lunes, 14 de febrero de 2011

A dos de tres

Marisa Pineda

-Para mi Bro
-Para mi Friend
-Para mis Amigas más Amigas

Si hay algo que esconder, o si hay algo que decir, siempre será un amigo el primero en saber.
(Amigos, Enanitos Verdes)

Una mirada, todo empieza casi siempre con una mirada. Luego las palabras. Luego el café, el vino, las flores, el cine, la música, el baile. Luego la química y la piel hacen lo suyo. Luego el amor, y ahí vamos a compartir la felicidad con los amigos. Luego, en momentos, el desamor y ahí vamos a chillar a moco tendido con los amigos. Luego la reconciliación, y de nuevo con los amigos, flotando, cantando “de color de rosa, veo la vida hermosa y del amor estoy enamorada”. Y los amigos ahí, en el amor y en el desamor, porque de eso se trata también el 14 de Febrero: de la Amistad.

La primera quincena de febrero puede resultar peligrosa para el ánimo. No falta quien, en cuanto inicia este mes, pepena al primer garabato que va pasando y lo habilita de pretendiente. Si es bueno o malo resulta “pecata minuta”, se trata de tener de quien ir colgado del brazo el 14 de febrero. Dependiendo de las expectativas fincadas en torno al pretenso, para el 16 los amigos atestiguarán como el novio exprés es historia (fácil vino, fácil se fue), o bien pondrán el hombro en lo que escuchan los atributos reales o imaginarios que le endilgamos al sujeto.

Y ahí están los amigos, como en la pubertad, cuando fue precisamente a una amiga a quien confesamos que nos gustaba Fulanito y luego de eso, la amiga se convirtió en una extensión de uno mismo: “Tu platica como si nada, yo te digo si voltea”. Y comenzábamos a recitar la tabla del uno porque la emoción nos dejaba sin más tema de conversación que “El”, y hasta la tabla del uno se nos enredaba cuando las mariposas en la panza se soltaban al escuchar: “esta volteando para acá, te está viendo. ¡Viene para acá!”.

Ya en plena adolescencia de nuevo los amigos. La amiga que se animó a tomar el teléfono para marcar a casa de “El”, que nos pasó la bocina y nos vio colgar súbitamente en cuanto lo escuchamos decir “bueno”. Esa amiga que nos acompañó a rondar los lugares que frecuentaba “El” y apostarnos hasta divisarlo y enseguida pasar a su lado “casualmente”.

Esa misma amiga que compartió nuestra dicha cuando le confesamos que Fulanito, “El”, nos había pedido ser su novia. La misma que nos acompañó a elegir nuestro primer regalo del 14 de Febrero, del Día de los Novios; la misma que odió a Fulanito y a todos sus amigos cuando este nos rompió el corazón.

Pasan los años y los amigos ahí, los 14 de febrero, coincidiendo con que es un día de puro comercio y mercadotecnia, cuando no hay pareja sentimental, o aguantando nuestras cursilerías cuando tenemos el alma enamorada.

Y es que el 14 de Febrero es también Día de los Amigos. Ellos igualmente ameritan la comida o la cena, los chocolates y hasta las flores por ser la columna que nos soporta en la euforia del amor, o en la depresión del desamor.

A los amigos no hay forma suficiente de agradecerles que se lean líneas y líneas de “chat” en las que les contamos nuestras aventuras y desventuras. No alcanza una vida para decirles gracias por lidiar con nosotros hasta altas horas de la noche oyendo nuestras interpretaciones llorosas del repertorio del Buki, por habernos aguantado cantar hasta el hartazgo las canciones de JuanGa y por tolerarnos (sólo por ser sus amigos) destruir con tanta desafinación como sentimiento las del clásico de clásicos: José Alfredo Jiménez.

Eso, sin contar con que nos han soportado estoicamente durante las etapas de una parranda por desamor: la confesión del hecho (se fue, me pintó el cuerno, etc.), la maldición (pero así le va a ir, en esta vida todo se paga, hay un Dios), la indiferencia (¡me vale!, lo que haga o deje de hacer ya no me importa), la bondad (no le deseo ningún mal, allá él y su conciencia, yo lo perdono) hasta llegar a la aceptación (me está llevando la …ingada, gracias por estar conmigo).

Y al siguiente día la cruda del desamor. De nuevo llamada al amigo: para agradecerte por haberme aguantado anoche. Acto seguido se repiten las etapas, pero ahora en carne viva, con la cruda sentimental y la física, y los amigos ahí, con nosotros, hasta ver sanar la herida, retomar la sonrisa y decir con renovado ánimo: Que pase el siguiente.

Este 14 de Febrero es también el día de la Amistad, de esa que la Real Academia de la Lengua Española define como “Afecto personal, puro y desinteresado, ordinariamente recíproco, que nace y se fortalece con el trato”.

Esta vez, pues, sin dejar de lado la euforia que nos produce descubrir y redescubrir a la pareja, en A dos de tres nos preparamos para celebrar la Amistad y cantar como Woody en Toy Story: “Puede haber más inteligentes, más fuertes y más grandes también (tal vez), pero ninguno de ellos te querrá como yo a ti porque yo soy tu amigo fiel, sí, yo soy tu amigo fiel”.

Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe, comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com

Que tenga una semana para celebrar (sin empate y sin indulto).

lunes, 7 de febrero de 2011

A dos de tres

Marisa Pineda

En Culiacán el invierno es de escaparates, una especie de ilusión óptica provocada por los maniquís vestidos con gruesas chamarras, bufandas, gorros y hasta guantes.

Por muchas temporadas, en cuanto el termómetro baja los 20 grados lo declaramos apto para salir a la calle presumiendo chamarras acolchadas y botas apeluchadas, como las que usaba El Perro Aguayo. ¡Ah! Pero que distinto cuando el clima nos pega una desconocida memorable como la de la última semana, recordándonos tener mucho cuidado con lo que uno desea, porque se le puede cumplir.

Que levante la mano quien no haya fantaseado con “te imaginas si en Culiacán hiciera frío de a deveras” y citamos como referencia los paisajes nevados de las tarjetas navideñas, para de ahí pasar a renegar del inclemente calor que prevalece la mayor parte del año y que históricamente nos ha impedido llevar la moda de trapo sobre trapo, que es el causante de que el maquillaje no dure y de que nos lleguen altísimos cobros por el indispensable consumo de aire acondicionado.

Por eso, en Culiacán, entre mujeres es común que cuando alguien va a viajar a un lugar que hace frío repase los roperos de parientes y amigas en búsqueda de chamarras, capas, abrigos y cuanta prenda cubridora se encuentre, y de la cual se carece, porque “ya ves que aquí con un suetercito la haces”, amén de la disculpa: “El otro día vi un abrigo hermosísimo pero aquí ¿cuándo lo desquitas?”. Por su parte, la prestamista de la prenda excusa “disculparás el aroma a naftalina, pero es que está guardado desde hace ¡uuuh!”

Y es que aquí prácticamente toda prenda de manga larga se compra tomando en cuenta que pasará de generación en generación, pues sólo así desquitará su costo. No es raro, pues, que si las hombreras vuelven a ponerse de moda, un saco ochentero tome su segundo aire, o que uno presuma y subraye que el suéter heredado de la bisabuela no es viejo sino “vintage”.

Con tales referentes no resulta extraño que en más de una ocasión hayamos tenido la fantasía de vivir los paisajes de invierno idílico que conocemos en los escaparates; tampoco, que muchos creamos que el invierno inicia a principios de noviembre, en cuanto enchamarran a los maniquís, y termine recién pasa Año Nuevo, al aparecer los descuentos por cambio de temporada.

Sin embargo, hay que tener mucho cuidado con lo que se desea porque se nos puede cumplir y la semana que recién termina el frente frío número 26 nos hizo realidad el deseo por conocer el frío más de cerca.

Vivir el jueves el día más frío en los últimos 50 años de Sinaloa nos hizo sacar las prendas más abrigadoras, sin importar si los trapos se habían enviado, o no, a la tintorería para espantarles los ácaros. Mucho menos importó si olían a guardado o a naftalina.

Fueron días en que por la calle se veía a gente caminando con las manos cruzadas o protegidas en las bolsas. Días en que el veraniego saludo “que inche calor está haciendo” cedió su lugar como pocas veces a “que frío está haciendo”. Días en que las redes sociales se plagaron de reproches por parte de ecologistas recriminando que el frío era producto del daño que esto y lo otro han hecho al medio ambiente; de los comentarios a favor y en contra a quienes se pronunciaban porque el calor llegue pronto, así como de una larga lista de chistes de todos colores inspirados por el frío.

Pero en menos de 24 horas se congeló la sonrisa y se enfrío el ánimo al saber que casi 200 mil hectáreas de cultivos en pie se siniestraron por las bajas temperaturas. Al momento de teclear estas líneas los servicios de protección civil en Sinaloa no reportaban –afortunadamente- muertes por frío, a la vez que llamaban a extremar precauciones para prevenir enfermedades respiratorias y pedían no encender fogatas dentro de la casa para evitar accidentes.

Desde hace años circula por internet un mensaje que se llama “Carta de un saltillense en Culiacán” (hay otra que es “Carta de un chilango en Culiacán”, el contenido es en esencia el mismo) en la cual se narra cómo mientas en Saltillo están a menos ocho grados centígrados, aquí se puede andar en shorts y camisa de manga corta en plena Navidad o Año Nuevo. El fuereño comenta que aquí no hay reumas en invierno, ni necesidad de chimeneas o calefacción. Refiere, en cambio, su extrañeza porque todo mundo se le queda viendo pues se compró un auto –baratísimo- con quemacocos y vestiduras de piel.

Y así sigue el diario hasta llegar al verano y descubre que a los 46 grados centígrados el quemacocos puede ser justamente eso, un quemacocos, y a las vestiduras hay que ponerles algo encima o causan hemorroides. Al final, regresa a su tierra y dice “la gente aquí (en Culiacán) cuando se muere no se va al infierno, vive en el toda su vida”.

Por eso, porque históricamente los culichis hemos bromeado con que cero grados centígrados significan ni frío ni calor, porque los paisajes más invernales que conocemos nos los dieron la pista de hielo en la explanada del Palacio de Gobierno y la de los circos sobre hielo que nos visitan en esta temporada, por eso es que el frente frío número 26 nos dejó titiritando, clamando por un café caliente o un sorbo de tequila que nos espante lo enteleridos.

Al momento de cerrar este A dos de tres, el Servicio Meteorológico Nacional advierte que este domingo entrará al norte del país el frente frío número 27, con altas posibilidades de que se registren de nuevo cero grados en varios estados, entre ellos Sinaloa, recordándonos que hay que tener mucho cuidado con lo que uno desea porque se le puede cumplir.

Muchas gracias por leer estas líneas y con ello hacer que esto valga la pena. Ya sabe comentarios, sugerencias, invitaciones, mentadas y hasta felicitaciones por favor en adosdetres@hotmail.com ¡Ah! Y si le sobra por ahí alguna cobija recuerde que no todos vivimos en casas con paredes de ladrillo y que “cada cual siente el frío según anda vestido”.

Que tenga una semana sin frío en el alma.