A dos de tres
Marisa Pineda
Se ha preguntado alguna vez ¿por qué carajos la tos se presenta mayormente por la noche? Justo cuando ya está a punto de quedarse dormido.
Por allá en noviembre del año pasado esta su amiga sentía la garganta como con una bola de estambre. El no mejorar ni empeorar llevó a la aplicación de una drástica medida: la ingesta de harto hielo para que la situación o se arreglara o se terminara de descomponer. No se descompuso, por el contrario. Transcurrieron las posadas, la Navidad, el Año Nuevo y aquella sensación en la garganta brilló por su ausencia.
El cuerpo fía, pero cobra (con intereses leoninos) y apenas iniciaba la primera semana del recién estrenado año, cuando ¡moles! Ahí tiene a la de la letra que amanece con un severo ardor de garganta. La sensación de bola de estambre regresó por sus fueros y se sentía ahora como estropajo de alambre. Para el mediodía una incipiente fiebre se hizo presente y en menos de tres horas esta su amiga ya estaba en calidad de guiñapo.
Pero lo mejor estaba por venir. Llegó la noche y entre escalofríos y dolor de cabeza los ojos empezaron a cerrarse, mal ocurría cuando cof… coof… cooof… COFCOFCOF: la tos. Una tos sincronizada con los parpados, a medida que éstos descendían la tos ascendía.
A la mañana siguiente la matutina pregunta ¿cómo amaneciste? Descubrió una nueva situación. Estaba ronca. Muy ronca, tan ronca que era más fácil escribir lo que quería decir a lograr que me escucharan. Para el siguiente día el panorama cambió y mejoré sustancialmente; sin embargo la ronquera seguía y con la llegada del sueño volvía la tos.
Esa tos que tiene la cualidad de hacerse presente en los momentos más inoportunos. Si esta uno en una situación solemne que requiere atención y silencio, cual invocación llega. Puede andar en la calle y no pasa nada, todo es cuestión que entre a algún lugar cerrado: una iglesia, un teatro, un cine, para que de pronto empiece cof… cofcofcof, al principio quedito, queriendo uno pasar por discreto. Pero entre más trata de aplacar la escandalera los decibeles aumentan coof, coofCOFCOFCOF y no falta el buen samaritano que le extiende la mano con una pastillita mentolada, a la vez que alguien cercano lanza la infaltable y absurda pregunta ¿tienes tos?
Sí, porque ahí está uno con los ojos saltones, doblado en el asiento, luchando ya no por frenar la violenta tos sino por no volver el estómago del esfuerzo… COOFCOFCOFCOF, hasta que de plano se rinde uno al ataque, sin importar el momento ni las miradas de reproche, ni los comentarios contra el tosijoso. El pañuelito desechable con el que se cubría la boca ha quedado en el intento. En él quedó atrapada la pastillita mentolada que salió disparada en el esfuerzo. Las manos y el torso se mueven al ritmo que la tos marque, lo único que se quiere es que pase el ahoguío. Y en medio de eso la incalificable pregunta ¿tienes tos?
El momento pasa, es entonces cuando uno justifica la situación: “híjole, que pena, es que tengo tos”, cual si no hubiera quedado más que manifiesto.
Cuando uno está en esas condiciones, si le queda tantito de prudencia se abstendrá de acudir a conciertos, porque justo cuando está el momento más sublime aquello se convertirá en el “Concierto para una sola tos”. Si va al cine, la andanada de “sssh” y de mentadas lo obligará a huir en medio de una lluvia de palomitas de maíz y de servilletas sucias hechas bola. Si va a misa, la prudencia y el temor de escuchar desde el altar la invitación a que salga un momento, lo harán tomar la iniciativa. De ir al circo ni hablamos, porque no querrá llevar en su conciencia la responsabilidad de no haber acatado la instrucción del maestro de ceremonias “este acto es sumamente peligroso, le pedimos al público que por favor guarde absoluto silencio”.
Ya en la tranquilidad de su casa, cuando el rubor que produjo el estruendoso episodio quedó atrás y se disponga a dormir. Cof.. cofcofcof, la tos de nuevo. Toma un libro, ve la tele, va al baño, a la cocina y el ahoguío pasa. Se acurruca, los párpados empiezan a cerrarse, pero antes de que lo venza el sueño lo vencerá un nuevo ataque de tos que se repetirá las veces que sea necesario para hacer que reciba la luz del día con unas ojeras calidad mapache.
Toma té de orégano, de hojas de limón, de bugambilia, de gordolobo, de abango, toma miel y se te quita la tos, toma tequila, me han dicho. En vía de mientras sigo con tos y con voz de operadora de hot line venida a menos.
Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. En este 2010, por favor comentarios, sugerencias, invitaciones (a conciertos no puedo ahorita, tengo tos), mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com
¡Epa! Dicen los del Departamento de Relaciones Públicas de A dos de tres, en el 2009 era igual. Sí, responden los de Mercadotecnia, pero así suena a versión “reloaded” a veinte diez, para que se escuche más contemporáneo. ¡Aaah!, será por eso, concluyen.
Que tenga una semana gozosa de cabal salud.