A dos de tres
Marisa Pineda
En 1952 la Enfermera del Médico Asesino subió al ring para engalanarlo, como edecán, luego lo hizo como luchadora, dicen que fue la primera en México. Por esos años los cuadriláteros recibieron a una de las más grandes figuras en la historia del pancracio: Irma González. El 23 de diciembre de 1979, Estela Molina le dio a México el primer Campeonato Mundial Femenino de Lucha Libre. Abajo del ring, estaba ya una mujer que se volvió ícono de la afición: Doña Virginia Aguilera. Afuera de las arenas, muchas otras mujeres hacían lo propio vendiendo máscaras, playeras, figuras. Todas hacían la lucha. De todas ellas es día hoy.
Cuenta la historia que por allá en 1935 llegaron a nuestro país las primeras mujeres luchadoras, provenían de Estados Unidos. Veinte años más tarde las nacionales ya hacían lo propio, con una buena legión de seguidores. En ese tiempo apareció La Dama Enmascarada, la primera luchadora en emplear tapa y quien se convertiría también la primera campeona nacional.
Son tiempos en que Irma González entra también a los encordados. Provenía de una familia de cirqueros a quienes se les había quemado la carpa, obligando a la familia a irse a la capital del país en busca de oportunidades. La preparación circense de González, a la que añadió la de lucha, la llevó a convertirse en una de las más grandes figuras en la historia del pancracio. En su carrera conquistó el campeonato nacional, el mundial y protagonizó encarnizados encuentros. Con Irma Aguilar, su hija y figura por mérito propio, formó la temida pareja de Las Irmas. Se retiró de los combates, pero no de la lucha, convirtiéndose en entrenadora de las nuevas generaciones de gladiadores.
Para 1958 eran muchas las que figuraban en los carteles. En octubre de ese año, a la Regencia del Distrito Federal le salió lo rudo y les aplicó un candado prohibiendo las luchas de mujeres. Ellas encontraron la llave para zafarse y se fueron a buscar a los estados, y a otros países, las oportunidades que la Ciudad de México les negaba.
Los nombres de Toña la Tapatía, La Yaqui, Chela Salazar, Lola González, La Pantera Sureña se volvieron familiares en las arenas de la provincia, de Europa, de Centro y Sudamérica. En 1979, Estela Molina venció a la norteamericana Vicky Williams y dio a México su primer título mundial. Quienes quisieron presenciar la hazaña tuvieron que trasladarse al recién desaparecido Toreo de Cuatro Caminos, en el Estado de México, pues en el Distrito Federal la veda a las luchas femeniles seguía, duró casi 30 años.
Ya para los 80, el Gobierno levantó la prohibición y se encumbran figuras como Lady Apache, Tania, La Diabólica y la diva Martha Villalobos. A ellas se sumarían, en las siguientes décadas, Faby Apache, Diana la Cazadora, Estrellita, Tiffany y una larga, larga lista.
El llamado cine de luchadores no fue ajeno a la presencia de las mujeres. Tal vez el mejor ejemplo sea “Las luchadoras contra el Médico Asesino”, filme de 1963 dirigido por René Cardona, en donde estrellas, como Irma González, aparecen interpretando su papel en la vida real.
Mujer es también quien representa la quintaesencia del buen aficionado: doña Virginia Aguilera, quien a pulso se ganó el apodo de “La abuelita de la lucha libre mexicana”. Doña Virginia vio nacer a las grandes leyendas de la lucha libre. En más de medio siglo como fiel aficionada vio caer las máscaras y cabelleras más codiciadas. Siempre apoyando al bando técnico, no dudaba en reprender a los rudos a bolsazos. En la México, la Coliseo, el Toreo de Cuatro Caminos y muchas arenas más, Doña Virginia tenía reservado su lugar. Su respeto y devoción hacia la lucha, la situaron al mismo nivel de aquellas figuras que tanto admiró, doña Virginia se convirtió también en leyenda.
El camino de la lucha libre es un camino de horas y horas de preparación en el gimnasio; en el cuadrilátero; de practicar a ras de lona; de desentrañar el secreto de los candados, las llaves y las contrallaves; de entrenar los lances y el estilo acrobático. El camino del luchador está marcado por días enteros de dolor, cansancio, lesiones y soledad.
El de las luchadoras es idéntico. Las lesiones duelen igual, el riesgo es el mismo, la muerte también las ronda en cada combate. A ello hay que añadirle que ellas tienen que lidiar con cólicos y con el malestar que pueda venir con cada menstruación, y con la responsabilidad que conlleva ser madre de familia, en muchos casos.
En el libro “Espectacular de lucha libre” Lourdes Grobet fotografió a La Briosa, enmascarada, dando el biberón a su bebé; a Tania la Guerrillera en similar labor; a Estela Molina lo mismo mostrando el cinturón de su campeonato, que picando verduras en la cocina de su casa. También las fotografió tintas en sangre en más de un combate. Todas haciendo la lucha.
Como ellas, que supieron aplicarle una llave al candado de la prohibición que por casi 30 años las mandó a los vestidores en las arenas capitalinas, a lo largo de la historia ha habido muchas que han hecho de la lucha diaria el mejor discurso.
En 1911, unos dicen que en febrero, otros que en marzo, 146 obreras de la textilera Triangle murieron calcinadas cuando les arrojaron bombas incendiarias para obligarlas a salir de la fábrica, donde se habían apertrechado exigiendo mejores salarios y condiciones de empleo. En 1917, las mujeres rusas se declararon en huelga, un 8 de marzo, en respuesta a la muerte de dos millones de soldados rusos caídos en la guerra. La Organización de las Naciones Unidas conmemora el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer.
A la de la letra las peroratas feministas le caen como palanca al brazo, sobre todo las de quienes han hecho de esas monsergas un modo de vida. Esta su amiga prefiere los discursos de hechos de todas esas mujeres que en el día a día hacen la lucha arriba y debajo de los encordados.
Mujeres como esas doce mexicanas que diariamente pierden la lucha contra el cáncer de seno; como las cinco mil a las que cada año las vence el cáncer cérvico uterino; como las que llevando a toda su familia como seconds se imponen a los 54 pesos con 80 centavos de salario mínimo al día.
El año pasado, Global Producciones promovió en Culiacán una escuela de verano de lucha libre, sorpresivamente fueron más niñas que varones quienes se inscribieron. De ellas también es día hoy.
Como lo es de las mujeres que protagonizan luchas en lodo, en bikini o desnudas. Ellas también hacen su lucha.
Este 8 de marzo se celebra, pues, el Día Internacional de la Mujer. ¿Qué festejan? Pues que como dijera Joaquín Sabina “hay mujeres que exploran secretas estancias del alma”; que como cantara Silvio Rodríguez, “hay mujeres que la historia anotó entre laureles y otras desconocidas, gigantes, que no hay libro que las aguante”; o como aceptara Martín Urieta “mujeres tan divinas, no queda otro camino que adorarlas.
Muchas gracias por leer estas femeninas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Por favor, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones en adosdetres@hotmail.com .Que tenga una semana en que en la lucha diaria no le falte el apoyo de una mujer.