Marisa
Pineda
Hubo
una vez en que las despedidas de soltera se efectuaban en el
domicilio de alguna de las organizadoras, la comida que se ofrecía
era casera y los regalos que recibía la futura esposa eran enseres
domésticos o blancos. Tiempos traen tiempos y en algún momento
aquellos eventos sencillos cambiaron, los juegos picarescos cedieron
su lugar al bailarín desnudista y en vez de obsequiar algún objeto
útil para el hogar se optó por pedir su equivalente en pesos.
Porque Usted lo pidió he aquí la segunda parte de “Despedidas de
soltera”.
Hoy
en día ser parte de la organización de un “shower” equivale a
inmiscuirse en una logística planeada con precisión quirúrgica,
que inicia determinando qué tipo de despedida será, apta para todo
público o sólo para mayores de 18 años.
Si
la despedida es clasificación A, con reservar en un restaurante,
decidir el menú (acorde al presupuesto) y fijar la cuota por
invitada se tiene cubierto lo básico. El resto será determinar las
comisiones entre las organizadoras: hacer las invitaciones,
repartirlas, decorar el salón, elaborar los recuerdos, y hasta
decorar la pluma con la cual las invitadas estamparán su firma en el
libro de asistencia, previo depósito de la cuota requerida en una
canasta adornada con listones, moños y flores, o en un vitrolero
igualmente enchulado o en una hermosa rama de árbol a la cual se
prenderán los sobrecitos conteniendo los billetes. En estos showers
la mayor diversión es ponerse al tanto de vida, obra y milagros de
las ausentes y, por supuesto, de la novia.
Si
la despedida es sólo para mayores de 18 años la logística cambia
radicalmente. De inicio los restaurantes están descartados. Eso de
que entre el entremés y el plato fuerte el mesero empiece a
despojarse de su ropa hasta quedar casi “bichi” pudiera no ser
bien visto por el resto de los comensales. Habrá, pues, que buscar
un saloncito discreto, un “stripper” más discreto aún y hacer
una lista de invitadas mucho más discretas todavía, la que
considera gracioso pasarse de atrevida con el desnudista, depurada de
antemano. A la organizadora que le toca contratar al stripper se saca
la rifa del tigre, no puede llegar con un tipo esmirriado ni con un
monumento a los esteroides, tampoco con uno disfrazado de
Teletubbie, Bob Esponja o del desaparecido grupo Locomía, ni con un
patán que hostigue a la novia.
Al
final, aptas para todo público o con clasificación C, las
despedidas de soltera de hoy como las de antaño son fieles a su
propósito: ayudar a los novios a solventar su nuevo hogar, y para
que no haya confusión ni duda alguna las invitaciones llevan anotada
la cuota a pagar.
Muchas
gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la
pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta
felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com
En Twitter en @MarisaPineda A que si nos leemos un libro, En vía de
mientras que tenga una semana libre de confusiones y dudas.