lunes, 25 de octubre de 2010

A dos de tres

Marisa Pineda

Como culichi puedo decir que sé qué hacer cuando nos anuncian la cercanía de algún huracán. Creo (sin estar plenamente segura) saber también, por así decirlo, qué hacer en caso de balacera. Pero si me preguntan ¿sabes qué hacer en caso de sismo? La respuesta es no, seguida de una risita nerviosa; la misma risita que se hizo presente el jueves cuando, esa vez sí, me tocó sentir uno de los temblores que hubo en Sinaloa en la semana que terminó, y tras el cual el comentario general era “Dónde te agarró el temblor” a ritmo de Chico Ché.

Hará cosa de un año, esta su amiga estaba entre pasando de un canal a otro en la televisión y alimentando a su mascota virtual en pet society, de pronto empecé a sentir que me tambaleaba. Nah! Seguro pasó un camión (porque cuando pasan camiones o vehículos con las bocinas a todo lo que da se siente vibrar el piso de casa); a ello siguió un clac clac clac y el vaso que estaba en el buró se movía. ¡Ay! Ojeras, para cuando me cayó el veinte de que temblaba, la sacudida ya había pasado.

Afortunadamente entonces sólo fue un susto que me llevó a hacer limpia de pijamas. Sí, es muy cómodo dormir con una camiseta raída y un pantalón que ya vivió sus mejores días, pero verse en medio de la calle en tales fachas, en horas de la madrugada, así de fodonga ¡jamás!

Esta vez el temblor pepenó a la de la letra en la oficina. Al sentir el bamboleo lo atribuí a trabajos de construcción que se realizan en el edificio. Cada vez era más notorio el movimiento, pero ¿Cómo decir que está temblando? Van a pensar que estoy loca. Silencio. Hasta que una compañera se atrevió a pronunciar en voz alta, mitad pregunta, mitad afirmación: no sienten como que esta temblando?

Y sí. Enseguida aparecieron los reportes en las redes sociales: en Mochis y Guasave se sintió más fuerte. Evacuaron varios edificios y escuelas. No hay daños, fue el puro susto. Enseguida también los testimonios de quienes lo percibieron y de quienes no. Las risitas nerviosas y las canciones. Las más populares “dónde te agarró el temblor” y “despiértame cuando pase el temblor”. Y el común denominador: no sabemos qué hacer en caso de temblor.

En agradecimiento a que no hubo pérdidas que lamentar, y en virtud de que estos movimientos por muy atípicos que sean son cada vez más frecuentes por estos rumbos, se supone que uno debería indagar qué hacer en tales casos o solicitar capacitación y simulacros. Sin embargo, no se Usted, pero yo he encontrado mayormente voces incrédulas y burlonas que aseguran “no pasa nada”.

Por si hubiera otro temblor (aquí el hubiera sí existe) y considerando que el saber no ocupa lugar no está por demás que sepa que es conveniente: revisar las conexiones de gas, electricidad y agua de su casa. Identificar los lugares más seguros y verificar que las salidas y pasillos no estén obstruidas (típico que uno pone “por mientras” el cartón de adornos navideños y ahí se queda hasta el siguiente año). Fijar bien los cuadros, estantes y demás objetos que pone en la pared (si aguanta, apenas entró el clavo pero sí aguanta). No colocar objetos pesados sobre esos estantes (te digo que si aguanta). Asegurar bien candiles y abanicos de techo (no se cae, se mueve pero sí aguanta). Tener a la mano identificaciones de cada miembro de la familia, indicando el tipo de sangre (¿Qué tipo de sangre es el niño vieja? ¡Ay! Creo que O, ¿no?)

Cuando tiembla se recomienda: Mantener la calma (no va a ser nada fácil). Diríjase a los lugares seguros (que se supone ya tiene identificados) cubriéndose la cabeza con ambas manos, colocándola junto a las rodillas (como en posición fetal). Aléjese de los objetos que puedan caerse, quebrarse o deslizarse. No use los elevadores. No se apresure a salir (nada de ¡corran!, ¡corran!). De ser posible cierre llaves del gas, baje el switch de la energía eléctrica y no use cerillos.

Si el temblor lo agarra en la calle. Por piedad no empiece a gritar, no asuste a la gente (no es momento para empezar a predicar “nos vamos a morir todos, arrepiéntanse”). No corra, ni empuje a los demás. Diríjase a los sitios que se vean seguros, evitando edificios con grandes cristales o lugares cercanos a los cables de energía eléctrica. Evite acercarse a los postes de la luz con transformadores. Procure ir hacia los camellones. Al término del sismo comuníquese con sus familiares para conocer su estado.

Si va manejando: disminuya la velocidad hasta detenerse por completo. Estaciónese evitando hacerlo cerca de edificios de cinco a siete pisos, los cuales se consideran los más vulnerables. Quédese en su vehículo y procure mantener la calma. Al término del sismo, encienda la radio para conocer la situación. Procure comunicarse con sus familiares.

Eso es lo básico, pero hay muchos otros puntos que puede consultar en los portales de internet de los sistemas de protección civil del Distrito Federal, por ejemplo, en donde tienen mucha experiencia en eso.

Por generaciones, cuando los culichis escuchamos de sismos decíamos “allá no tiembla, allá lo que hay son ciclones y mucho calor”. Porque aquí aguantamos un verano de casi nueve meses, con temperaturas cada vez más inclementes; pero si a eso hay que sumarle que ahora tiembla, esta su amiga siente que con cada sacudida a Culiacán le quedan menos cosas bonitas.

Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Por favor, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones en adosdetres@hotmail.com

Que tenga una semana sin sobresaltos.