A dos de tres
Marisa Pineda
Lo leo y no lo creo.
Uno. Dos. Las espaldas siguen planas. ¡Tres!. Primera caída A dos de tres.
Pues que sí, la de la letra está que no lo cree. Justo empieza a teclear este texto; por costumbre, en cuanto termina de poner su apellido salva el documento, y es ahí cuando lo nota: ¡que hemos cumplido un año! A dos de tres (o sea ustedes cuatro y esta su amiga) tenemos ya un año aquí.
Nobleza obliga y es indispensable agradecer, en Culiacán, a Jorge Luis Téllez, sin cuya hospitalidad no hubiera sido posible que estas letras vieran la luz. A mi amigo Jesús Sarabia, por la confianza ciega que depositó y por el ánimo. A Perla Guerrero, que ha sabido ser acicate cuando la flojera está a punto de ganarle la lucha a la disciplina de aporrear el teclado. En Campeche, esto ha sido posible gracias a Jorge Elías Rueda Cobá. Friend, gracias por la amistad a prueba de tiempo y distancia. Pero sobre todo, gracias a Usted que lee éstas líneas y con ello hace que esto valga la pena. Primera caída. ¡Es nuestra!
En este tránsito A dos de tres ha corroborado semana a semana su perfil como un espacio especializado en generalidades y asuntos que a nadie le importan; así como su premisa: el saber no ocupa lugar.
En este tiempo las satisfacciones son más que muchas. A dos de tres cuenta ahora con varios departamentos en los cuales se apoya cuando necesita que le elaboren una tarjeta informativa (como cambian los escenarios. En la secundaria y la prepa a eso le decíamos acordeones. Qué cosas) Así, están: el departamento de Estudios Económicos, el de Análisis Político, el de Investigaciones Especiales, el de Etimologías, el de Destinos Turísticos y el de Diseño gracias al cual la de la letra sale bien bonita en el logotipo que le crearon para A dos de tres.
También están los correos recibidos. Como aquellos que enviaron una vez que el noticiero que el canal de las estrellas tiene por la mañana sacó un reportaje sobre esos menús gastronómicos en que al verlos uno de pronto se siente rey y el mundo le importa poco, como dice la canción. Eran un par de párrafos prácticamente calcados a como aparecieron aquí. Los del Departamento de Destinos Turísticos de A dos de tres para pronto dictaminaron: ¡nah!, si en cualquier palapa marisquera del país se puede pedir la Botana del Patrón, los Camarones de los Chakas, el Coctel de los Pesados. Que el reportaje haya salido a dos días de que A dos de tres tomara el tema de los menús de la MoNarquía Mexicana, usando prácticamente las mismas palabras y orden de párrafos ni al caso, es mera coincidencia.
Aún con el dictamen de los del Departamento de Destinos Turísticos, la de la letra aprecia que el 75 por ciento de los lectores (o sea tres) se hayan tomado la molestia de escribir para comentar el caso. Tal como lo dije entonces, lo digo ahora: Gracias.
Gracias también a quienes han tenido a bien acrecentar la colección de letreros de esta su amiga. Parece que la afición de andar por el mundo anotando frases es más común de lo imaginado. Empiezo a creer que debe tener algún nombre y alguna clasificación dentro de las filias y las fobias. Turnaremos el caso a los del Departamento de Investigaciones Especiales de A dos de tres.
De que confesara aquí esa manía, son muchos (de nuevo el 75 por ciento de los lectores) quienes han contribuido a la colección enviando fotografías que son garbanzos de a libra: “Dios te está viendo, no robes” que aparece a la entrada de un negocio que recurrió a Sistemas de Seguridad y Protección Divinos. “Los niños son nuestros mejores clientes, ellos rompen y usted paga”, colocado a un lado de la caja en una tienda de jarrones y artesanías en yeso. Así como los clasificados profesionales: “Solicito secretaria con disponibilidad de horario y que sepa dar masajes” y “Solicito asistente de 18 a 21 años, buena presentación, aptitudes, se quede a dormir si es necesario”. No piensen mal, trabajar cansa.
A lo largo de estos meses ha sido curioso notar ¡cuántas madres de familia buscan instrucciones para elaborar piñatas con figura de dinosaurio! Le platiqué aquí la odisea de la de la letra en busca de una piñata de dinosaurio negro para Mesié Vivendum.
Para quien anda en labor de paleontólogo, deje le digo que la solución es bien fácil. Si opta hacerlo a la manera de los técnicos: agarra un globo, lo infla y lo empieza a forrar con papel y engrudo. Con las capas va formando un triángulo obtusángulo (el que tiene un ángulo obtuso, acuérdese el obtuso es el superior a 90 grados). La parte donde va el ángulo mayor a 90 grados hará las veces de panza, el resto serán el cuello y la base de la cola. Para la cabeza agarra papel, lo arruga formando un óvalo (¡iiiu! la primaria no me pasó de noche), lo coloca de manera horizontal y sigue empapelando al jurásico ser. Las patas están bien fáciles, son cilindros pequeños, con cortes en los extremos para poder pegarlas al cuerpo y en el otro ponerles la planta dibujada en cartulina. La cola también va en cartulina. Lo pinta del color deseado, le coloca ojos (van almendrados, en forma horizontal. En el centro la misma figura, en color contrastante pegada en forma vertical, para que se vean bien fieros), los dientes (dos hileras de triángulos), las garras (tres triángulos, separados) y por todo el lomo y hasta el final de la cola le pega otra hilera de triángulos.
Si lo quiere hacer a la manera de los rudos: va a la dulcería y pide que a un barney le hagan un extream make-over. Que le quiten panza; le pongan dientes grandes, en forma de triángulo; que los ojos sean almendrados; le pongan garras en las patas y, muy importante, no lo vaya a pedir en colores verde y lila porque ahí lo descalifican.
Esa parte de A dos de tres va dedicada a la porra cuya descendencia los ha puesto contra las cuerdas, pidiéndoles una piñata de dinosaurio. Servidos.
¿Le ha pasado que a veces por más que busca la idea no más no llega? Cuando es hora de empezar a teclear y eso ocurre, la de la letra recurre a su mayor afición, la que más le llena. La que no logra siquiera determinar en qué momento entró a su vida para quedarse con ella hasta el final: la lucha libre.
Del gusto por la lucha sale el nombre de esta columna. A dos de tres, como la mayoría de los combates. A dos de tres caídas, sin límite de tiempo. A dos de tres caídas sin empate y sin indulto, como muchas luchas en la vida misma.
Uno. Dos. Las espaldas están planas. ¡Tres! La primera caída para A dos de tres.
Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Gracias por las invitaciones, las sugerencias, las aportaciones, las mentadas y las felicitaciones, ya sabe que se reciben en adosdetres@hotmail.com
Que tenga una semana en que le aplique la Tomoenague a los contratiempos.