Los ciclones no tienen palabra de honor, pero de cuando en cuando les da por ser cumplidos. Por eso, si vive en una parte que se inunda considere que lo más probable es que tenga que dejar su casa. Tenga listos los papeles de importancia y ropa, para salir hecho la raya cuando se lo indiquen. Si tiene algún pariente o amigo que le de asilo, ¡caígale!, si no lléguele a los albergues que se acondicionan. Si tiene animales lléveselos, no vaya a cometer la salvajada de dejar amarrado al perro. Si cuenta con vehículo llévese herramientas de trabajo y muebles básicos.
Refuerce los vidrios con cinta adhesiva pegada de esquina a esquina y de lado a lado, como formando una estrella. Si le faltan vidrios a sus ventanas, no se espere a que empiece a soplar el viento para salir a comprarlos. Hace dos años, cuando el huracán “Lane”, eran las 11 de la mañana y había cola en la cristalera, la entrada del ciclón a Culiacán se estimaba entre las 12 y la una de la tarde. De las filas en el supermercado mejor ni hablamos. Por cierto, no haga caso a rumores; que si el ciclón viene por tal lado, que por tal otro, que me dijo mi comadre que siempre no va a pegar. No es momento para chismes, mejor manténgase atento a la información e indicaciones de las autoridades de Protección Civil. Los tanques de gas ciérrelos y asegúrelos. Si hay enfermos en casa o en edad avanzada prevea su transporte por si es necesario.
Cuando le digan que ya puede salir a hacer el recuento de los daños aguante la curiosidad, no organice tours para ver cuan jodida quedó la ciudad. Tome en cuenta que puede haber gente a la que no le fue tan bien como a Usted y necesitan las calles libres para que llegue la ayuda. Mejor dedique ese tiempo a verificar las condiciones de los alimentos refrigerados (hay que darles salida antes de que se echen a perder). Cuide el agua porque puede que tarde en recuperarse el servicio. No entre en pánico porque no viene pronto la luz. Tras el huracán “Lane” muchas familias culichis cayeron en crisis, porque hubo sectores donde la energía tardó más de 24 horas en restablecerse. La falta de televisión e internet evidenció el deterioro en la comunicación familiar porque “no había que hacer”. En esas horas hubo quienes descubrieron (o redescubrieron) el gusto de la conversación en vivo, y la diversión de juegos como la lotería, las serpientes y escaleras, el dominó y hasta el gato, que no requieren electricidad ni baterías para funcionar. Otros, de plano, se amargaron de a feo y adquirieron traumas cuyas secuelas se aprecian hoy en día, de sólo imaginar un día sin tele o internet.
Por último, luego de verificar que el viento le hizo los mandados, no vaya a decir “ni pasó casi nada” como si fuera reclamo porque la película que vio no le gustó. Tras el azote de “Lane” hubo quienes casi casi exigían el reembolso de lo que gastaron en reponer los vidrios “porque ni entró el ciclón”, cuando a diez kilómetros de la ciudad la devastación era grave. Aún hoy la carretera costera de Culiacán a Mazatlán tiene puentes que registran ese amargo recuerdo. Entonces, por favor, considere que la ciudad es un poquito más allá que las paredes de su casa y si le solicitan ayuda para los damnificados, no salga con “cuales, si ni se sintió” y póngase guapo.
Si de algo le sirve, puede recortar esta columna y tenerla a la mano. Si no la necesita (esperemos así sea) ya en noviembre que cambie el clima le puede servir para encender el boiler. Como ve, A dos de tres no tiene desperdicio.
Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, mentadas, invitaciones y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com Que tenga una semana en que los buenos momentos sean como lluvia copiosa.