Marisa Pineda
Luego
de un paréntesis retomamos el adelanto de la Guía del Buen Viajero
en Transporte Colectivo, nombre tentativo que han dado los de Vida y
Estilo al borrador del manual de cómo comportarse cuando uno va en
camión urbano, medio al cual ellos insisten en llamarle transporte
colectivo pues, explican, además de ser correcta la expresión es
también de más “caché”.
Entre
los tantos puntos de su guía figuran:
Alimentos.
Es francamente angustiante ir en el camión y ver como la ropita
peligra a causa de que alguien, sin la menor consideración por los
trapos ajenos, va abriéndose paso con una endeble bolsa de
tostiesquite; una paleta, nieve, raspado que escurren sin piedad o
una chimichanga que se tambalea amenazante. Aquello se convierte en
algo aterrador cuando el propietario del alimento es un niño que no
entiende razones y lo que quiere es hincarle el diente a lo que lleva
en la mano, sin importar los daños colaterales que provoque. En
estos casos la guía sugiere: Si planea abordar el colectivo con
alimentos, elija el envase adecuado al producto para evitar
accidentes que arruinen sus prendas y las ajenas y, sobre todo,
eviten recordatorios soeces a su línea materna.
Mochilas.
Por alguna razón de unos años a la fecha las mochilas se asemejan
cada vez más a un bulto de central de abastos. Allá van los pobres
plebes encorvados con unas mochilas que parecen caparazón de tortuga
ninja. Ahora imagínese en “horas pico” a ese plebero acomodado
en un pasillo de no más de un metro de ancho por el cual Usted debe
abrirse paso. Se siente uno como hámster en laberinto. Decir “con
permiso” no sirve de nada, lo más que logrará es que el aplicado
estudiante levante la barbilla, como si con eso la mochila se elevara
hasta dejar libre el camino. La guía indica, en estos casos, colocar
la mochila sobre el piso, a un costado del propietario, para permitir
el tránsito dentro del camión y evitar que alguien, más
desconsiderado aún, empuje al chamaco con todo y mochila sobre los
asientos hasta sacarle el aire y, sobre todo, le evite recordatorios
soeces a su línea materna.
Música.
La música en el camión es un albur, lo mismo puede tocarle un
chofer que se siente conduciendo un camión con blindaje mayor (el
que le aguanta hasta granadas de mano) y lleva una selección musical
con corridos dedicados al “top ten” de los barones de la droga,
que uno atrapado en los 80’s. Igual puede tocarle el romántico
empedernido que escucha “Herida de amor” lo mismo con Nazareth
que con el grupo Yndio; o el que lleva los éxitos de ayer y hoy
mezclados por “Di yei Yoni, Yoni, Yoni, Yoni” quien es algo así
como el DJ oficial del transporte urbano culichi. No hay chofer de
urbano que se precie de serlo que no tenga en su unidad una mezcla de
“Di yei Yoni, Yoni, Yoni”. En este punto la guía recomienda
disfrutar el momento, ya sea para revivir gratos recuerdos o para
conocer esa otra música que si no fuera porque va de público
cautivo ni siquiera supiera que existe.
La
guía contiene otros tantos apartados que van desde qué billetes
evitar a la hora de pagar el pasaje, hasta las ofertas que puede
encontrar con los vendedores que suben al camión. Por lo pronto este
fue un adelanto de la Guía del Buen Viajero en Transporte Colectivo,
aún en borrador, elaborada por los del Departamento de Vida y Estilo
de A dos de tres, que generosamente accedieron a compartir en
primicia con los lectores de este espacio.
Comentarios,
sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor
en adosdetres@hotmail.com
En Twitter en @MarisaPineda. Antes de irnos permítanos decirle que
vaya reservando el domingo 26 de mayo, para que no se pierda el
estreno de “Los del medio” un espectáculo que reunirá a los más
populares locutores de Culiacán. Si cada uno tiene arrastre,
¡imagínelos juntos! Y en lo que llega el día del estreno de “Los
del medio”, anímese a leer un libro. Que tenga una semana en la
que no le falte una buena guía.