sábado, 20 de abril de 2013

Despedida de soltera (dos)


Marisa Pineda

Hubo una vez en que las despedidas de soltera se efectuaban en el domicilio de alguna de las organizadoras, la comida que se ofrecía era casera y los regalos que recibía la futura esposa eran enseres domésticos o blancos. Tiempos traen tiempos y en algún momento aquellos eventos sencillos cambiaron, los juegos picarescos cedieron su lugar al bailarín desnudista y en vez de obsequiar algún objeto útil para el hogar se optó por pedir su equivalente en pesos. Porque Usted lo pidió he aquí la segunda parte de “Despedidas de soltera”.

Hoy en día ser parte de la organización de un “shower” equivale a inmiscuirse en una logística planeada con precisión quirúrgica, que inicia determinando qué tipo de despedida será, apta para todo público o sólo para mayores de 18 años.

Si la despedida es clasificación A, con reservar en un restaurante, decidir el menú (acorde al presupuesto) y fijar la cuota por invitada se tiene cubierto lo básico. El resto será determinar las comisiones entre las organizadoras: hacer las invitaciones, repartirlas, decorar el salón, elaborar los recuerdos, y hasta decorar la pluma con la cual las invitadas estamparán su firma en el libro de asistencia, previo depósito de la cuota requerida en una canasta adornada con listones, moños y flores, o en un vitrolero igualmente enchulado o en una hermosa rama de árbol a la cual se prenderán los sobrecitos conteniendo los billetes. En estos showers la mayor diversión es ponerse al tanto de vida, obra y milagros de las ausentes y, por supuesto, de la novia.

Si la despedida es sólo para mayores de 18 años la logística cambia radicalmente. De inicio los restaurantes están descartados. Eso de que entre el entremés y el plato fuerte el mesero empiece a despojarse de su ropa hasta quedar casi “bichi” pudiera no ser bien visto por el resto de los comensales. Habrá, pues, que buscar un saloncito discreto, un “stripper” más discreto aún y hacer una lista de invitadas mucho más discretas todavía, la que considera gracioso pasarse de atrevida con el desnudista, depurada de antemano. A la organizadora que le toca contratar al stripper se saca la rifa del tigre, no puede llegar con un tipo esmirriado ni con un monumento a los esteroides, tampoco con uno disfrazado de Teletubbie, Bob Esponja o del desaparecido grupo Locomía, ni con un patán que hostigue a la novia.

Al final, aptas para todo público o con clasificación C, las despedidas de soltera de hoy como las de antaño son fieles a su propósito: ayudar a los novios a solventar su nuevo hogar, y para que no haya confusión ni duda alguna las invitaciones llevan anotada la cuota a pagar.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter en @MarisaPineda A que si nos leemos un libro, En vía de mientras que tenga una semana libre de confusiones y dudas.

lunes, 1 de abril de 2013

Despedida de soltera


Marisa Pineda

¡Cómo han cambiado las fiestas! Qué tiempos aquellos señor Don Simón en que las despedidas de solteras (las aptas para todo público) eran sencillas a más no poder. Hoy, organizar una despedida de soltera implica, de inicio, definir si será temática, si se seguirá una gama de color o estampado que se repetirá desde las invitaciones hasta el papel de baño o va a ser algo casual y, lo principal, de cuanto será la cuota de asistencia. Si le tocaron los “showers” (como también se les dice) en que la invitación decía “regalo: varios” lo más seguro es que sea de una generación pre-digital, como yo, porque esas fiestas desde endenantes cayeron en extinción.

Dicen los que dicen saber que allá por tiempos de la Edad Media, en Alemania, los amigos de un joven pobre que no podía pagar la dote de su amada decidieron regalarles lo que necesitaban para formar su hogar y así pudieran casarse. La historia no dice si vivieron felices para siempre, quiero suponer que sí, el caso es que ese episodio se marca como el antecedente de las despedidas de soltera.

De “plebe” me tocaron las despedidas en casa de alguna organizadora o familiar de la novia. Qué salón ni que nada, se despejaba la sala o el patio y ese era el punto de reunión. Las invitaciones se compraban en cualquier papelería y se llenaban a mano. Los recuerdos eran miniaturas de rodillos, raspaqueso y cedazos adquiridas en mercerías, adornadas con un moñito y prendídas con una traba. El menú invariablemente consistía en sopa fria, frijoles puercos y algún guiso, de postre pastel, todo casero y para no cargar la mano cada platillo se encomendaba a la que tuviera fama de que le quedara sabroso.

En regalos sugeridos para la futura desposada las invitaciones decían “varios”, lo cual resultaba riesgoso pues la próxima ama de casa lo mismo podía recibir una amplia variedad de sartenes, ollas y cubiertos de cocina, que una dotación de ganchos para tender ropa, como para no tener que volver a comprar uno sólo en su vida. De ahí que indicar el tipo de obsequio (blancos, artículos de cocina o de limpieza) resultaba prudente. Regalar dinero en un “shower” no era recomendado, aunque recibir dinero pocas veces está demás.

Esos eventos eran ocasión propicia para sacar el repertorio de chistes “colorados”, que cedían su lugar al rosario de consejos para traer al futuro marido a raya y de ahí pasar al momento de las revelaciones, el instante el que se abría el oráculo y se podía conocer el secreto para sacar las manchas de la ropa, para surcir puños y cuellos con puntada invisible y para que el arroz quede esponjosito. En todos los “showers” había siempre un tema soterrado ¿estaba la novia embarazada o no? ¿era pura como para merecer vestir de blanco, velo y corona? La naturaleza humana presente.

Luego vinieron las crisis y lo mejor fue obsequiar dinero a los valientes que se atrevían a formar una nueva familia, no por falta de amor y compromiso, sino por el impacto económico que implica. Tiempos traen tiempos y las despedidas de soltera evolucionaron, la sencillez se transformó, pero hay que reconocer que hoy al igual que en aquella la historia de la Edad Media algo ha permanecido: la intención de apoyar a quienes formarán un nuevo hogar.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Sugerencias, recomendaciones, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com En Twitter nos encontramos en @MarisaPineda. Estas vacaciones anímese a leer algún libro, en lo que saborea una bebida refrescante, y mientras que tenga una semana en la que no falte un amigo que le apoye.




Epidemia

Marisa Pineda

“La vida es eso que pasa mientras estás ocupado con tu celular” dice un mensaje parafraseando la canción “Beautiful boy” de John Lennon. En mi versión “La vida es aquello que pasa frente a tus ojos cuando un automovilista va absorto en enviar mensajes por su teléfono celular… y a la vez conduce”.

Desde endenantes las calles de Culiacán se han vuelto escenario para la representación de la ley del más fuerte. El de la bicicleta no se toca el corazón para invadir la banqueta y embestir al peatón, el de la moto hace lo propio con el de la bici y el que va en automóvil aplica la misma fórmula con los anteriores, cuatro llantas son más que dos. El que conduce un todoterreno se  atraviesa al del sedán y se da un quién vive con camiones urbanos y de transporte de valores, que están en la cúspide de la pirámide. En la base de esa escala estamos los de a pie.

El Programa de Acción de Seguridad Vial 2008-2020 establece que en Sinaloa las defunciones por accidente de tránsito fueron la principal causa de muerte entre los 5 y los 19 años de edad, la segunda entre los 20 y 44, y estimó que 900 sobrevivientes de accidentes viales quedaron con discapacidad permanente. Las causas fueron el índice de motorización acelerado, manejo agresivo, conductores sin preparación, insuficiente vigilancia de la autoridad vial y ausencia de educación vial de la población en general. El programa reconoce y califica: “En Sinaloa, el problema ha tomado dimensiones de epidemia”.

Ajenos a esas cifras, ahí nos tiene a un grupo equis en céntrico crucero esperando que los conductores se apiadaran del montón que divisaba la siguiente acera como quien divisa la tierra prometida. El cadete parado a la mitad de las calles giró, alzó la mano en señal de alto y aquella larga fila de vehículos detuvo su marcha.

De pronto, un sedán blanco que había quedado al frente comenzó a moverse. En fracciones de segundo los de a pie quedamos atrapados en el arroyo de la calle; quienes pudieron alcanzaron la otra acera, otros metieron reversa y los demás entrecerramos los ojos esperando el golpe.

El cadete se interpuso, daba silbatazos, movía las manos, cambió el silbato por los gritos, todo en vano. La muchacha seguía con la vista y las manos clavadas en lo que ya claramente veíamos como un teléfono celular. Fue hasta que la defensa de su auto tocó a un señor, un niño y al propio cadete cuando se percató que había vida más allá del aparato. De inicio no tuvo intención ni de bajarse del auto, cuando fue obligada a hacerlo estaba botada de la risa, como quien es descubierto al cometer una travesura. Las mentadas, miradas reprobatorias y el llanto del niño la volvieron a la realidad y la risa cambió a sollozos… sin soltar el celular. Ya no supe en qué quedó el asunto, me lancé por una botella de agua para el susto y corregí: La vida es aquello que pasa frente a tus ojos cuando un automovilista va absorto en enviar mensajes por su teléfono celular… y a la vez conduce.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.con En Twitter nos seguimos en @MarisaPineda. Si maneja por favorcito léase el reglamento de tránsito, y en vía de mientras que tenga una semana libre de sustos.