesta a que el olvido termine de sepultarlos, error: No se nos olvida)