viernes, 12 de septiembre de 2008

La Niña Blanca y el I.V.M. Li Ping Li

Marisa Pineda

Como mera coincidencia, tras las marchas en demanda de seguridad y justicia, la última semana ha sido de decomisos y aprehensiones. De ello, a la de la letra le llamó la atención que, en algunas de las notas que dan cuenta de esos hechos, de nuevo salió a la luz, como mero dato de color, el culto a la Santa Muerte. Suficiente para que el Departamento de Investigaciones de A dos de tres se pusiera a hurgar sobre el tema, aplicando la premisa “el saber no ocupa lugar”.

Luego de indagar por aquí y por allá, los sabuesos encontraron que el culto a la Santa Muerte fue tema para la película de igual nombre, estrenada en septiembre del 2007 en todo México. La Niña Blanca, como también se le llama, tiene su corrido, en cuyas estrofas dice: “… hoy le canto a la patrona, a la Santísima Muerte. Mafiosos y de la ley se la empiezan a tatuar, políticos y altos jefes hasta le tienen su altar, yo le prendo sus velitas, no es un delito rezar. A la Santísima Muerte muchos la usan para mal, es bueno que se defiendan, pero no hay que abusar, la muerte es muy negativa contigo puede empezar”. La canción la han grabado grupos, como Los Originales de San Juan y Los Creadores del Pasito Duranguense. En el sitio de ventas por internet para comprar y vender de todo hallaron libros, dijes, adornos para acuarios y amuletos para perder peso con la imagen o figura de la Santa Muerte.

El Seminario Diocesano de Celaya, Guanajuato, realizó una profunda investigación sobre el culto. En sus resultados establece que el 7 de septiembre del 2001 se fundó la primera capilla a la Santa Muerte, en la calle Alfarería número 12, en la colonia Morelos, en el Distrito Federal. El culto fue heredado por una familia que lo empezó a practicar desde 1962. En esa misma colonia, se encuentra la parroquia de la Misericordia, dedicada a la Santa Muerte y perteneciente a la “Iglesia Católica Tradicional México-Estados Unidos, Misioneros del Sagrado Corazón y San Felipe de Jesús. Grupo tradicionalista, que no está en comunión con la Iglesia Católica ni con la Santa Sede, como podría desprenderse del nombre que ostenta. Tampoco son una congregación religiosa católica, como parece sugerir el nombre. Sus ministros de culto no son sacerdotes católicos, y el arzobispo David Romo Guillén (líder del grupo) no es reconocido por la autoridad papal. Hasta este momento ignoramos si son válidas sus ordenaciones sacerdotal y episcopal y quién las realizó”. Fin de la cita tomada de los resultados del estudio hecho por el Seminario Diocesano de Celaya.

Para la iglesia católica, mayoritaria en nuestro país, el culto a la Santa Muerte tiene una explicación bien simple: gente al margen de la ley pide la protección de fuerzas contrarias a Jesús, porque este no avala sus actos ilícitos. Así de elemental.

Eso en cuanto a la parte religiosa. Por lo que toca al aspecto legal, resulta que en el 2005 la Secretaría de Gobernación canceló el registro de la Iglesia Católica Tradicional México-Estados Unidos por violar la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, "por desviar gravemente los fines establecidos en sus estatutos, los cuales señalan que el objeto de la citada asociación es conservar la liturgia de la Santa Misa Tridentina", según el comunicado de Gobernación.

Con permiso o sin él el culto sigue y para los que no tienen un templo cerca, pero si un aparato con internet, existe una capilla virtual donde encuentra tanto la oración como una sección para exvotos virtuales.

Desde el punto de vista de las ciencia sociales, el Departamento de Investigaciones de A dos de tres dio con el libro “La Santa Muerte, protectora de los hombres”, de Katia Perdigón Castañeda, publicado este año por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el cual reúne diez años de investigaciones en diversos estados del país.

Perdigón explica que “el culto tal como lo conocemos actualmente es del siglo XX, no existen referencias documentales más allá de 1950”. Refiere que en la película de 1976, El miedo no anda en burro, que protagoniza la India María (María Elena Velasco), “destaca una escena en la que entona una canción frente a una imagen de la Santa Muerte.”

La antropóloga localizó cuatro reportes del siglo XVIII sobre la religiosidad popular que rinde culto a la muerte. Sobre el origen de la santidad explica: “el concepto de la buena muerte, en el Virreinato, era esencial para los devotos e implicaba la preparación y sujeción a los siete sacramentos, a lo largo de la vida. Posiblemente una tergiversación de la palabra, en cuanto a su connotación, derivó en el anuncio de la santa muerte”.

Cuando era niña, la de la letra conoció una especie de folleto, con hojas amarillentas, hediondas a naftalina, que denotaban sus varios ayeres. La portada era negra; en ella, impreso en algo que alguna vez fue plateado o cuando menos gris, se apreciaba una imagen a la cual no se le veía el rosto pero por su guadaña se deducía que era la Muerte. En caligrafía garigoleada se leía “Novena a la Santísima Muerte”.

Muchos años después, vagando por el barrio chino en la Ciudad de México, la de la letra en pleno ejercicio de su despiste exclamó: mira, que rara tienda de novias que pone sus maniquís en la banqueta. “¡Si serás!, es la Santa Muerte” replicó el guía. Así, dimos con el templo del “insigne y venerable maestro Li Ping Li, quien todo lo sabe y todo lo ve” (textual el anuncio). El templo se ubicaba en medio de dos sex-shops.

En el arroyo de la calle, pegado a la banqueta, estaba una mesa y sobre ella la figura de la Santa Muerte del tamaño de una persona promedio. La mesa se cubría con un paño de raso rojo. Había ofrendas y muchas flores de papel en diversos colores. A la distancia, lo que llamaba la atención era el larguísimo velo de novia que se extendía por lo alto, sobre el ancho de la banqueta, hasta terminar en el negocio del insigne maestro.

A la entrada del establecimiento un pedazo de cartón (que dejaba ver había sido contenedor de carteras de huevo) hacía las veces de mampara,  tapizada con recortes de periódicos y revistas de espectáculos, que daban cuenta de las artes adivinatorias del maestro que leía todo; la mano, el café, las cartas (tarot, baraja española y hasta lotería), el té de todos sabores y también leía las nalgas. “Li Ping Li lee el futuro en las nalgas” (otra vez textual) decía la noticia del mundo de la farándula. El piso del lugar era de cemento sin pulir. Había una sola vitrina repleta de figuras de la Santa Muerte que convivían con budas, cuarzos, esencias y quien sabe cuanta chunche más.

El maestro era tan chino como una semilla de cacao. Sus ojos estaban rasgados a punta de delineador y a su barba natural le había puesto una extensión, recurso válido que perdía efecto por la descarada liguita verde con que la había amarrado. Su atuendo eran pantalones y filipina en un muy deslavado color negro.

Al principio de la sesión adivinatoria Li Ping Li hablaba como Joaquín Pardavé en El baisano Jalil, tono que fue cambiando hasta terminar como Armando Soto La Marina “El chicote” en El coyote emplumado. En cualquiera de sus acentos, Li Ping Li siempre remataba sus frases con la pregunta ¿oquei?.

Tras pagar los 200 pesos de la lectura de tarot (las otras lecturas no son para una), el maestro le dio a la de la letra una figurita de la Santa Muerte con un moñito rojo, indicándole que la trajera siempre consigo. La figura, del tamaño de una uña, se perdió al cambiar de bolsa.

Al tiempo, en un artículo sobre el culto aparecía alguien quien se hacía llamar Chuang-Li, discípulo del finado Li Ping Li. ¿Finado? Sí, el insigne y venerable maestro Li Ping Li, quien todo lo sabía y todo lo veía, estaba ya en los brazos de la Niña Blanca.

Al día de hoy, la de la letra sigue agradecida con Li Ping Li, por haberle regalado una amena tarde que cerró con dos recomendaciones que no pierden vigencia: “No se te olvide, hay ocasiones en que es mejor poner cara de  pendeja” y “recuerda, en esta vida todo tiene solución, menos la muerte. ¿Oquei?”. Oquei.

Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com. Que tenga una excelente semana llena de soluciones.

*Columna dedicada a la memoria del I.V.M. Li Ping Li.