jueves, 20 de septiembre de 2012

El séptimo cielo




Marisa Pineda

“El séptimo cielo” y “Sextasy” suenan a nombre de sexshop y del table dance de moda; pero no,  se trata de algunos de los nombres con los que se conocen las “sales de baño”, la droga sintética asociada a automutilaciones y actos irracionales de agresión que incluyen canibalismo.

El viernes 7 de septiembre la ciudad de Los Mochis se conmocionó al conocer de un joven que entró al vestíbulo de un hotel de cinco estrellas y ante los azorados empleados y madrugadores huéspedes se clavó un pedazo de vidrio en el estómago y acto seguido se extrajo e ingirió sus vísceras. Provecho.

En mayo de este año una imagen dio la vuelta al mundo: en Miami, un hombre desnudo atacaba a mordidas la cara de un indigente. El agresor fue abatido por la policía, luego de arrancar a su víctima las orejas, la nariz, parte de la frente y de los ojos. El hecho hizo que se supiera de agresiones similares ocurridas en otros estados de la Unión Americana. Todos los casos se asociaron al presunto consumo de “sales de baño”.

Ola de marfil, Seda azul, Nieve de mar, Cielo de vainilla, Polvo de la exuberancia son de los tantísimos nombres bajo los que se comercializan las “sales de baño”, droga sintética de origen incierto, pues mientras hay quienes sitúan su fabricación inicial en China, otros refieren que fue en Alemania. Toman su nombre porque se ofertan bajo tal presentación: botecitos o sobres de aluminio con cristales de colores. Se venden por internet a precio de 100 a 700 pesos por tres gramos, dependiendo del grado de concentración.

Los defensores de tales productos argumentan que si bien la base son químicos, también tienen una alta concentración de componentes naturales como la damiana y la salvia; que los daños a la salud aún no se conocen y que ultimadamente el envase indica “no apto para consumo humano” y si alguien se lo come, se lo fuma o aspira es muy su responsabilidad. Eso último es irrebatible; pero que en los alegatos a favor no figure que el producto es bueno porque rejuvenece y suaviza la piel, dejándola ricamente perfumada, hace sospechar que no estamos hablando de las mismas sales de baño que se le echan a la palangana para poner los pies en remojo.

El año pasado, en Estados Unidos la Administración del Control de Drogas (DEA) restringió la libre venta de los componentes químicos utilizados para la elaboración de las “sales de baño”. En varios países europeos la comercialización de dichos productos, bajo cualquiera de sus nombres, es delito. En México ni los componentes ni los productos son ilegales, su producción y venta se mueve libremente en ese vacío legal de que lo que no está prohibido está permitido.

En la Unión Americana, tanto la DEA como  los servicios de emergencia advierten que la ingesta de esa droga sintética provoca estados graves de paranoia, alucinaciones, elevación de la presión sanguínea, aumento de la temperatura corporal y alteración del umbral del dolor, lo cual explicaría cómo aguantan las lesiones que se infligen.

En los resultados de la autopsia al llamado “Caníbal de Miami” la única droga que se encontró (o dejó registro) fue mariguana; en su estómago no había restos de carne humana,  mutiló a su víctima a mordidas pero no se lo comió. En el caso de Los Mochis, falta que las autoridades den a conocer  los resultados de los exámenes toxicológicos. De haber actuado bajo el influjo de las “sales de baño” estaríamos frente al primer caso documentado en México de autofagia relacionada con el consumo de dicha droga. En vía de mientras, si el envase dice “no apto para consumo humano” más vale creerlo que averiguarlo.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, mentadas, invitaciones y hasta felicitaciones en adosdetres@hotmail.com En Twitter estamos en @MarisaPineda. ¡Anímese a leer un libro! Yo se lo que le digo. Que tenga una semana libre de sobresaltos.


martes, 11 de septiembre de 2012

Orgullos paralìmpicos




Marisa Pineda

Me va a pasar a disculpar, pero se me hinchan los dedos de orgullo al teclear el nombre de Jorge Benjamín González.  ¿Quién es? Es el atleta paralímpico que ganó medalla de bronce en los Juegos Paralímpicos de Londres y es de esos culichis que vale la pena presumir. Quizás su nombre y el del resto de los atletas mexicanos que han dado a nuestro país 18 medallas en estos juegos (y sumando) no le sea familiar porque la televisión comercial no les ha dedicado ningún programa especial, porque sus logros no les han merecido más allá de dos minutos en los cuales el rostro de los comentaristas parece pedirles perdón por no darles el lugar que se merecen.

Hasta el momento de teclear éstas líneas México lleva 18 medallas en los Paralímpicos; cinco de oro, cuatro de plata y nueve de bronce. Dieciocho medallas más que suficientes para que estemos echando las campanas al vuelo y la televisión pasando mensajes de felicitación en cada corte comercial. Un solo atleta ha ganado medallas en disciplinas diferentes, otros han impuesto nuevas marcas; pero no, para los grandes consorcios mexicanos de televisión esos logros no han merecido mayor atención.

Ignoro cuan costosos sean los derechos de transmisión, pero ¡carambas! mínimo un programa especial hecho en casa, que no se note la pobreza. En Culiacán la televisión local ha estado atenta al desempeño de Jorge Benjamín González, con reportajes previos y especiales, y no dudo que así ocurra en cada ciudad donde radica cada atleta, pero a nivel nacional cuan pobres de espíritu se están dejando ver los consorcios.

No hemos visto las historias de los atletas paralímpicos desde que eran niños, de cómo llegaron a su disciplina, de sus logros previos, de los problemas que enfrentaron para llegar a Londres. En las revistas no aparecen las entrevistas a las abuelitas o a los padres orgullosos contando la historia de tenacidad de sus vástagos. Nos deben esas historias que tanta falta nos hacen en estos momentos en que palabras como valor, coraje, tenacidad y orgullo parecen haber torcido su significado.

De acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en México hay cinco millones 739 mil 270 personas con algún tipo de discapacidad, que equivale a aproximadamente el cinco por ciento de la población mexicana.  Quienes en alguna ocasión hemos estado impedidos para movilizarnos normalmente, sabemos de la horrible discriminación que sufren las personas con alguna discapacidad.

La de ellos es una muestra constante de superación e ingenio para vencer la adversidad, principalmente la que les hemos impuesto las personas “normales”. En Culiacán, por ejemplo, no hay un parque de diversiones que incluya atractivos para niños en sillas de ruedas. No hace mucho me topé con una fotografía de unos columpios para niños en sillas de ruedas; se trata de unas plataformas a los cuales se sube la silla, se asegura y a darle a la mecedera. Ojalá y no pase mucho para que los parques públicos de Culiacán y de todo Sinaloa los incluyan.

En las salas comerciales de cine el acceso de las personas en sillas de ruedas llega hasta la primera fila. Si quieren ver la película deben hacerlo desde los lugares a los que les sacamos la vuelta porque termina uno “colti” de estar con la cabeza casi viendo el techo.
Hasta no hace mucho si una persona en silla de ruedas quería usar un teléfono público debía solicitar a un buen samaritano que le marcara el número, porque desde la silla no se alcanzaba el aparato. Cuando los cambiaron más de uno puso el grito en el cielo porque “casi hay que hincarse para poder usarlos”.

Luego están los edificios con rampas a las que les faltan dos grados para ser paredes, por las cuales no sube fácil ni un diablito, mucho menos una silla de ruedas. Ni que decir del transporte urbano, ahí la adaptación llega hasta la señalización del primer asiento como exclusivo para discapacitados. ¿Cómo se suben? Ese es otro cantar.

Y con todo ese marco adverso, en cada edición de los juegos paralímpicos nuestros deportistas entregan buenas cuentas en el medallero. Sin embargo, es justamente con ellos con quienes la mayoría de los medios de comunicación de nuestro país siguen acrecentando su deuda.

Por cierto,  conforme a cifras del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes anualmente se registran en México cuatro millones de accidentes viales que dejan más de 40 mil discapacitados, la mayoría en jóvenes menores de 20 años. Espeluznante y suficiente para ponernos a pensar en cómo hacer para que la ciudad deje de ser una gran pista de obstáculos para las personas con discapacidad.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones en adosdetres@hotmail.com En Twitter nos encontramos en @MarisaPineda. Que tenga una semana de grandes logros, y anímese a leer yo se lo que le digo, se va a divertir.

Malverde, la radionovela


Marisa Pineda

Sylvia es el vivo ejemplo de la belleza sinaloense. Miguel es un periodista español que está en Culiacán haciendo un reportaje. Platican brevemente; él refiere que la historia de los bandidos que roban a los ricos para ayudar a los pobres es recurrente, “lo mismo se dice de Robin Hood, Joaquín Murrieta, Chucho El Roto, en fin”. Ella replica “pero ninguno de ellos fue milagroso después de haber muerto”. Sylvia está por marcharse, Miguel pide volver a verla “¿me podría hacer ese milagro?”. Ella responde "Yo no hago milagros, eso pídaselo a mi santo Jesús Malverde, tal vez él se lo conceda”.

“Se escuchan muchos corridos del ánima de Malverde, que le rezan traficantes y que sus negocios crecen, pero hay que reconocer él ayuda a mucha gente”. Corrido de Jesús Malverde.

La escena es parte de la radionovela “La maldición de Malverde”, adaptación del libro del mismo nombre, autoría de Leónidas Alfaro. A propósito de que aquí nos referimos a las radionovelas, el autor  tuvo a bien compartir los nueve capítulos de “La maldición de Malverde” en su versión para radio, la cual recrea fielmente las historias de fe que recaban Miguel y Simón, periodistas españoles que han venido a Culiacán para conocer del mito de Jesús Malverde.

Grabada en los estudios de Radio Universidad Autónoma de Sinaloa (Radio UAS), con la producción y realización de Pedro Velázquez, y las actuaciones de Carmen Aída Ochoa, Humberto Astorga, Lázaro Fernando y Leónidas Alfaro como narrador,  las historias de “La maldición de Malverde” ocurren lo mismo en el Sinaloa revolucionario que en el contemporáneo. En sus personajes hay gente humilde, otros encumbrados y otros más que se manejan al margen de la ley.

“Año con año le piden que bien les vaya en el “bisnes”, le prenden sus veladoras al milagroso Malverde, poco tiempo da de plazo “pa’ que tengan lo que quieren”. Corrido de Malverde, Los Morros del Norte.

El chirrido de llantas, el sonido del mar y demás efectos especiales estuvieron a cargo de Fresnel Sandoval. La banda sonora, asesorada por Aldo Rodríguez, contiene el  infaltable “chacachachaaán” y numerosas partes de piezas clásicas porque Don Marcelo Moncayo, el de a mero arriba en la pirámide del narcotráfico escucha a Vivaldi y a Wagner. Nada de corridos ensalzando sus hazañas, el Don nos resultó clásico.

Sobre el mito de Malverde se ha dicho mucho y se dirá más. La figura  del ánima milagrosa es tema en cantidad de manifestaciones de la cultura popular y de la llamada “alta cultura”; sin embargo, esta es, quizás, la primera ocasión en que se lleva a la radionovela.

La existencia de Jesús Malverde por muchos años ha estado en entredicho. La historia del bandido que robaba a los ricos para ayudar a los pobres se atribuía en realidad a Heraclio Bernal “El Rayo de Sinaloa”; sin embargo, en el 2004, en el Registro Civil de Culiacán, se encontró un acta de nacimiento que asienta: “En Paredones, a 15 de enero de 1888, ante mí, Marcelino Zazueta, compareció el C. Cecilio Beltrán, mayor de edad, soltero, jornalero de esta vecindad, y presentó un niño vivo, nacido en este lugar a las 5 de la mañana, a quien se puso el nombre de Jesús, hijo natural de Guadalupe Malverde, mayor de edad, soltera, y de este punto…” El documento, que se exhibe en el Archivo Histórico de Sinaloa, dio un nuevo giro al mito.

En cuanto a si existe “La maldición de Malverde” como dice otro de los personajes de la radionovela “Tan sólo puedo decirles que Jesús Malverde es justo”.

“Voy a pagar una manda al que me hizo un gran favor, al santo que a mi me ayuda yo le rezo con fervor y lo traigo en mi cartera con aprecio y devoción”. Corrido de Jesús Malverde, Los Cadetes de Linares.

Muchas gracias por leer éstas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Muchos libros se convierten en películas y radionovelas, anímese a leerlos. Comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones en adosdetres@hotmail.com En Twitter nos encontramos en @MarisaPineda. Que tenga una semana de milagros.