A dos de tres
Marisa Pineda
Todos los de A dos de tres estamos en un dilema, no sabemos cómo debemos actuar ahora. Los últimos meses, particularmente, enfrentamos las rudezas y marrullerías de la crisis económica, que amenazaba con mostrar su lado más cruel para la segunda y tercera caída; de pronto, el réferi nos toma por sorpresa y anuncia que la recesión abandona el combate. Se va. Se acabó. ¡Puf! Se desvaneció. Se fue dejándonos bailando en un tacón, sin tiempo para prepararnos de cómo vamos a enfrentar el crecimiento, cómo gastar sin que se nos note lo nuevo rico. En A dos de tres estamos, pues, en medio de un dilema.
En este México en que la realidad supera la ficción, en donde basta que cualquier verdad sea dicha por el Réferi Absoluto para que todo el respetable público la ponga inmediatamente en duda, no resultó extraño, pues, que cuando diera a conocer que la recesión había terminado, el graderío volteara a verlo y exclamara al unísono: “¡Naah! ‘Ora resulta”.
En A dos de tres la de la letra no logró reprimir un gritito de emoción cuando leyó la noticia. ¡Oh! sí, lo recuerdo, estaba yo dándole un vistazo a la página en internet de un diario nacional cuando ví la fotografía del Réferi Absoluto y su declaración entrecomillada. El Absoluto agradecía al bando técnico su participación (calificándola de muy destacada, por cierto) y anunciaba que la recesión se había ido y su lugar lo tomaría el crecimiento.
En ese momento esta su amiga se sintió tan contenta como desconcertada. Contenta porque durante todo el año en A dos de tres hemos vivido con el Jesús en la boca preparándonos para que nos canten “diciembre me gustó pa’ que te vayas” y de pronto, el decreto del Absoluto, nos cambia la tonada por “entren santos peregrinos”.
Desconcertada por cómo hacer, qué pasos seguir, para no validar la cita: logra más el rico cuando empobrece, que el pobre cuando enriquece.
De inmediato me visualicé en las tiendas sin tener que buscar ofertas, sin ese sentimiento de obligada resignación al tener que hacer a un lado lo que realmente me gustó luego de ver la etiqueta del precio, sin tener que recurrir a la ya gastada autojustificación: venden la pura marca.
A medida que leía la declaración me veía en el supermercado sin tener que practicar cada vez más complicados ejercicios matemáticos, para echar al carrito alimentos que equilibren la ingesta de nutrientes con los egresos de dinero. Me veía diciendo adiós a la ilusión óptica de acomodar los artículos en el carrito, de tal forma que el ánimo familiar no se afectara por el notorio descenso de productos en él. Veía inminente prescindir de la reiterada propuesta “¿y si nos volvemos vegetarianos y comemos puras ramas?”, hecha cada vez que pasábamos por los pasillos de las carnes, pollos, pescados y mariscos. Propuesta que era desechada de inmediato al llegar a las frutas y verduras, y encontrar a 25 pesos el kilo de tomate y a 22 el de papa.
¡Ya no más! La recesión terminó. Al principio quienes integran A dos de tres no lo creían. Cuando corroboraron que la noticia la había dado el mismísimo Absoluto, argumentaron mayor razón para que la duda se volviera práctica de fe. ¿Cómo era posible? ¿Por qué si la recesión se había ido aprobaron la aplicación del martinete, vía alza a los impuestos? ¿A poco el multirepudiado paquete fiscal había resuelto todo? De ser así significaba, acaso, que estábamos ante un hecho histórico: por fin les habían salido las cuentas al Absoluto Réferi y a sus séconds.
Eran muchas preguntas para las cuales la de la letra, evidentemente no tenía –ni tiene- todas las respuestas; sin embargo, fue contundente recordarles: ¿qué a poco Ustedes saben más de lo que está pasando en el país, que el Réferi Absoluto? ¿Qué acaso creen que él vive en Referilandia? Lo que ocurre, reproché, es que Ustedes son gente de poca fe.
Tras componer, descomponer y volver a componer al país, los de A dos de tres declinamos esta vez hacer uso del privilegio de la duda y sí, en cambio, extender un convenenciero voto de credibilidad. La crisis económica se acabó y la recesión se fue, por la vía del ejercicio de la declaración mediática. Fin.
Ahora, la preocupación es cómo prepararnos para administrar la abundancia. La historia nos enseña que en eso no hemos sido buenos. Ahora, el pendiente es cómo hacerle para no comportarnos como nuevos ricos, para que aplique el dicho: el que no tiene y llega a tener loco se quiere volver. Los del Departamento de Investigaciones de A dos de tres ya recopilan presentaciones en power point sobre el dinero y el desarrollo personal, para rolarlas cual material didáctico.
En vías de prepararnos para hacer frente a la bonanza, ha habido voces que hasta aseguran que los del transporte urbano, los del mercado, los de bienes y servicios siguen con la escalada de precios; cuestionan, perspicaces, por qué una declaración tan importante no recibió más atención de los medios de comunicación y, en vez de ello, se buscó cubrirla como si se hubiera tratado de una pifia.
Incluso, en vez de ver a los de A dos de tres como crédulos de las acciones y proclamas del Absoluto Réferi, nos han tachado de irónicos. En A dos de tres les respondemos que si está cada vez más caro lo que debería estar más barato, es únicamente porque todavía hay muchos que no están informados de que la recesión ya terminó.
Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, mentadas (algo le dice a la de la letra que esta vez serán más muchas), invitaciones y hasta felicitaciones, por favor en adosdetres@hotmail.com
Que tenga una semana de absoluto y total desarrollo.